Sigo siendo muy positivo.
Escenario que afrontan los emergentes en 2017
Los fundamentales de los mercados emergentes han experimentado una mejora generalizada. La previsión de consenso es que el crecimiento del PIB de los mercados emergentes pase del 4,2% en 2016 al 4,6% en 2017. Esta mejora responde a una recuperación cíclica en Brasil y Rusia, donde se parte de un nivel bajo y se esperan medidas de relajación monetaria. Según Tom Wilson, responsable de renta variable de mercados emergentes en Schroders, los emergentes deberían beneficiarse del firme crecimiento de China y de la liquidez abundante que probablemente garantizarán las autoridades del país de cara al XIX Congreso Nacional del Partido Comunista el próximo otoño.
A su entender, los riesgos a más largo plazo en China, como la creciente dependencia de la economía al endeudamiento y la falta de reformas estructurales, parecen ser manejables por ahora. “El yuan se ha debilitado en torno a un 5% en lo que llevamos de año, lo que, sumado a los controles sobre los capitales, ha aliviado ligeramente la presión bajista sobre la moneda. Sin embargo, los riesgos de la fortaleza del dólar amenazan con volver en el centro de atención la política cambiaria de China”.
Los mercados emergentes también han experimentado una mejora generalizada en sus balanzas comerciales desde la agitación producida por el taper tantrum, lo que reduce su vulnerabilidad a un contexto internacional con menor liquidez. En 2013, los mercados emergentes cayeron en respuesta al anuncio de la Fed de que reduciría gradualmente su programa de relajación cuantitativa.
En cuanto a las valoraciones, Wilson considera que estas son razonablemente interesantes, pero necesitan el apoyo de los beneficios. “Durante los últimos años, las constantes revisiones a la baja de las previsiones de beneficios han provocado un peor comportamiento por parte de los mercados emergentes. Creemos que las perspectivas de los analistas son ahora más realistas. Las perspectivas de beneficios se estabilizaron en 2016, lo que impulsó el repunte de los mercados emergentes, y ahora apuntan a crecimientos de los beneficios en 2017”.
El índice MSCI Emerging Markets cotiza en torno a 11,7 veces los beneficios previstos a doce meses, con lo que se sitúa en torno a la media. “Por precio-contable, las valoraciones son atractivas, ya que se mueven en torno a 1,4 veces. Esta cifra es inferior a la media a largo plazo y refleja el reducido nivel actual de rentabilidad sobre los fondos propios en los mercados emergentes”, indica el experto.
En lo que respecta a la asignación del capital y la eficiencia de los costes, estos han mejorado entre las empresas de los mercados emergentes. “Este hecho debería aupar los márgenes de beneficios e impulsar la rentabilidad sobre los fondos propios. Si el ciclo de rentabilidades empresariales mejora y los beneficios comienzan a alcanzar y superar las previsiones, las bolsas recibirían un fuerte impulso. La recuperación de los precios de las materias primas y la estabilización del crecimiento chino deberían ser factores positivos, aunque la reciente fortaleza del dólar probablemente sea un obstáculo a corto plazo para los beneficios declarados en dólares”.
Por otro lado, los mercados emergentes se benefician de la actividad económica mundial. Las condiciones económicas internacionales seguirán siendo modestas, aunque las previsiones de consenso apuntan a una leve mejora del crecimiento del 2,5% en 2016 al 2,8% en 2017. “Se baraja la posibilidad de que el cambio en las políticas estadounidenses traiga consigo una reactivación económica a escala mundial y aumente el crecimiento. Esta posibilidad es real, pero sigue habiendo problemas estructurales en áreas como las tendencias demográficas, la productividad, las infraestructuras y la regulación. Existe el riesgo de que la mejora del crecimiento sea cíclica y efímera”.
“Los intercambios comerciales entre los mercados emergentes han acrecentado su importancia y estas economías dependen menos del crecimiento del mundo desarrollado que en el pasado. Sin embargo, si el crecimiento mundial continúa siendo débil, se moderarán los efectos positivos derivados de la mejora de las economías internas de los países emergentes. La debilidad del crecimiento de los ingresos hace que las empresas emergentes necesiten más apoyo orgánico para impulsar los beneficios”, explica Wilson.
Por otro lado, los riesgos extremos relacionados con la escena política internacional han aumentado y 2017 trae un calendario político cargado. “Los posibles cambios políticos tendrán implicaciones para todos los mercados de activos. Tras la victoria de Trump, los mercados han reaccionado rápidamente para descontar un movimiento de reactivación y un crecimiento económico más fuerte en EE.UU. Eso ha suscitado el temor a que se acelere el ritmo de la normalización de la política monetaria en EE.UU., lo que endurecería las condiciones de liquidez y tiraría al alza del dólar. La curva de rendimientos de EE.UU. se ha inclinado y los mercados emergentes han sufrido presión vendedora. Históricamente, estos se han comportado peor que los desarrollados en periodos de fortaleza del dólar”.
