07 noviembre 2016

el sistema de pensiones está roto

Si no se hace nada, morirá… Va a costar hacer algo, ya que no hay dinero, y más impuestos son un dolor, aparte que no funcionan tampoco.

España tendrá más jubilados que trabajadores dentro de 30 años

Hoy hay casi 2,5 empleados por cada persona mayor de 67 años, a partir de 2046 habrá menos de una. El número de jubilados se multiplicará por dos en este periodo. 
Sostener el sistema público de pensiones es uno de los mayores retos económicos que tiene España por delante. Las proyecciones de la pirámide poblacional actualizadas la semana pasada por el INE para los próximos 50 años reflejan a la perfección el tamaño del problema. Los datos muestran que a partir de la segunda mitad de los 40, cada persona que haya trabajando en España tendrá que sostener, no solo a su familia, sino también a un jubilado. Actualmente esta carga se reparte entre 2,5 trabajadores, lo que significa que la carga de pensiones que tendrá que sostener cada español se multiplicará por dos en menos de 30 años.
Los datos de la proyección de la población española muestran que el problema de las pensiones no es solo de creación de empleo, como repite el Gobierno hasta la saciedad, también es de demografía. Actualmente la población en edad de trabajar, entre 16 y 67 años (teniendo en cuenta que esta es la nueva edad de jubilación fijada por la reforma de las pensiones de 2011) multiplica por cuatro el número de personas en edad de retirarse. En concreto, las personas en edad de trabajar superan los 31,5 millones, mientras que los mayores con 68 años o más son casi 8 millones.
Esta proporción se deteriorará rápidamente durante las próximas tres décadas, según las proyecciones del INE. En 2031 ya habrá menos de tres personas en edad de trabajar por cada uno en edad de jubilarse, en 2044 serán menos de 2 y en 2051 serán ya menos de 1,7 personas. En estos 35 años 7 millones de personas se jubilarán, lo que multiplicará por dos el número de jubilados, lo que significa que uno de cada cuatro ciudadanos en edad de trabajar, dejará de estarlo.

EL TRABAJO

La presión demográfica es indudable. 1,7 personas en edad de trabajar por cada jubilado difícilmente puede sostener el sistema público de pensiones, ya se financie con cotizaciones o con impuestos, sigue siendo muy poco. Pero todas las personas en edad de trabajar no están interesadas en hacerlo. De hecho, la población activa (personas en edad de trabajar que están ocupadas o que quieren hacerlo) se ha movido tradicionalmente en el entorno del 60%. En otras palabras, de cada 10 españoles en edad de trabajar, 4 decide no hacerlo.
La tasa de actividad es especialmente baja entre los más jóvenes, ya que siguen estudiando. Solo un 23% de las personas entre los 16 y los 19 años quiere trabajar y entre los 20 y los 24 años son un 63%. Estos datos son el promedio de toda la serie histórica de la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE y evidencian que toda la fuerza laboral del país no se utiliza para producir. La población activa también se reduce a partir de los 60 años por las enfermedades y las prejubilaciones. Por lo tanto, la proporción de las 1,7 personas que hay en edad de trabajar por cada jubilado es demasiado optimista, la realidad es peor.
Si se combina la media histórica de actividad con las proyecciones de la pirámide poblacional se anticipa un deterioro mucho más rápido de la sostenibilidad del sistema de pensiones. El número de personas integradas en el mercado de trabajo por cada pensionista caerá por debajo de 2 en 2030 y en 2051 apenas habrá 1,13 activos por cada jubilado. Esto significa que, en el mejor de los casos de que el mercado laboral pueda absorber a todas las personas que buscan un empleo (o lo que es lo mismo, eliminar el paro), cada trabajador tendrá que pagar casi una pensión de jubilación completa.
El cruce de estos datos se ha realizado teniendo en cuenta las tasas de actividad de las distintas franjas de edad. Esto es muy importante para España, ya que en los próximos años perderá mucha población situada en las horquillas de edad más activas: entre los 30 y los 55 años. En los próximos 35 años, el número de personas en esta franja se reducirá en casi 5 millones, lo que supone más de un 25% de la población que trabaja actualmente en España.

