16 abril 2020

¿Será ésta la realidad?

Es muy duro decir la realidad, cuando nadie sabemos cómo saldremos de ésta. Interesante ver lo que se va diciendo por ahí de cómo puede ser de grave la “realidad”. Manuel Pimentel, un tipo listo, bien formado y con mucha experiencia, exministro de Trabajo y Asuntos Sociales, publica esto:

Escenarios realistas y no edulcorados de nuestra economía postcoronavirus

No nos dicen la verdad. La versión edulcorada de aplausos y respiradores improvisados con gafas de Decathlon que nos muestra la televisión trata de interponer una gasa de color rosa entre la realidad y nosotros. Pero la realidad es tozuda y trágica, tanto en el número de muertos – lo más importante – como en las consecuencias económicas que tendremos que sufrir durante años. Y de esto queremos hablar, de economía. Por eso, con la frialdad de los datos, queremos mostrar los posibles escenarios económicos que tendremos que afrontar en función de la duración e intensidad de la maldita epidemia que nos asola.
Salir, saldremos. Pero no sabemos ni cuándo, ni cuántos. Tampoco cómo quedaremos después del paso de los jinetes del apocalipsis que nos asolan. Si salimos de la mal llamada Gripe española y sobrevivimos a las espeluznantes pestes medievales, también, por supuesto, saldremos de ésta. Ya haremos el recuento de muertos cuando no nos queden lágrimas ya para llorarlos. A estas alturas no sabemos si nos encontramos con una plaga que dejará, tan sólo en España, veinte mil o ochenta mil muertos. Posiblemente, nos dicen, por ahí en medio andará. Lo que sí sabemos es que, como daño colateral, la pandemia dejará también a la economía en la UCI y queremos acercarnos para tratar de reconocerla. Y lo haremos con la frialdad del cirujano, exponiendo simplemente las posibles repercusiones de tres escenarios posibles, en función de la extensión de la epidemia y, por tanto, del estado de alarma en sus distintos gradientes. He tomado las previsiones de distintas fuentes, en principio serias y razonables. No nos equivocaremos mucho, así que, atento, lea con detenimiento el mapa de los posibles aconteceres. No se trata de asustar, sino, simplemente, de analizar lo que se nos viene encima. Si usted es de los que agradece la realidad y aborrece los discursos edulcorados de camuflaje, quizás algún día se alegre de haber leído con detenimiento estas cortas líneas. Vamos a ello.
Escenario A. El más positivo. El estado de alarma se alarga hasta finales de abril. A partir de mayo, paulatinamente y de manera escalonada, se retorna a la actividad, tanto esencial como no esencial. En octubre la incidencia del coronavirus sería baja. En este caso, en algunos sectores la recuperación sería rápida, pero, en otros, como los vinculados al turismo, exasperantemente lenta. Se perderán más de cien mil empresas. Podemos estimar una caída del PIB que oscilaría entre el 9% – 15% según las diversas fuentes disponibles. La recaudación pública caería alrededor del 25-35% y precisaríamos, obligatoriamente, de fondos europeos para ayudarnos a salir del trance. Si nos fuerzan a los fondos de rescate europeos, la economía sería intervenida y los recortes afectarían a funcionarios y gasto público. La deuda pública podría subir hasta alrededor del 110% en el plazo de un año y el desempleo superará los cuatro millones de parados.
Escenario B. El medio. El estado de alarma se prolonga todo el mes de mayo y a partir de junio comienza a suavizarse lentamente. En octubre la incidencia sería media, pero obligaría a algunas medidas de confinamiento. La situación se complicaría entonces. Más de doscientas mil empresas cerrarían sus puertas, y el desempleo podría irse casi a los 6 millones de parados. La caída del PIB superaría con holgura el 20%. La recaudación publica caería más del 50%. Entraríamos en economía de guerra, con problemas de suministros de todo tipo, lo que forzaría el racionamiento para la población. Dependeríamos de la ayuda europea, que nos impondría severos recortes. Podría existir intervención pública de los recursos financieros y de ahorro para captar fondos a la desesperada. Autónomos, pequeños empresarios y trabajadores en paro quedarían en la ruina. El desempleo podría superar los 6 millones de personas, algo desconocido hasta ahora. La deuda pública ascendería, al menos, al 125% del PIB.
