Con programas de aumento de gasto público, similar a lo que quiere hacer el Presidente del Gobierno español, con demasiada deuda acumulada, similar a lo que pasa en España, sin deuda externa, al contrario de España que acumulamos una burrada de deuda externa del 90% del PIB, pero con un pobre crecimiento económico, las dudas sobre los bonos italianos se han desatado este verano…
¿Quién está vendiendo realmente deuda italiana?
No solo los inversores están pendientes del mercado. “Cada mañana, antes de llamar a mis hijos, reviso el spread de la deuda”, aseguró el Primer Ministro de Italia, Matteo Salvini, en el marco del Foro European House Ambrosetti celebrado este fin de semana. Desde las elecciones generales de marzo la rentabilidad de los bonos italianos ha escalado con fuerza ante el temor a un gobierno de coalición populista. Pero lo que es más preocupante: el spread se ha expandido a niveles propios de la crisis de deuda de 2012.
La deuda italiana tradicionalmente ha sido un indicador del miedo para los países periféricos en Europa y un termómetro de la economía. ¿Qué señal intenta mandar el mercado?
Según explica Pilar Arroyo, investment specialist de M&G, podrían influir tres factores. Por un lado, que Italia tiene el segundo mayor ratio de deuda por PIB de Europa, del 132%, solo por detrás de Grecia. Por otro, que aún no hay acuerdo para presentar los presupuestos y la fecha límite es el 15 de octubre. Y finalmente, que Italia acumula años de débil crecimiento, especialmente duro de comparar con la recuperación de sus vecinos.
En cuanto a si puede haber contagio, de momento la experta no ve señales de pánico en el euro. Tampoco parece haber correlación en los índices de renta fija europea.
Entonces, ¿quién está vendiendo realmente? Desde DWS ofrecen una respuesta en el siguiente gráfico:
La deuda pública italiana financiada con bonos aumentó desde 1,18 billones a 1,9 billones de euros. De este incremento, los bancos centrales adquirieron 314 mil millones, mientras que las instituciones financieras domésticas se hicieron con 417 mil millones. Los inversores extranjeros sumaron otros 373 mil millones. Otros inversores italianos, entre los que se incluyen particulares y empresas, redujeron sus tenencias en 289 mil millones.
“Parece que los propios ahorradores italianos, y no los inversores extranjeros, son quienes no confían en su propio Estado. Probablemente tengan buenas razones para ello, y que éstas no estén ligadas únicamente a la política. La diversificación del riesgo viene a la mente”, comentan desde la gestora alemana.
Abrazos,
PD1: Trabajamos por obligación, por un sueldo, o ¿nos gusta lo que hacemos? Este es el objetivo
¿Amas lo que haces? ¿O lo haces por deber?
Lo importante no es el cargo ni el sueldo. Lo que de verdad importa es el sentido que das a tu trabajo y la actitud con que lo haces.
Hay muchas maneras de arruinarse la vida, pero una muy sencilla es pensar que no estamos viviendo la vida que podríamos llegar a alcanzar. Ser el eterno insatisfecho produce la ruina interior. Es como ir recalentando el motor continuamente (no me hace feliz, no es lo que podría haber logrado…) y al final el motor se quema.
No es positivo conformarse con una vida mediocre, está claro. Pero no hablamos de eso. Hablamos de la persona que cuando no tiene trabajo se queja de que nadie está dispuesto a dar empleo, cuando lo consigue se queja de que cobra poco y que su trabajo es aburrido, cuando lo pierde dice que ya se lo imaginaba desde el primer día… Es lo que se llama “ser un cenizo”.
Todas las personas buscamos la felicidad, de modo que ese es un denominador común. El trabajo, además, no es un castigo sino un medio, un regalo que hay que cultivar y hacer fructificar.
La felicidad absoluta solo se encuentra al final del camino y para quien tiene fe solo está de forma completa en el cielo. Pero mientras tanto, a lo largo de la vida, cada episodio de nuestro libro vital puede estar escrito con alegría o con amargura, y eso sí depende de nosotros.
Depende de la actitud, dice Victor Küppers.
Y del sentido de la vida, dice Viktor Frankl.
Encontrar sentido a nuestros días y a nuestro trabajo es lo que nos da vigor para levantarnos por la mañana. Nos da fuerza para seguir adelante aunque estemos cansados o hayamos entrado en una fase de rutina que tiende a la fatiga emocional.
¿Cómo amar lo que hacemos cuando no hay aliciente?
¿Cómo amar lo que hacemos cuando es un trabajo con muy pocos alicientes o ninguno? ¿Cómo no desmotivarse?
La clave puede ser descubrir lo positivo de cada tarea. ¿Qué consigo yo en los demás con ese trabajo? Si limpio aulas, contribuyo a la educación de los niños que estudian ahí porque ven cómo se tratan las cosas materiales para que funcionen bien siempre. Si estoy en un servicio de informática, permito que todo el sistema funcione y las personas descarguen su estrés.
Ama el trabajo, tanto si eres un director como un becario, porque la felicidad no está en el cargo sino en la actitud y el sentido que le das a tu labor.