EL PARO

Al problema de la baja tasa de actividad, común a todos los países desarrollados, se le une en España el del paro. Este es un drama que da la puntilla al maltrecho sistema de pensiones. La tasa de desempleo ha sido tradicionalmente más alta que en el resto de países occidentales, lo que refleja un problema estructural de la economía española. Si se utilizan los datos históricos de desempleo por franjas de edad y se combinan con las proyecciones demográficas, se obtiene el dato inicial: a partir de 2046 habrá más jubilados que trabajadores.
Esta proporción es, actualmente, de 2,4 trabajadores por cada jubilado, pero se deteriorará tan rápido que no tardará más que 30 años en caer de 1. El Gobierno está estudiando adoptar medidas como compatibilizar el cobro del 100% de la prestación con seguir trabajando para prolongar algo más la edad media de jubilación. El éxito de esta medida y otras similares podría hacer cambiar unas décimas estos cálculos, pero voltear la tendencia será prácticamente imposible.
Los datos históricos del paro también podrían cambiar, precisamente este es uno de los grandes retos del país, el de rebajar el desempleo estructural, pero cambiar la tendencia no será fácil. En este sentido, estos cálculos pueden subestimar la capacidad del país para mejorar el mercado laboral. También los ciclos económicos tendrán su efecto coyuntural, estos datos marcan la tendencia estructural proyectada.
Pero también hay un riesgo de que se estén sobrevalorando, ya que todas las personas que están trabajando no cotizan, lo que provoca que, sistemáticamente, el número de ocupados que se obtiene en la Encuesta de Población Activa sea superior al número de cotizantes. El éxito o el fracaso en la lucha contra el fraude afectarán también a estos cálculos. Al margen de que se cotice o no, estos datos reflejan que en España habrá menos personas trabajando de las que habrá jubiladas dentro de 30 años.
El INE considera que el efecto de la inmigración no será tan fuerte como en la década de los 2000 y teme que España seguirá envejeciendo y perdiendo población. Estas proyecciones también pueden estar equivocadas, pero reflejan el escenario central y más evidente actualmente. Un escenario perfecto para una película de suspense.
Abrazos,
PD1: A los políticos del PP se les está ocurriendo una genialidad: que se contribuya al sistema por lo que se gana, sin topes…
El sistema de pensiones español es una gran hucha a la que contribuimos mediante nuestras cotizaciones a la Seguridad Social. Estas determinan la pensión contributiva que tendremos al jubilarnos. Pero hay unos topes máximos y mínimos. Por arriba, aunque se cotice de más, no se podrá cobrar más pensión.
La pensión máxima en España
Según el Real Decreto 1170/2015, que regula la revalorización de las pensiones en 2016,nadie con una pensión pública en España puede cobrar más de 2.567,28 euros al mes. Esta cuantía no se ve afectada por las pagas extraordinarias. Así que, si multiplicamos la mensualidad por 14 (incluyendo la paga de verano y la de diciembre), el límite anual en el país está en los 35.941,92 euros.
Pero, ¿cómo actúa este límite si cobramos dos pensiones a la vez? En España es posible cobrar, por ejemplo, una pensión de viudedad y una pensión de jubilación. Es una situación cada vez más común, debido a la incorporación de la mujer al mercado de trabajo. En ese caso, el límite está de nuevo en la cuantía máxima. No es posible cobrar dos pensiones que superen los 35.941,92 euros anuales (en 2016).
Si se llegase a este punto, entonces se reducirían proporcionalmente hasta llegar a no superar el límite legal.
La revalorización de la pensión máxima
Existe un tope sobre el cual es imposible cobrar una pensión pública. Pero hay que decir que este se revaloriza. Desde la reforma de las pensiones del año 2013, que introdujo una fórmula de revalorización que mantenía el IPC como referencia pero también el estado de las cuentas del sistema, las pagas máximas han aumentado el mínimo legal del 0,25% anual.
El año 2011 se registró la mayor revalorización de la pensión máxima: un 1,3%, pasando de 34.521,95 euros anuales a 34.970,74.
