Y sin embargo, tenemos los tipos impositivos más elevados. Y no, la economía sumergida es casi similar a otros países…
¿Por qué España recauda menos impuestos que la media europea?
Radiografía del sistema impositivo español
Los ingresos por IRPF, IVA e impuesto sobre sociedades se sitúan por debajo del promedio europeo
España recauda más que la mayoría en impuestos sobre propiedades y en Sucesiones
(Alejandro Meraviglia)
Las múltiples y continuas subidas fiscales aprobadas desde el inicio de la crisis no han impedido que España se mantenga como uno de los países con menos ingresos tributarios. En el IRPF, el IVA o el impuesto sobre sociedades, las tres grandes figuras impositivas que existen en todos los Estados la UE, España se encuentra por debajo de la media, según los últimos datos de Eurostat. En el IVA, cuyo tipo impositivo ha aumentado cinco puntos desde 2010, España es el tercer país que menos recauda.
En cambio, en los impuestos sobre propiedades y construcciones, la Hacienda española se encuentra en la media, algo que se explica por la importancia del IBI, el impuesto local que grava a los propietarios y que es el único tributo en España que jamás ha perdido recaudación. En los impuestos sobre transferencias de capital, que incluye el impuesto sobre sucesiones y donaciones, España ocupa la tercera posición, solo superado por Bélgica y Francia.
IMPUESTO SOBRE LA RENTA (IRPF)
El IRPF es el impuesto más relevante por recaudación en la UE. Los últimos datos de 2014 muestran que España ingresó por este tributo que grava principalmente los salarios un 7,7% del PIB frente al 9,4% de la media europea. El año 2014 fue el último en el que todavía estuvo en vigor el aumento fiscal que aprobó el Gobierno de Mariano Rajoy en la anterior legislatura. Aun así, la recaudación retrocedió un 2,9% respecto a 2007, ejercicio que marcó el final de la etapa expansiva y el inicio de la crisis.
En cambio, en este mismo período, los países de la zona euro aumentaron un 17% la recaudación por IRPF. En 2014, el tipo marginal máximo en España era de los más elevados de Europa. Se situaba en el 52% (56% en comunidades como Cataluña o Andalucía), sin embargo, ese gravamen solo se aplicaba a rentas superiores a 300.000 euros. Una minoría. De hecho, la presión fiscal que sufre un trabajador que gana el sueldo medio es inferior en España que en la mayoría de países europeos, según datos de la OCDE. El menor nivel de ocupación y los bajos salarios son variables que pueden influir en el bajo nivel de recaudación del IRPF.
Dinamarca es, con diferencia, el país que más recursos obtiene por IRPF. Un 29,9% del PIB, un porcentaje estratosférico. Hay que tener en cuenta que los tipos son muy elevados y, además, las cotizaciones sociales, que pueden entenderse como otro gravamen sobre el trabajo, en Dinamarca desempeñan un papel residual.
IMPUESTO SOBRE EL VALOR AÑADIDO (IVA)
España subió el tipo general del IVA del 16% al 18% en 2010 y, en 2012, volvió a incrementarlo hasta el 21%. Una subida de cinco puntos en un período tan corto de tiempo prácticamente no tiene precedentes en Europa. Sin embargo, España recauda comparativamente muy poco por IVA. En 2014, ingresó el equivalente al 6,2% del PIB. Solo Irlanda e Italia recaudan menos que la Hacienda española.
La realidad es que subir el IVA para hacer frente al incremento del déficit público es una medida poco original. Desde 2007, 21 de los 28 Estados miembros han aprobado incrementos del tipo general del principal impuesto indirecto. Durante la crisis, la recaudación por IVA en España aumentó un 1,2% por el efecto de la subida de tipos, frente al aumento del 10,9% registrado en la media de la UE.