Sin embargo, EE.UU. se encuentra en el tramo final del ciclo y su economía está próxima al pleno empleo. “Un paquete de medidas de estímulo presupuestario podría elevar la tasa de crecimiento, pero también estimularía las presiones inflacionistas, lo que provocaría un endurecimiento de la política monetaria y una apreciación del dólar. A su vez, eso asfixiaría la recuperación del crecimiento. Además, la fortaleza actual del dólar podría lastrar la economía estadounidense hasta que se materialicen los efectos positivos de un hipotético paquete de estímulos. Por lo tanto, las expectativas actuales podrían moderarse”.
Entretanto, los posibles cambios en la política comercial de EE.UU. plantean un riesgo asimétrico. “La postura proteccionista de Trump podría afectar negativamente al comercio mundial y, por lo tanto, a los mercados emergentes. Podrían aparecer noticias negativas, aunque las medidas políticas serían de escaso calado y muy selectivas, a tenor de los beneficios mutuos del libre comercio, la complejidad de las cadenas de suministro internacionales y las consideraciones geopolíticas. Las consecuencias de los posibles cambios en las políticas comerciales serán diferentes en función de cada país y empresa cotizada y evaluaremos las implicaciones conforme vayan evolucionando dichas políticas. En general, los mercados emergentes están escasamente representados en las carteras y sus valoraciones son razonables, por lo que una posible reacción excesiva de los mercados podría brindar una oportunidad de inversión”.
Abrazos,
PD1: Parece que China no va a ir a peor en cuanto a crecimiento:
Growth in China: what next?
At a time when the United States is poised to turn inward, China’s economic performance is more important globally than ever. Whether China can achieve sustainable growth patterns in the coming years will depend upon a number of key factors.
One of the leading external factors shaping China’s prospects will be its relationship with the US under President Donald Trump. Ideally, the two governments would work together to negotiate mutually beneficial trade and investment agreements, with sensitivity to the challenges faced by both sides. But the opposite outcome – the escalation of mutually damaging trade and investment disputes – is also a distinct possibility.
Political uncertainty is also on the rise in Europe. While its impact on China would not be as direct as Trump’s actions, it is a source of significant medium-term risks for the entire global economy.
Within Asia, a key factor shaping China’s economic prospects is progress on Chinese-led regional trade and investment agreements. In particular, investments in regional development via the “one belt, one road” initiative and the Asian Infrastructure Investment Bank may produce expanded trade and growth in Asia (and beyond), though the effects will not be immediate.
The fourth major external factor relates to exchange rates. As it stands, the renminbi is facing significant depreciation pressure, caused largely by a surge in capital outflows. Meanwhile, the US dollar is strengthening in anticipation of Trump’s fiscal expansion. China’s performance will depend partly on how these dynamics play out.
But, beyond the external uncertainties and headwinds, China faces a slew of internal challenges, which may well present even greater risks to its economy. Those challenges – including weaknesses in the real economy and the private sector, overcapacity, excessive leverage, and high housing prices – are rooted largely in the financial sector’s mounting problems and the failure of China’s leaders to address them.
Consider efforts to promote investment in the real sector. The People’s Bank of China has been providing spurts of liquidity to the market, in the hope of relieving financial constraints on productive private businesses and industries. But the monetary-policy transmission mechanism is broken, and liquidity is not making it to the real economy. Instead, China’s banks continue to allocate credit largely to state-owned enterprises (SOEs) and local-government financing vehicles (LGFVs).
Credit to the state sector ends up flowing not into productivity-enhancing investments, but into the housing market (fueling price bubbles) and industries with excess capacity (fueling even more overcapacity and enabling companies to avoid much-needed restructuring). While LGFVs use the low-cost loans to build infrastructure, the social returns of those investments are often low; and, after decades of rapid infrastructure construction, the marginal returns are declining. Meanwhile, local governments’ leverage continues to rise.
SOEs may also use the unregulated shadow banking system to re-lend at higher interest rates the cheap money they receive to private businesses, which cannot borrow reliably from the formal banking system. Whereas the interest rate of a one-year loan in the formal banking system is around 5%, the average one-year interest rate in the Wenzhou shadow banking market (to cite one example) was around 16% in November.
This state of affairs is jeopardizing the entire economy. Banks are bailing out bankrupt companies, while private firms – especially small and medium-size enterprises – continue to get squeezed. Given that the private sector is generally significantly more productive than SOEs or LGFVs, generating much higher returns on investment, the absence of hard budget constraints on troubled SOEs clearly must be addressed.
Of course, China’s leaders have known this for a while, and have created a reform agenda that seeks to reform the SOEs, while unleashing the private sector’s potential. But it is still a work in progress. Convincing banks to lend to private enterprises, rather than to SOEs and LGFVs, will require substantial structural shifts in China’s economy.