Escenario C. El pesimista. El estado de alarma, de manera más o menos intensa, se prolonga todo el verano para enlazar con el otoño, donde se volvería a reactivar para prevenir el rebrote de la epidemia. En ese supuesto, la economía privada, sencillamente, desaparecería, con muerte masiva de empresas. El Estado precisaría, además de la ayuda europea, la intervención del FMI, ya que entraría en suspensión de pagos. Los ingresos públicos caerían más del 60%, lo que conllevaría una drástica disminución de gasto público, salarios de funcionarios y pensiones incluidas. El desempleo superaría los siete millones de parados y la deuda pública se elevaría por encima del 140%. La economía quedaría casi por completo intervenida, con producción bajo control y racionamiento militar a la población. Podrían producirse apagones en el suministro energético, de agua, gas o telecomunicaciones. El estado intervendría el ahorro de empresas y familias, tanto monetario, como en instrumentos de inversión o fondos de pensiones.
Esperemos quedarnos en la opción A, luchemos entre todos por conseguirlo. La erradicación de la pandemia tendrá la palabra. El acierto o yerro de nuestros gobernantes tendrá, también, mucho que decir en la gestión y superación de la crisis. Desgraciadamente, me temo, visto lo visto, que no estamos precisamente en las mejores manos para afrontar una situación tan grave como la que padecemos. Pero, en fin, es lo que tenemos.
Salud, mucha suerte y ánimo, porque salir, saldremos.
Quizás no lo queramos pensar, pero ¿no sería mejor prepararnos para lo peor? En el escenario B, el medio, ya habla de economía de guerra, problemas de suministros, con racionamiento. Intervención pública de los ahorros (lo que te conté yo hace unos días), y haciendo una especie de espiral que se retroalimenta a si misma…
En el escenario C nos quedamos sin poder ir a la playa este verano (yo todavía no me animo a alquilar el apartamento, lo sigo sin ver). Y lo demás que dice es lo que le pasó a Grecia cuando solicitó rescate: ruina, bajada de sueldos funcionarios, bajada pensiones…, el acabose. Y España con estos que nos gobiernan. Tiene tela!!! Por cierto, me gusta mucho el alcalde de Madrid para cualquier cosa. Podrían dar un paso atrás y que presidiera este gran hombre. Y de economía el consejero delegado de Zara y tal… Nos sobran todos los demás políticos, de todos los colores, incapaces de gestionar nada, mentirosos compulsivos, demagogos… y los adjetivos que quieras poner.
No obstante, con tantas malas noticias macro y malas perspectivas a futuro que hay, los mercados no ceden mucho, lo que quiere decir que quizás ya haya sido la claudicación en las bolsas (el mínimo que ocurrió hace unas semanas), y quede solo un coletazo de bajada adicional, una última oportunidad de compra.
Además, parece que los efectos del virus remiten, y la desescalada generará un alivio sobre las expectativas de futuro (Alemania abre las tiendas la semana próxima y los colegios también…).
Falta por ver en la España populista como improvisan, no debe haber ningún plan todavía ya que debemos seguir esperando a tenerlo todo controlado, a hacer esos test masivos para conocer la realidad que nunca llegan… Fuimos los más lentos en tomar medidas, se nos infectó mucha más gente, y seremos los más torpes en volver a una primera normalidad… Pero al margen de lo que ocurra en España, las bolsas tiene pinta de que aguanten ya que con la fuerte bajada de hace un mes, quizás esté descontada la recesión que tenemos.
Los inversores sabemos que las noticias macro que se van a publicar en los próximos meses van a ser muy malas, ya lo sabemos, lo cual quiere decir que nos van a afectar ya que ya están descontadas. Y todos sabemos que es la última oportunidad de comprar barato, lo que provoca esa reticencia a que nadie venda con noticias malas y por eso le va a costar mucho bajar… Quizás no haya que esperar a comprar a que alcance el mínimo de hace unas semanas, ya que puede nunca llegue tan abajo y hayamos visto ya los mínimos de los mercados.
Abrazos,
PD1: Como viene mucha hambre, como el paro va a ser largo y ha pillado a muchos sin recursos, sin grandes ahorros, creo que lo más sensato es que los que puedan ayuden con sus finanzas a los más desfavorecidos. Los más necesitados los atiende Cáritas. Va a haber cola para comer y hará falta mucho dinero todos los meses durante bastantes años.
Si de verdad quieres ayudar al prójimo y no le puedes dar un trabajo, dale dinero para que al menos coma. El Estado español no lo hará. Caritas es la mejor opción. Y para dar un donativo, que te ruego sea regular (te pasan un recibo todos los meses y ni te enteras), es directamente por
Que te duela lo que das, que sea mucho, no lo que te sobre, no calderilla, que sea lo que te gastas en un hijo todos los meses. Es como yo lo hago: tengo (9+1) hijos y ese uno se llama Cáritas… (luego te llega la desgravación del IRPF que no viene mal).
Háblalo con tu mujer o marido y actúa, no esperes a mañana, no esperes a ver qué pasa contigo. Si dentro de unos meses no puedes dar más, te borras y punto.