Si bien históricamente España había mantenido un IVA relativamente bajo, actualmente el tipo general del 21% se sitúa en torno a la media europea. Además, la economía española se sustenta principalmente en el consumo interno, por lo que intuitivamente cabría esperar mayores ingresos. El fraude fiscal y, sobre todo, el peso que tienen en la cesta de la compra los tipos reducidos y superreducidos son dos posibles motivos que explicarían que la recaudación sea relativamente baja. Los alimentos, el transporte de viajeros, los medicamentos, los servicios en hoteles y restaurantes aplican gravámenes bonificados. En cualquier caso, la recaudación por IVA está aumentando y todo apunta que, en 2015, la recaudación alcanzará su máximo histórico. Aun así, continuará por debajo de la media. Croacia y Dinamarca, que aplican un tipo del 25% son los países que más ingresan por este tributo. Además, en el caso danés, no existen gravámenes reducidos.
En los impuestos especiales, que gravan el consumo de productos específicos como el tabaco, el alcohol o la gasolina, España recauda por encima de la media de la zona euro y algo por debajo del promedio de los Veintiocho.
IMPUESTO SOBRE SOCIEDADES
Los datos de Eurostat reflejan que se ha registrado una subida generalizada de los ingresos por IVA durante la crisis y una fuerte caída de la recaudación del impuesto sobre sociedades, que gravan los beneficios empresariales. España es un caso extremo. En 2007, llegó a recaudar más de 50.000 millones por el impuesto sobre sociedades y en 2014, no llegó a los 21.000 millones. Supone un descenso del 58,3%, el mayor registrado en la Unión Europea. El descenso medio en la zona euro fue del 18,6%.
Malta, Chipre y Luxemburgo, que estaban en la lista de paraísos fiscales, son los que más recaudan por Sociedades en Europa
En el impuesto sobre sociedades, España recauda el equivalente al 2% del PIB, dos décimas por debajo de la media europea. Es el noveno país que menor partida saca a este tributo. Los Estados que más ingresan son, por este orden, Malta (6,5% del PIB), Chipre (6,4%) y Luxemburgo (4,4%). Se trata de tres países que han sido catalogados en algún momento como paraísos fiscales por la legislación española y que mantienen una legislación beneficiosa para las empresas.
La Unión Europea trabaja, de momento sin éxito, para lograr una mayor armonización en el impuesto sobre sociedades. El objetivo no es fijar tipos similares en todos los países, algo que no contaría con el apoyo de buena parte de los Estados miembros, sino que existan reglas comunes para calcular la base imponible.
FISCALIDAD INMOBILIARIA
Bajo el epígrafe de impuestos sobre propiedades y construcciones, España recauda el 1,2% del PIB, justo en la media europea. Ello se explica por el potencial recaudatorio que tiene el impuesto sobre bienes inmuebles (IBI), un tributo local que abonan los propietarios de viviendas y que aporta a los ayuntamientos más de 10.000 millones de euros.
España es el país que ha registrado la mayor pérdida de recaudación por el tributo que grava el beneficio de las empresas
El IBI es el único impuesto del sistema tributario español que nunca ha registrado una caída en la recaudación. Se trata de una figura fiscal contracíclica que grava la tenencia de la propiedad y, por lo tanto, el desplome del sector inmobiliario y de las compraventas ha tenido un efecto limitado sobre el IBI. Además, el impuesto se aplica sobre el valor catastral de la vivienda, cuya variación depende de los municipios y ha continuado subiendo durante la crisis en muchas ciudades.
El impuesto sobre transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados, que grava la compraventa de vivienda de segunda mano y trámites como la suscripción de una hipoteca, no se encuentra en este grupo. Está integrado dentro del epígrafe de impuestos sobre operaciones financieras y de capital. La recaudación por el impuesto sobre transmisiones y actos jurídicos documentados, que ingresan las comunidades autónomas, se derrumbó durante la crisis y pasó de aportar más de 18.000 millones en 2006 a no alcanzar los 7.000 millones en 2014.
Los países que más recaudan por el impuesto sobre las propiedades son Francia, Grecia e Italia. El caso griego es paradigmático ya que antes de la crisis apenas lograba recursos en este ámbito. Atenas creó a partir de 2011 una suerte de IBIque, pese al elevado fraude que existe en Grecia, ha reportado más de 3.000 millones a las maltrechas arcas helenas.