El resumen de los últimos años es que, paradójicamente, a pesar de registrar mayores subidas entre 2009 y 2013, los precios aumentaron más. Entre enero de 2009 y enero de 2013, el IPC subió un 9,3%, mientras que las pensiones máximas lo hicieron un 4,3%. Se puede decir que en ese espacio de tiempo los pensionistas perdieron poder adquisitivo.
Sin embargo, entre 2014 y 2016 las pagas máximas se han revalorizado (como todas las demás) un 0,75%, mientras que los precios han bajado un 1,6%; es decir, estos pensionistas han ganado poder adquisitivo.
En todo caso es importante indicar que la situación es excepcional. El IPC está en negativo, pero la ley fija que la revalorización mínima de las pensiones debe ser del 0,25%. No obstante, si el IPC estuviese en positivo y sumara aumentos que superasen el 0,25%, las pensiones no tendrían por qué revalorizarse al mismo ritmo, ya que el FRA (Factor de Revalorización Anual) incluye el estado de los ingresos del sistema o del número de pensionistas.
También es cierto que las pensiones pueden revalorizarse por encima del IPC si el sistema goza de buena salud. En este caso, la ley contempla un aumento de ese IPC más un diferencial del 0,5%.
En 2016 la pensión máxima en España está un 42% por encima del salario medio. La última referencia es de 2015. Aquel año la paga de jubilación máxima era de 2.560 euros mensuales, mientras que la nómina media se situó en los 1.809. Pero además, desde 2012, el coste laboral medio (lo que la empresa paga por un trabajador, incluyendo el salario y los abonos a la Seguridad Social) es más bajo que la pensión máxima.
El futuro de la pensión máxima
Voces del Partido Popular han manifestado la intención de aumentar las pensiones (todas) también el mínimo legal, un 0,25%, para 2017. Eso daría una pensión máxima para el año que viene de 36.031,14 euros anuales.
Sin embargo, desde el Ejecutivo argumentan que el hecho de encontrarse en funciones les impide llevar al Congreso de los Diputados un nuevo presupuesto. Si no se aprueban las cuentas, comentan voces del Gobierno, entonces las pagas se congelarían.
No obstante, oposición y sindicatos contestan que la ley sí permite aprobar de urgencia la revalorización de las pensiones aunque el Gobierno se encuentre en funciones.
En todo caso, la cuantía máxima española no tiene nada que envidiar respecto a la de países del entorno. De hecho es la segunda mayor de Europa, según el Primer Estudio de la Jubilación en España, realizado por Optima.
Por delante solo estaría Luxemburgo, con 4.735 euros mensuales. Detrás hay países como Austria (2.220 euros al mes) o Noruega (2.040 euros).
Pero este es el presente y el futuro próximo. ¿Qué pasará a más largo plazo? Según el estudio The Future of Spanish Pensions, de los profesores Javier Díaz-Giménez y Julián Díaz-Saavedra, la pensión máxima caerá en 500 euros durante los próximos 30 años.
El problema está en que comienza a retirarse una gran masa de población: la generación delbaby boom, que ha generado derechos por tener historiales de cotización largos. En resumen, habrá que pagar pensiones más altas y a más gente, en un contexto en el que la natalidad no ha dejado de bajar tras esa generación.
Más allá de esto puede resultar interesante complementar la futura pensión con algunos instrumentos al alcance. Aquellos que coticen por encima del tope, es decir, que por sus aportaciones tuvieran derecho a percibir una pensión más alta que la máxima establecida, pueden compensar este “agravio” y además aprovecharse de las ventajas fiscales.
La idea es no tener un nivel de vida muy diferente al que ya disfrutábamos mientras trabajábamos. Por eso es importante establecer una estrategia de ahorro desde bien pronto.
Como ves, es importante pensar en la jubilación en todo momento y estar atentos a los cambios normativos y a las particularidades que nos puedan afectar. Una de ellas es la pensión máxima y otra, la incertidumbre que en torno a esta y a todo el sistema de pensiones público existe por los retos que debe afrontar.
PD2: No nos lo podemos permitir…

