No sé si seguiremos tan fuertes como en los dos últimos años… Habremos crecido un gran 3% anual cada año el PIB, pero la bolsa ni se ha enterado…
Dic-2010: Ibex: 9.500; Dow Jones, 11.500.
El pasado viernes: Ibex, 9.500, Dow Jones, 20.000.
Y tal.
Hay ciertas dudas:
España, sin corregir los viejos problemas, volverá a hundirse
Unos datos macro aparentemente buenos encubren una preocupante realidad
Muchos analistas económicos, ante la evolución de la economía española en los últimos tres años, están ya lanzando las campanas al vuelo y proclaman que por fin hemos entrado en un círculo virtuoso, superando las antiguas dinámicas presentes desde los años ochenta del siglo pasado, basadas en ciclos de endeudamiento público-endeudamiento exterior-aumento de la demanda interna-'boom' de la construcción y colapso económico cuando los inversores extranjeros empezaban a desconfiar. Dio igual que estuviéramos en el euro. El ciclo fue más largo, pero el colapso económico se produjo igualmente y fue mucho más intenso y prolongado. ¿En qué se basan estos analistas para tener esta positiva opinión de la actual recuperación?
En el primer gráfico, vemos el primer indicador que sustenta tal afirmación, que es la evolución de balanza por cuenta corriente. Como vemos en el gráfico (que recoge además la cuenta de capital), y al contrario que en ciclos de recuperación anteriores, la balanza por cuenta corriente no solo no se ha deteriorado sino que presumiblemente acabará 2016 con el dato más positivo de la historia.
El segundo dato es posiblemente contraintuitivo para muchos, pero lejos de ser negativo en la actual coyuntura de fuerte creación de empleo, es muy positivo. Este dato es el consumo de cemento, que vemos en el siguiente gráfico. Como se ve, a pesar del leve repunte de 2014 y 2015, durante la mayor parte de 2016 ha permanecido en negativo, con consumos sobre la quinta parte del máximo de la burbuja y a niveles de los primeros años sesenta del siglo XX. Esto contradice escandalosamente las noticias que aparecen con frecuencia en los medios sobre que “la construcción vuelve a ser el motor de la economía” o “que la construcción levanta el vuelo”. Los analistas de los que hablamos saben perfectamente que esto no son más que publirreportajes pagados por la banca, ansiosa de deshacerse de sus activos tóxicos. Por lo tanto, interpretan que la activación económica que vivimos no es del mismo tipo que en ciclos anteriores. Y tienen razón. Pero en lo que no tienen razón, como veremos, es en que esto signifique que hemos entrado en una dinámica virtuosa. Uno puede superar un cáncer y luego morir de un infarto, y algo parecido es lo que lleva camino de pasarle a la economía española, como veremos a continuación.
El primer dato que desentona de la sinfonía oficialista del círculo virtuoso es la inversión en equipo. Supuestamente, habría que esperar que la economía española estuviera haciendo una transición hacia un sistema productivo más intensivo en capital y por lo tanto más competitivo y de mayor valor añadido. Tras unas caídas impresionantes de la inversión en equipo en el periodo 2008-2013, la recuperación ha sido tibia y parcial, estando en el último dato disponible (noviembre de 2016) un 29% por debajo de la de noviembre de 2007. Más preocupante todavía, vemos cómo ha dejado de crecer en el tramo final del año.
Un segundo dato que desmonta la interpretación favorable del actual ciclo alcista es la medida de la posición competitiva española en precios de producción. Como se ve, la ligera mejoría frente a los países desarrollados que vimos a partir de 2013 se ha truncado, y otra vez vuelven a subir los precios de producción, además en un periodo en que el IPC ha estado muy contenido.
Un tercer indicador que capta una instantánea demoledora de nuestra auténtica situación es el comercio internacional de productos de alta tecnología que publica el INE. Tras unos años relativamente favorables, en 2014 (último dato disponible) se rompió la tendencia y descendieron estas exportaciones mientras aumentaban las importaciones. Por supuesto, esto es totalmente incompatible con la pretensión de que estamos cambiando el modelo productivo hacia uno de alto valor añadido.