IMPUESTOS SOBRE TRANSFERENCIAS DE CAPITAL
La oficina estadística europea indica que España es el tercer país de la UE, por detrás de Bélgica y Francia, que más recauda por los impuestos sobre transferencias de capital. Se trata de una cifra relativamente modesta (0,3% del PIB), sin embargo, es en el único apartado en el que España alcanza el podio. En este grupo se incluye básicamente el impuesto sobre sucesiones y donaciones, que en España aplican y recaudan las comunidades autónomas. Se trata de un tributo que en algunos países no existe o que tiene una capacidad recaudatoria muy baja. Por ejemplo, Italia ingresa por el impuesto sobre sucesiones y donaciones 622 millones, un 0,03% del PIB. Eurostat ofrece las cifras con un decimal y, por lo tanto, en muchos países aparece que la recaudación por los impuestos sobre transferencias de capital es del 0,0% del PIB.
Otra categoría de Eurostat son los impuestos corrientes sobre el capital, donde España recauda el 0,2% del PIB. Aquí se incluye, por ejemplo, el impuesto sobre el patrimonio, una figura que en Europa prácticamente ha desparecido. Existen tributos similares al impuesto sobre el patrimonio español en otros seis Estados miembros y el caso más conocido es el de Francia. El llamado impuesto de solidaridad sobre la fortuna permite al Gobierno de François Hollande ingresar más de 5.000 millones de euros. Dentro de la categoría de impuestos corrientes sobre el capital, Francia también incluye la taxe d'habitation, un impuesto que abonan todos los habitantes de una vivienda, sean o no propietarios. El Reino Unido es el país que más recauda por los impuestos corrientes sobre el capital y ello se debe al council Tax, la tasa municipal que abonan los residentes en el Reino Unido.
COTIZACIONES SOCIALES
Las cotizaciones sociales no son propiamente un impuesto, pero actúan como tal. Gravan el empleo y supone una de las fuentes de ingresos más relevantes. Las cotizaciones aportaron en torno a 130.000 millones en 2014 en España, un 12,5% del PIB. El nivel se encuentra por debajo de la media europea. Ello se debe principalmente al deterioro del mercado de trabajo y a los bajos salarios. Los tipos de cotización totales (incluye empleado y empleador) se mueven en torno al promedio de la UE.
Abrazos,
PD1: Sin ingresos no hay Estado del Bienestar…, pero es que andamos fritos a impuestos ya…
Llevamos años advirtiendo sobre la gravedad de la crisis fiscal en España. Años diciendo que si no aumentamos la recaudación, no conseguiremos resolverla. Por desgracia, tras cerca de seis años de consolidación fiscal basada primordialmente en la reducción del gasto, la tozuda realidad de los datos nos está dando la razón. El año 2015, a pesar de haber crecido a tasas del 3%, terminará con un déficit próximo al 5% del PIB y una Deuda Pública rozando el 100% del PIB.
El hecho diferenciador de las finanzas públicas españolas durante la crisis ha sido, sin duda, el desplome de los ingresos. En España los ingresos cayeron 6 puntos porcentuales de PIB, algo que no ha pasado en ningún otro país de nuestro entorno. En el resto de los países de la zona euro, los sistemas tributarios han funcionado como cabría esperar. Si bien la recaudación caía al bajar la actividad económica, el porcentaje de los ingresos sobre el PIB se mantuvo estable. En nuestro país, no sólo cayó la recaudación sino que también lo hizo el porcentaje que ésta representaba sobre el PIB, pasando del 41% en 2007 al 35% en 2009. Es decir, los ingresos cayeron proporcionalmente más que el PIB.
La crisis reveló que este sistema tributario es incapaz de recaudar lo suficiente sin un 'boom' inmobiliario
Desde 2009 estos datos han mejorado, llegando casi al 39% en 2014, pero la crisis dejó en evidencia un sistema tributario ineficiente e incapaz de recaudar recursos suficientes en ausencia de un boom inmobiliario. Como referencia diremos que en el 2014 los países del zona euro recaudaban, en media, el 47% del PIB y durante la crisis este porcentaje apenas varió. Para entender el porqué de estas discrepancias, recientemente hemos analizado nuestro sistema fiscal en un documento de trabajo de FEDEA.