¿Puede permitirse España las pensiones que está pagando?

Sólo Chipre paga una jubilación más alta sobre el salario medio de los trabajadores. Para mantener las pensiones actuales sería necesario añadir 10 millones de cotizantes.
Uno de los mayores retos que tendrá que afrontar el próximo gobierno es el de las pensiones. Durante la legislatura del Partido Popular, con prórroga de casi un año incluida, el Ejecutivo ha retirado casi 57.000 millones del Fondo de Reserva de la Seguridad para abonar las pagas extra de los pensionistas. La hucha se acabará el año que viene y el problema del déficit de la Seguridad Social sigue sin resolverse.
Según la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), la Seguridad Social cerrará este año con más de 15.000 millones de euros de déficit, una situación que obliga a replantearse los ingresos del sistema y también los gastos. Es el momento de reflexionar sobre la cuantía de las pensiones de jubilación que paga España, ya que hay pocos países en Europa con unas pagas tan elevadas. Según los datos de Eurostat, la pensión media de España equivalía en 2013 al 65,4% del salario medio (esto es, la tasa de beneficio). Un nivel muy alto que solo lo supera Chipre, que paga a sus jubilados un 74,9% del salario medio.

En el resto de Europa el gasto está más contenido, con el objetivo de que las pensiones sean sostenibles y poder repartir mejor la renta de la que se dispone. En Francia, la pensión media era del 52,5% del salario medio, en Alemania del 40,8% y en los países bajos, del 34,2% y la media de la Unión Europea está en el 46,5%, esto es, casi 20 puntos menos que en España. La situación es todavía más grave si se tiene en cuenta la tasa de reemplazo, esto es, la pensión que reciben los jubilados sobre el último salario cobrado, alcanza el 81,9%, frente al 43,8% de la Unión Europea; esto es, casi el doble que el resto de socios.
A la hora de valorar estos datos hay que tener en cuenta dos factores. El primero la moderación salarial que ha vivido España y también otros países europeos (como Chipre), lo que hace que el porcentaje sea algo mayor. También es cierto que los países con unas rentas laborales más altas pueden pagar una pensión media alta y que, aun así, suponga un porcentaje bajo sobre el salario medio.
Pero, en última instancia, lo que demuestra es que unas pagas tan elevadas exigen un esfuerzo muy alto a los trabajadores y a las empresas y ya no hay hucha para afrontarlas. Puede ser el momento de replantearse si las pensiones más elevadas son muchas o si son demasiado altas, ya que el número de jubilados que cobran más de 2.000 euros al mes se han disparado un 800% desde 2008, así es imposible afrontar el reto demográfico que se avecina.

EL DEBATE

EL ESPAÑOL dedicó una jornada completa a debatir este problema de las pensiones dentro del simposio que está llevando a cabo esta semana por la celebración de su primer aniversario. Los expertos reunidos propusieron las mejores soluciones para aliviar el problema de las pensiones. Uno de los puntos importantes es precisamente las pensiones tan altas que paga España.
Para mantener el nivel de pagos actual sería necesario que España tuviese 27 millones de cotizantes en las próximas décadas, esto es, en torno a 10 millones más de los que hay actualmente. Un horizonte que hoy parece muy lejano. Para evitar sustos mayores, Rafael Domenech, economista jefe de Economías Desarrolladas de BBVA Research propuso “converger con el resto de Europa” y así imitar “lo que han hecho otros países: permitir que la pensión aumente menos que el salario y que esa tasa del beneficio caiga”.
Lo que está claro es que “con la actual relación de cotizantes por pensionista no se pueden mantener estas pensiones”, de modo que, “o reducimos la tasa de beneficio o aumentamos la presión fiscal”.
Las dos reformas de las pensiones aprobadas en 2011 (PSOE) y en 2013 (PP) introdujeron cambios para intentar hacer el sistema público de pensiones sostenible, lo que llevará a las pensiones a caer frente al salario medio. Los dos cambios más importantes se aplicaron en la segunda reforma, con la introducción del Factor de Sostenibilidad y el Índice de Revalorización, que vinculan las pensiones a la esperanza de vida y a la salud financiera de las cuentas de la Seguridad Social.
Está claro que las pensiones van a bajar en comparación con el salario medio, pero ¿van a bajar en niveles absolutos? En otras palabras ¿van a cobrar los pensionistas del futuro menos de lo que cobran los de hoy? La respuesta está en la capacidad de España para elevar su productividad y, por tanto, del empleo que sea capaz de crear el país. “En función de lo que cada uno ha cotizado, le corresponderá una parte de la renta futura”, explicó Domenech, “si la tarta es más grande, nos tocará una parte mayor y si es más pequeña, será inferior”.
Ángel de la Fuente, socio de Fedea, refrendó sus palabras: “Lo importante es el tamaño de la tarta”. Esto significa que el futuro de las pensiones no está ya condenado por la demografía, sino que hay mucho por hacer. Fedea está realizando un estudio en profundidad sobre las pensiones y adelantó la primera parte en este coloquio. En este informe muestra que el problema del sector público de pensiones se debe principalmente al bajo crecimiento de la productividad de la economía española. Más de la mitad del deterioro de la salud financiera del sistema se ha producido porque, en los últimos 20 años, el incremento de la productividad ha sido nulo, lo que afecta a los salarios y a la renta del país y, en definitiva, a los ingresos de la Seguridad Social.
“Durante los últimos 20 años, la productividad media no ha crecido”, ha apuntado de la Fuente, “por eso hay otro factor sobre el que podemos actuar para solucionar el deterioro de la salud financiera del sistema, la productividad, empezando por la educación y llegando hasta la buena gestión de las empresas y la buena regulación”.
La sociedad no puede obviar que la productividad ha jugado un papel más relevante que la demografía a la hora de planificar el futuro del sistema de pensiones. Domenech recordó que el estado de bienestar actual, incluido el sistema público de pensiones, “es un termómetro de la economía”, esto es si hay crecimiento con ganancias de productividad y creación de empleo, el estado de bienestar se puede sostener. Por este motivo, “a corto y medio plazo es importante crear empleo y que sea lo más productivo y lo más estable posible”, remarcó.