La interpretación más plausible sobre lo que está pasando es que vivimos un periodo de incremento de la demanda interna causado por una disminución del ahorro —que confirma el INE— y que se ha situado casi en mínimos desde que estalló la crisis, unido a una expansión del gasto público y una favorable posición exterior gracias a los bajos precios del petróleo. La fortaleza de la demanda externa también ha contribuido a este buen comportamiento de la economía.
Pero falta explicar por qué este incremento en la demanda interna no está repercutiendo en un deterioro rápido de la balanza comercial, como ha venido siempre siendo habitual en la economía española en los ciclos alcistas. De hecho, la mayor parte de la responsabilidad, como he dicho, es de los bajos precios del petróleo, pero existe otro factor importante que creo que se está dando, y son los bajísimos salarios del nuevo empleo creado, algo que vemos en la encuesta de costes laborales. En ella, se ve cómo, a pesar de que la negociación salarial se ha materializado en pequeñas subidas de sueldos en 2016 respecto a 2015, el coste salarial global disminuye. La única explicación a esta paradoja es que los nuevos empleos se ofertan con salarios muy bajos aprovechando las facilidades de la reforma laboral en este sentido. Es sabido que los niveles más bajos de renta tienen una propensión menor a consumir productos importados que el resto de la población, lo que daría una explicación a que las importaciones no estén aumentando más rápido todavía de lo que lo están haciendo (+4,3% en volumen en lo que va de 2016 frente a un 4,1% las exportaciones).
La conclusión que podemos sacar de la situación actual es que no existe absolutamente ningún indicio de que la estructura productiva española esté cambiando. Antes bien, parece que incluso se está fomentando con la reforma laboral que se aumente la producción en sectores de bajo valor añadido. El único punto favorable es que resulta evidente que la construcción no está remontando y que no se está fraguando ningún nuevo 'boom' inmobiliario, lo que ya sería el colmo de los despropósitos.
Pero en un mundo que está cambiando a toda velocidad, con una cuarta revolución industrial en marcha, esta situación dibuja un futuro bastante tenebroso para la economía española, que está quedando evidentemente descolgada de este proceso, al igual que quedamos descolgados de la tercera oleada de cambio tecnológico. La cantidad de países cuya estructura productiva está pasando a ser competidora directa nuestra es cada vez mayor, y nos vamos situando rápidamente en el peor nicho de mercado dentro de la estructura económica mundial. El Gobierno español no parece entender ni media palabra de todo esto y sigue con un obtuso 'laissez faire' respecto a nuestro sistema productivo que muchos países predican, pero solo los más tontos entre los tontos practican. Y entre ese ominoso grupo de gobiernos estúpidos, destaca sin duda alguna el nuestro.
Abrazos,
PD1: Y eso que se ha creado bastante empleo… Aunque no hay trabajo para todos:
La digitalización va asociada a que se pierdan más puestos de trabajo de los que se crean.
¿Cómo es que alguien que procede del campo de las Matemáticas acaba dedicándose a este tema?
Desde que me jubilé he tenido más tiempo para plantearme determinados problemas. Hace tiempo que me preocupa el hecho de que Europa está perdiendo su situación en la sociedad postindustrial. Intenté descubrir si la crisis dependía de más cosas que de los bancos. La principal conclusión que he sacado en este tiempo es que cada vez hay menos puestos de trabajo y que esto obliga a un replanteamiento de nuestra sociedad.
¿Y eso, por qué?
Con la digitalización hemos creado unas máquinas que tienen resultados mejores que las habilidades humanas Pero además se ha establecido otra lógica en los procesos de producción, que ha alterado las lógicas de la formación de empleo. Hoy tenemos productos gratuitos de coste marginal cero, como son las copias de los libros digitalizados (eso no pasaba con los libros físicos). Con un teléfono móvil se hacen cosas muy difíciles, y las hace todo el mundo. Con las nuevas tecnologías se ha reducido el número de secretarias, por ejemplo. Se están perdiendo muchos puestos de trabajo. Antes, cuando querías viajar en avión, tenías muchos intermediarios: los que te asesoraban, los que te vendían el billete, los que te daban la tarjeta de embarque, los que te la recogían. Ahora en todo este proceso sólo tienes un intermediario: el guarda de seguridad, y este podría ser sustituido por un robot. Hay un proceso terrible de desaparición de intermediarios. Y eso puede afectar a todo el mundo. Ahora se podrán hacer transferencias por Facebook y eso, sin duda, afectará a los bancos.