Antes de continuar hay que hacer una aclaración. No existe un nivel de gasto público o de generosidad de los programas del bienestar que sea óptimo. Decidir qué modelo de Estado del bienestar queremos es una decisión ideológica/política legítima, que nosotros, aunque tenemos nuestras preferencias, no entramos a valorar en estas líneas. Pero una vez decidido el nivel de gasto que la sociedad desea, como economistas nos corresponde contestar a dos preguntas básicas. Primero, ¿hay suficientes recursos o ingresos para financiarlo? Segundo, ¿cuál es la forma más eficiente de conseguir una recaudación suficiente? Y es precisamente a contestar estas dos preguntas a lo que dedicamos nuestro artículo.
En este momento las administraciones públicas no tienen recursos para financiar el sistema de bienestar
Es evidente que en estos momentos las administraciones públicas no tienen recursos para financiar nuestro sistema del bienestar. Los datos de déficit y deuda no dejan lugar a dudas. Lo más preocupante es que este no es un hecho coyuntural. Tenemos bastantes razones para creer que el déficit es estructural, es decir, vino para quedarse, y se quedará si no hacemos algo al respecto. Pero ¿cómo podemos saber que nuestro sistema fiscal es ineficiente? Sólo tenemos que fijarnos en que prácticamente todos los impuestos cuentan con tipos marginales muy altos, por encima de la media europea, mientras que el nivel recaudatorio es muy bajo. Es decir, tipos marginales altos y tipos efectivos bajos en todos los impuestos.
Con esta situación, en 2014 España recaudaba cerca de 8 puntos porcentuales de PIB menos que nuestros vecinos. ¿Es un problema de una sola figura impositiva? Como podemos ver en el grafico de araña, donde el radio indica la recaudación de cada figura impositiva como porcentaje del PIB, la baja recaudación ocurre en todas y cada una de la las figuras impositivas.
Ingresos sobre PIB por tipo de impuesto: UE vs. España en 2014
Alguien podría pensar que esto es debido exclusivamente al fraude o la evasión fiscal. Nada más lejos de la realidad. La lucha contra el fraude fiscal o contra la economía sumergida ha de ser siempre una prioridad y no deberíamos renunciar a ella. Pero reducir la economía sumergida no aumentaría la recaudación como porcentaje del PIB. Como todo el mundo puede entender, aunque aumentaría la recaudación, también lo haría el PIB, por lo que el ratio se mantendría, más o menos, constante.
Además, resulta difícil pensar que aumentar la lucha contra el fraude, a pesar de los importantes avances de los últimos años, pueda resolver la crisis fiscal por sí sola. Hay diversos estudios sobre la economía sumergida. La mayoría indica que España tiene una economía sumergida estimada de alrededor de entre el 19% y el 20% del PIB. Eso son sólo 5 puntos porcentuales de PIB más que la tan admirada Alemania. Por lo tanto si, por arte de magia, pudiésemos convertirnos en Alemania de un día para otro, sólo podríamos aumentar nuestra recaudación en 20.000 o 25.000 millones de euros anuales, cuando el déficit es de unos 50.000 millones.
Lo que hace diferente a nuestro sistema impositivo es su gran cantidad de beneficios fiscales
Es razonable pensar que convertirse en Alemania en el tema de la lucha contra el fraude es un objetivo deseable, pero difícilmente alcanzable a corto plazo. Si fuera tan fácil, cualquiera de los últimos ministros de Hacienda, que tanto han sufrido para cuadrar nuestras cuentas públicas, hubiese tomado medidas para aflorar esos 20.000 o 25.000 millones de recaudación. Recordemos que tanto el último gobierno del PSOE como el reciente del PP tuvieron que pagar -y todavía están pagando- altísimos costes electorales por aprobar subidas de impuestos. Por lo tanto, parece difícil pensar que esta lucha será suficiente para cerrar la crisis fiscal.