LA SOLIDARIDAD

José Antonio Herce, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI) puso sobre la mesa el problema de la “mal entendida solidaridad generacional”. El sistema de pensiones que tiene España es de reparto, esto es, los cotizantes actuales pagan las pensiones actuales y el único derecho que consiguen es el de recibir una pensión en el futuro en función de los cotizantes que haya en ese futuro. Esto es lo que se considera la solidaridad entre generaciones: la actual paga las pensiones de la anterior con la esperanza de que la siguiente generación pague la suya.
Herce apuntó que el envejecimiento de la población exige que los trabajadores interioricen las consecuencias de este fenómeno, tanto para cotizar como para percibir una pensión. “Entramos cada vez más tarde en el mercado laboral porque sabemos que tenemos que dotarnos de mayor capital humano, y queremos jubilarnos pronto”, explica. El resultado es que trabajadores que han “unos lustros” quieran cobrar una pensión de jubilación “por décadas” y esto atenta contra la verdadera solidaridad generacional.
Para el profesor, es fundamental que haya un cambio en la conciencia social y también individual: el envejecimiento tiene que responderse con una prolongación de la edad de trabajar. Los jóvenes de hoy vivirán 100 años, no se pueden jubilar a los 65 años como se hacía hace un siglo, remarca Herce.
De hecho, el sistema de pensiones actual es más que solidario, ya que paga a los jubilados más de lo que les correspondería si se tuviese en cuenta su cotización. Si se tuviese en cuenta lo que aportaron al sistema, las pensiones tendrían que ser menores, en especial las más bajas, que tendrían que caer hasta situarse en torno a la mitad de lo que son hoy. “Las pensiones mínimas, hoy por hoy, son las más beneficiadas por euro cotizado”, remarca Herce.
PD3: El amor de Dios hacia el hombre es gratuito, de ahí la palabra gracia, nos ama gratis, a todos, por siempre. Como nosotros no estamos acostumbrados a ese amor gratuito, pensamos que le debemos algo a Dios, que tenemos que compensarle, que tenemos que pagarle con oraciones, con cosas buenas, cuando el amor que nos da Dios es gratuito, nos lo da porque quiere y nosotros no somos capaces de entenderlo, pensamos como mercantilistas, pensamos que hay que devolvérselo…
El Señor nos dijo que amaramos a Dios como Padre que es nuestro, que nos viéramos como hijos pequeños suyos que quieren a sus padres igual que Dios nos quiere a nosotros. Y que amáramos al prójimo como Él nos enseñó, con la misericordia que nos fue mostrando toda su vida…, perdonando siempre nuestros errores.