¿La digitalización afectará también en los bancos?
La digitalización tiene unos efectos insospechados en muchos ámbitos. La gratuidad hace que determinados sectores estén en peligro. Estamos más informados que nunca y escuchamos más música que nunca, sin pagar. La gente disfruta de música y de información sin que eso tenga impacto en el PIB, y eso lo complica todo. Eso también está afectando a la enseñanza: ¿qué sentido tiene que yo me prepare una clase magistral cuando hay profesores mucho mejores que yo que ya han colgado en internet clases enteras, con ejercicios y todo?
También se dijo, cuando surgió la revolución industrial, que las máquinas quitaban al trabajo a la gente, y más tarde se generaron nuevos trabajos.
Históricamente, los economistas han defendido que cada vez que hay una evolución tecnológica, después de un periodo de choc, la sociedad se estabiliza y aparecen nuevos puestos de trabajo. Eso pasó en la primera y en la segunda Revolución Industrial, pero es muy posible que con la digitalización sea diferente. Sí que aparecen nuevos trabajos, desde los creadores de juegos hasta los gestores de páginas web, pero son muy pocos. La digitalización va asociada a que se pierdan más puestos de trabajo de los que se crean.
¿Qué papel juega la globalización en la problemática del empleo?
La globalización implica que hay gente en el otro extremo de mundo que puede estar tan preparada como nosotros, que está dispuesta a hacer el mismo trabajo que nosotros y a competir con nosotros, y eso genera terror. El problema del empleo toma una dimensión mundial, más que local. El problema, ahora, es que o el trabajador de los Estados Unidos se queda sin trabajo, o el trabajador de México se queda sin trabajo. No parece que haya solución. Parece ser que no hay trabajo para todo el mundo. Según mis estimaciones, en el mundo hay 3.200 millones de personas que buscan un puesto de trabajo aceptable, y en realidad sólo hay 1.200 millones puestos de trabajo en buenas condiciones.
¿Y qué puede hacer la gente?
La gente hace lo que puede, por eso están surgiendo nuevos tipos de trabajos, que no son los habituales y que no funcionan ni siquiera como un trabajo prototípico. Es el caso de los conductores de UBER. En realidad, la gente cada vez está más ocupada, tenga o no tenga trabajo... Hoy en día "ocupación" ya no es "empleo": puedes estar muy ocupado y no tener un puesto de trabajo.
Si el empleo no se recupera, ¿se debería proceder a una reforma de nuestra sociedad?
Estamos en una situación en que es urgente plantearse si la capacidad redistribuidora que se supone al salario se está cumpliendo hoy en día. No hay ninguna garantía de que todo aquel que quiera trabajar pueda conseguir un puesto de trabajo. Hoy en día, no todo el mundo puede vivir de un salario. Y parece ser que en el futuro esto continuará así.
Eso nos lleva a una nueva fase histórica...
Bien, tendríamos que tener en cuenta que la idea del salario como a base de la redistribución es un asunto muy moderno en la historia de la humanidad. Antes de la Revolución Industrial eso no existía. Es un proceso que tiene tan sólo 200 años de vida y que quizás ya haya agotado su ciclo.
El gobierno insiste en que si hay problemas de empleo lo que tiene que hacer la gente es convertirse en emprendedora. ¿Esta posición es realista?
Por desgracia, eso es una solución de políticos que no han entendido el problema. Y eso me preocupa mucho. Todo el mundo siente la necesidad de que haya puestos de trabajo, pero nadie se da cuenta que la evolución tecnológica nos lleva en sentido contrario. Y eso nos conducirá, inevitablemente, a una situación de conflicto. Aquí hay mucha gente que no dice la verdad. No la dice el gobierno. Y, lamentablemente, tampoco la dicen los sindicatos.
Tal como va esta dinámica. ¿El Estado tal como lo conocemos, financiado por los impuestos del trabajo y del comercio, está en peligro?