Lo que realmente hace diferente a nuestro sistema impositivo es la gran cantidad de deducciones, exenciones y demás beneficios fiscales que presenta. Éstas reducen las bases imponibles y hacen que la recaudación sea baja, incluso con tipos impositivos por encima de la media europea. Loslobbies, los grupos de presión o simplemente la mala praxis tributaria han ido introduciendo agujeros en nuestros impuestos lastrando su recaudación. Así por ejemplo, el IRPF, a través de dichos beneficios fiscales, devolvió en 2014 de una forma o de otra a los contribuyentes el 38% del total recaudado. Algo parecido pasa con el Impuesto de sociedades. Dichas deducciones fiscales son regresivas, pues se concentran en los trabajadores con mayor renta o en las empresas de mayor tamaño. En el caso del IRPF, por ejemplo, el 10% de los contribuyentes con mayor renta se beneficiaron del 77% de la deducción de los fondos de pensiones en 2014.
Sólo el 42% de nuestra cesta de consumo está gravada con el IVA general; en Alemania, el 82%
Pero el episodio más sorprendente lo encontramos en la imposición indirecta, y en particular en el IVA. Mientras que el tipo general del IVA en España es parecido al de nuestros socios europeos, los últimos datos publicados nos indican que únicamente el 42% de la cesta de consumo está gravada con el IVA general, el resto lo está al tipo reducido o súper reducido. Es una cantidad muy baja comparada con otros países de nuestro entorno: en Alemania el porcentaje es el 82%, en Francia el 71% y en Italia 58% respectivamente. Por este motivo España, a pesar de las distintas subidas, recauda mucho menos por concepto de IVA cómo porcentaje del PIB que los países de nuestro entorno.
Somos conscientes de que ajustar el IVA para que la mayoría de los bienes y servicios sean gravados al tipo general tendría efectos que deberían ser compensados. La vía para hacerlo no es que todos nos beneficiemos de un IVA más bajo, sino a través de políticas redistributivas por la vía del gasto. Estas ayudas deberían ir dirigidas a ayudar a las familias con menos ingresos para compensar el aumento del precio de la cesta de consumo.
El primer objetivo de los sistemas tributarios es recaudar. Para redistribuir está la política de gasto
Tenemos que recordar que el objetivo principal de los sistemas tributarios no es redistribuir sino recaudar de la forma menos distorsionante posible. El instrumento para la redistribución debe ser la política de gasto. Por desgracia llevamos décadas introduciendo deducciones o beneficios fiscales para favorecer a determinados grupos. Esta práctica no sólo distorsiona las decisiones de los agentes y lastra la recaudación, además cabe destacar que los grupos que se benefician no son precisamente los más necesitados sino los que están mejor organizados.
Un ejemplo claro lo hemos visto en la Gala de los Goya, donde todos los líderes políticos que acudieron a la misma prometieron la bajada del IVA al cine tan pronto como llegaran al poder. Así, podemos decir que la primera medida consensuada por nuestros posibles gobernantes ha sido bajar la recaudación. Increíble… pero, ¿cuál es el problema? ¿En España se va menos al cine de lo que sería socialmente deseable o las familias más necesitadas no tienen recursos suficientes para asistir a las caras salas de cine? Si el problema es lo segundo y queremos potenciar el acceso a la cultura o al cine de las clases más desfavorecidas, la solución no debe ser bajar el IVA a todos los ciudadanos. Dado nuestro problema de ingresos, sería más razonable pagar el IVA general y dedicar una parte de la recaudación a subvencionar el cine o el acceso a la cultura a las familias con menos recursos.