Image: Statista 2016
For financial institutions, SOEs and LGFVs represent much lower risk than private businesses, regardless of how leveraged or uncompetitive they are. After all, because SOEs and LGFVs are implicitly guaranteed by central or local governments, they are highly unlikely to default.
Banks know (or believe) that if an SOE or LGFV faces bankruptcy, the government will step in with favorable policies and subsidies, tax cuts, and low-cost financing instruments. In some cases, banks have no choice but to lend to failing SOEs; their provincial government may demand that they provide large low-cost loans to a struggling and unproductive firm, particularly if it contributes significantly to local fiscal revenue and employment.
Given that private firms enjoy no such official protections and thus play on a field that is nowhere near level, they must be substantially more productive and competitive than the SOEs. And even then, if the SOEs with which they are competing struggle too much, they are vulnerable to policy shifts that increase their disadvantage further.
Simply put, the Chinese financial sector’s bias in favor of SOEs is contributing to some of the biggest risks faced by China’s economy. Investors’ recognition of these risks may be one driver of capital outflows, meaning that distortionary incentives in the financial system are also contributing to the downward pressure on the exchange rate.
China has made great strides in recent years in implementing reforms that boost domestic private consumption. And, despite the barriers it faces, the country’s private sector has become highly dynamic and innovative. Earlier reforms are now bearing fruit, and this has helped to sustain economic growth.
But achieving faster, more resilient growth will require China to eliminate the biases, protections, and implicit guarantees favoring SOEs in the marketplace and in the financial system. Only then can monetary policy achieve its goal: supporting productive investment, innovation, the scaling of private-sector businesses, and real economic growth.
PD2: Si Trump prosigue con sus amenazas proteccionistas, habrá represalias desde China. Se han establecido demasiados lazos entre ambos países, hay demasiados intereses de empresas estadounidenses que no solo fabrican en China, sino que venden muchos de sus productos a China:
China Ready to Step Up Scrutiny of U.S. Firms If Trump Starts Feud: Sources
Bloomberg News
China is prepared to step up its scrutiny of U.S. companies in the event President-elect Donald Trump takes punitive measures against Chinese goods and triggers a trade war between the world’s two biggest economies after he takes office, according to people familiar with the matter.
The options include subjecting well-known U.S. companies or ones that have large Chinese operations to tax or antitrust probes, the people said, asking not to be identified because the matter isn’t public. Other possible measures include the launch of anti-dumping investigations and scaling back government purchases of American products, according to the people.
The move illustrates how the fallout from escalating tensions between the two nations could spread to companies. Trump has made China a frequent target of his attacks and nominated trade-related officials that the Communist Party’s Global Times newspaper said would form an "iron curtain" of protectionism.
Any retaliation by China against Trump could be risky. A backlash may result in China damaging access to its biggest trading partner, said Michael Every, head of financial markets research at Rabobank Group in Hong Kong.
"When you have a country with a large trade deficit that retaliates against a country with a large trade surplus with it, it’s the country with the trade deficit that wins," said Every. "The country with the surplus loses, every time."
America’s trade deficit with China narrowed to $31.1 billion from $32.5 billion in October as U.S. exports to the nation were the strongest since December 2013, according to the most recent data available. That brought the trade deficit to $288.78 billion for the ten months to the end of October.
Playing Chicken
China’s central government compiled the possible countermeasures after collecting opinions from various departments, the people said. The punitive steps would only be carried out if the U.S. acts first and after senior Chinese leaders sign off on them, they said.
Representatives at China’s Ministry of Commerce, National Development and Reform Commission, State Administration of Taxation and General Administration of Customs either didn’t respond or couldn’t immediately comment to Bloomberg queries.
Representatives at Trump’s transition team didn’t respond to a request for comment.
Late last year, China fined General Motors Co., the second-largest foreign carmaker in the country, nearly $30 million for antitrust violations after the company was accused of setting minimum prices on some models made by its SAIC General Motors joint venture. GM said at the time it respects local laws and that it would fully support its venture in China to ensure all appropriate actions are taken.
Given how much they have at stake -- Rhodium Group estimates American multinational corporations have poured more than $228 billion into China since 1990 -- U.S. business groups have a history of pushing back against Washington on trade issues with China. In the 1990s, companies including Boeing Co., Motorola Inc. and American International Group Inc. were involved in lobbying efforts in the annual battle to renew China’s most-favored nation status that gave its exports low-tariff status in the U.S. In 2011, trade groups representing companies including Microsoft Corp. and Wal-Mart Stores Inc. lobbied against legislation to pressure China to raise the value of its currency
PD3: Seguimos buscando en sitio erróneo. El tesoro es Jesucristo. Nadie como Él puede llenar el corazón del hombre de paz y felicidad. No hay que buscar la felicidad en las cosas materiales. Si Jesús vive en tu corazón, el deseo de compartirlo se convertirá en una necesidad. De aquí nace el sentido del apostolado cristiano.