Hay un parón económico y eso implicará que tendremos que controlar el consumo. Trabajar menos quiere decir, también, que tendremos que consumir menos. Llevamos 50 años con el mito del crecimiento continuado del PIB y del consumo. Ahora eso se ha acabado. Hace falta una reflexión tranquila, que nos lleve a reorganizar una sociedad en que la gente no necesariamente viva como resultado de su trabajo.
Entonces, ¿qué se puede hacer?
No podemos seguir confiando en que la redistribución de la riqueza vía salario garantice la subsistencia de la población, como había estado pasando hasta ahora. Yo no sé exactamente hacia dónde tenemos que ir, pero apunto cuatro propuestas que se están haciendo desde diferentes foros. Dos en un contexto de Estado fuerte, y dos en un contexto de Estado debilitado.
¿Qué podría hacer a un Estado fuerte para enfrentarse al problema de la falta de empleo?
Hay dos alternativas: la renta básica universal o el reparto del trabajo. La renta básica universal es una idea atractiva, pero complicada. ¿Cómo se define lo básico? ¿Se incluye la educación y la sanidad? Los americanos no contemplan la sanidad dentro lo "básico". Y la idea de universal también supone dificultades. ¿Quién se podría beneficiar? ¿Los refugiados también? No es fácil aplicar este concepto. La otra posibilidad, para un Estado fuerte, es ir hacia un reparto del trabajo. Es lo que los japoneses denominan sociedad 5.0. En Japón hay mucha gente que está ocupada en trabajos que podrían ser automatizados. El Estado subvenciona a las empresas que no incorporan máquinas que sacan trabajo a la gente. En Japón se tiene muy claro que tiene que haber mercado de mercancías, pero no mercado de trabajo...
¿Y cómo se podría enfrentar a este problema desde un punto de vista más liberal?
Con un Estado débil, y desde un punto de vista más liberal, tenemos dos opciones: tratar de competir con las grandes marcas o ir hacia la "uberización". Competir con las grandes compañías es muy difícil. Hoy en día sólo hay 25 grandes marcas, con una productividad terrible. Alphabet, una de las grandes empresas del mundo, con 66.575 trabajadores factura 74.980 millones de dólares. Es decir, cada trabajador factura en torno a 1,12 millones de dólares. Aquí el concepto de productividad pierde sentido. Es casi imposible competir con ellos. Google triunfa, porque hay uno solo en el mundo. No es tan fácil crear competencia: los chinos lo están haciendo, pero los europeos fracasan sistemáticamente cuando lo intentan. La otra posibilidad, en un estado liberal, es la uberización completa: que cada uno haga los trabajos que pueda, como pueda. La juventud ya ha decidido optar por esta propuesta: usan Blablacar, Airbnb... ¡Alerta! Si la juventud ha escogido esta opción, es que esta opción tiene futuro.
¿Los políticos son conscientes de la problemática de la desaparición de puestos de trabajo?
Cada vez más. En Bruselas, en junio, hubo un encuentro de los sindicatos europeos, y ya corrían mensajes en este sentido: se necesita hacer algo muy innovador para hacer frente a este problema. En Alemania ya se está discutiendo sobre el trabajo 4.0, que implica una distribución del trabajo. En Francia el consejo de ministros ya empieza a debatir el tema de los excluídos del mercado de trabajo y uno de los temas que más se discutirán en las elecciones generales francesas será la renta básica universal. En la Cumbre de Davos de 2016 ya se hablaba de la crisis del trabajo, y muchos ya decían que no les salían las cuentas en el problema del empleo. Es un tema que se está discutiendo mucho en otras partes.
PD2: En el alma de cada cristiano, Jesús ha sembrado por el Bautismo, la gracia, la santidad, la Verdad... Hemos de hacer crecer esta semilla para que fructifique en multitud de buenas obras: de servicio y caridad, de amabilidad y generosidad, de sacrificio para cumplir bien nuestro deber de cada instante y para hacer felices a los que nos rodean, de oración constante, de perdón y comprensión, de esfuerzo por conseguir crecer en virtudes, de alegría...
Por eso el Bautismo es tan importante y da mucha pena la cantidad de niños que no se bautizan… Por cierto, hace unos días tuve mi 5º nieto, Teresa, que bautizaremos este sábado.