Estamos en una encrucijada: o crece la recaudación o decrece nuestro Estado del bienestar
Otro ejemplo lo tenemos en el vino. Si un grado de alcohol es un grado de alcohol igualmente nocivo para la salud, ¿por qué el vino está exento de pagar el impuesto especial y no así la cerveza? Estos dos ejemplos muestran cómo en muchos casos nuestro sistema tributario no redistribuye hacia los más necesitados, sino hacia los grupos mejor organizados. Hay muchos más ejemplos: no podemos olvidar que detrás de cada beneficio fiscal se esconde la historia de éxito de un lobby. No hay gobernante, independientemente del partido al que pertenezca, que no haya cedido ante las presiones de algún grupo de presión.
Todo esto no dejaría de ser una anécdota más si no fuera porque estamos envueltos en la mayor crisis fiscal de nuestra historia y nos encontramos en una auténtica encrucijada. O aumentamos la recaudación o debemos desmantelar programas clave de nuestro Estado del bienestar. Esto no es una cuestión ideológica, es pura aritmética. Y por desgracia, el aumento recaudatorio no se va a conseguir ni con la lucha contra el fraude fiscal ni únicamente haciendo pagar más a los más ricos. Ambas medidas pueden ayudar, pero la crisis fiscal es de tal calibre que sólo se resolverá con una reforma fiscal en profundidad que modernice nuestro sistema tributario y aumente sustancialmente la recaudación y, para ello, es condición necesaria eliminar la mayor parte de las deducciones, beneficios y exenciones fiscales.
¿Estarán nuestros futuros líderes a la altura o sucumbirán a las presiones de los lobbies? Es mucho lo que nos jugamos. Máxime si tenemos en cuenta que la sanidad y la educación públicas han sufrido durante la crisis unos recortes del 16% y que el gasto futuro aumentará por el simple proceso de envejecimiento poblacional y el servicio de una deuda que en breve superará el 100% del PIB.
*** José Ignacio Conde-Ruiz (@conderuiz) y Juan Rubio-Ramírez son profesores de la Universidad Complutense y de la Universidad de Emory, respectivamente, e investigadores de FEDEA.
PD2: Las empresas se han salido con la suya…, han pagado mucho menos que las personas.
España deja de recaudar 50.000 millones por las deducciones fiscales
Las desgravaciones y exenciones tributarias equivalen al 25% de la recaudación
El sistema tributario español está lleno de agujeros por los que se escapa el equivalente al 25% de la recaudación. Las desgravaciones, exenciones y deducciones superarán los 51.000 millones de euros en 2016, según los presupuestos del Estado y de las autonomías. La Administración central ofrece 34.500 millones en beneficios fiscales y las comunidades otros 17.000 millones. Estos incentivos, junto con el fraude, hacen que los ingresos tributarios de España sean inferiores a los del resto de socios europeos. Los expertos creen que muchas de estas ayudas no son más que guiños políticos a grupos de electores.
Hasta hace poco la deducción por la compra de vivienda, de la que aún se benefician los que compraron antes de 2012, era una de las más populares del sistema fiscal. La Administración central devolvía a miles de contribuyentes hasta 1.500 euros en la declaración de la renta de cada año. Llegaba a suponer un coste de alrededor de 5.000 millones de euros para las arcas públicas.
Actualmente esa ayuda fiscal se ha reducido sensiblemente pero en nuestro sistema tributario aún quedan otros guiños fiscales por más de 51.000 millones, según los datos recopilados de los Presupuestos Generales del Estado y de los de las comunidades autónomas. Esta cuantía es equivalente al 5% del PIB, un agujero similar al déficit público que acumuló España en 2015.
El IVA es el tributo más parcheado. La existencia de tipos reducidos, superreducidos y otros regímenes especiales elevan hasta los 19.240 millones los beneficios fiscales en este impuesto. Eso provoca, junto al fenómeno del fraude especialmente intenso en este tributo, que España recaude casi dos puntos menos por el impuesto sobre el consumo que nuestros principales socios comunitarios. Algo similar ocurre en el resto de tributos. Desde los más generales como el IRPF, sociedades o los autonómicos de sucesiones y donaciones hasta los que comunidades y Ayuntamientos introducen en sus impuestos propios y tasas regionales y locales.
"Se supone que esas deducciones se establecen para que se puedan hacer políticas distributivas a través de los ingresos", explica Ignacio Conde-Ruiz, profesor de la Universidad Complutense e investigador de Fedea. Pero advierte: "Eso provoca que tengamos un sistema fiscal ineficiente con tipos marginales muy altos, superiores a la media europea. Tenemos un sistema con tipos efectivos bajos que recauda poco". Así el tipo general del IVA está en el 21% mientras que el tipo medio real está en el 15,4%, según la Agencia Tributaria.
James Mirrlees, premio Nobel de Economía de 1996, es autor de un prestigioso informe que desentraña cómo debería ser el sistema tributario perfecto. En este plantea que las políticas redistributivas se deberían hacer por el lado del gasto, vía subsidios o programas de beneficios sociales en lugar de por la vía de los impuestos.
Conde-Ruiz recoge la misma idea: "El camino para redistribuir de manera más justa es a través de las políticas de gasto. No introduciendo beneficios fiscales a un colectivo determinado porque se pierde eficiencia".
Un incentivo del 5% del PIB Pero no todas las deducciones tienen un fin redistributivo. Hay incentivos fiscales para el ahorro, como el destinado a los fondos de pensiones, o para determinadas inversiones en el impuesto de sociedades. Al final estos bálsamos fiscales terminan beneficiando a las rentas más altas o a las mayores empresas. "Es injusto introducir desgravaciones porque al final se acaba beneficiando al más organizado", recuerda Conde-Ruiz.
Las deducciones en el impuesto de sociedades son unas de las más cuestionadas. El tipo nominal del impuesto era del 30% hasta 2014 pero en realidad las empresas pagaban un 20,3% o incluso menos —las grandes multinacionales abonaron solo un 7,3% de sus beneficios—. Y así casi todos los impuestos.
Lo cierto es que en 2016 el Estado dejará de ingresar 34.500 millones y las comunidades otros 17.000 millones por estos beneficios fiscales. "La recaudación escapa por un diseño muy deficiente del sistema tributario. Fruto de un parcheo constante, año tras año, dedicado a ganar el mercado político de votos", explica José Félix Sanz, director de estudios tributarios de Funcas y catedrático de la Complutense. Prueba de ello es que cada vez que hay elecciones los distintos gobiernos aprueban una reforma fiscal con ambiciosos paquetes tributarios que favorecen a los ciudadanos a través de nuevos incentivos fiscales. Es una de las causas por las que España recauda entre cinco y seis puntos del PIB menos que sus socios comunitarios.
EL ENREDO DEL IMPUESTO DE SUCESIONES Y DONACIONES
Una revisión a los presupuestos regionales muestra que las comunidades han ejercido sus competencias tributarias estableciendo una maraña de deducciones, desgravaciones y bonificaciones en los impuestos sobre los que tienen competencia. Entre todos destaca el de sucesiones y donaciones, uno de los más hetereogéneo entre las comunidades. Las regiones han establecido deducciones y bonificaciones sobre las herencias y las transmisiones en vida por valor de 6.001 millones, más de lo que recaudan en total por ese impuesto.
Existe cierto consenso entre los expertos tributarios en la necesidad de reformar este impuesto para que no exista tanta diferencia en el tratamiento que dan en una comunidad y otra. Madrid tiene una exención del 99% en este impuesto cuando se aplica a los familiares directos, lo que le supone un coste de 2.558 millones de euros, según figura en sus presupuestos autonómicos.
Cataluña, por su parte, una de las autonomías con la fiscalidad más elevada, mantiene importantes beneficios fiscales para sus tasas y otros impuestos propios. Además, reconoce incentivos de 1.195 millones en el impuesto de transmisiones.
PD3: Imagínate que estás en un residencia de ancianos pobretona y viene el Papa Francisco y se pone a comer a tu lado. ¿Qué le dirías? Se fue a una obra de Caritas y se puso a comer con los demás. Y tan fresco. Lo normal es tratar a los demás con cariño. Todos, empezando por el Papa, estamos aquí para hacerle la vida mejor a los demás…