31 enero 2017

hacia un desorden mundial

Interesante lo que dice Martin Wolf en el Financial Times

El camino hacia un nuevo desorden mundial

Termina un periodo económico y geopolítico liderado por Occidente. ¿Vendrá un desmoronamiento con desglobalización y conflictos o un período en el que más potencias opten por cooperar entre ellas?
No es cierto que la humanidad no pueda aprender de la historia. Puede hacerlo, como lo demuestra el hecho de que Occidente aprendió las lecciones del período oscuro transcurrido entre 1914 y 1945. Pero parece que ahora las ha olvidado. Una vez más estamos viviendo en una época de nacionalismo estridente y xenofobia. Las esperanzas de crear un mundo nuevo de progreso, armonía y democracia gracias a la apertura de los mercados en la década de 1980 y al hundimiento del comunismo soviético entre 1989 y 1991 se han convertido en cenizas. 
¿Qué futuro le espera a EEUU, creador y garante del orden liberal de la posguerra, que pronto será gobernado por un presidente que repudia las alianzas permanentes, defiende el proteccionismo y admira a los déspotas? ¿Qué futuro le espera a una UE maltrecha, con el auge de la democracia no liberal en el este, el Brexit y la posibilidad de que Marine Le Pen sea elegida presidenta de Francia? 
¿Qué futuro espera ahora que la Rusia de Vladimir Putin quiere recuperar antiguos territorios y ejerce una creciente influencia sobre el mundo y que China ha anunciado que Xi Jinping no es el primero entre iguales sino el líder principal? 
El origen del sistema económico y político mundial contemporáneo fue una reacción a los desastres de la primera mitad del siglo XX. Estos últimos, a su vez, fueron causados por el progreso económico sin precedentes, pero altamente desigual, obtenido en el siglo XIX. 
Las fuerzas de transformación desencadenadas por la industrialización fomentaron la lucha de clases, el nacionalismo y el imperialismo. Luego, entre 1914 y 1918 ocurrieron la guerra industrializada y la revolución bolchevique. El intento de restaurar el orden liberal imperante antes de la primera guerra mundial en la década de 1920 terminó con la Gran Depresión, el triunfo de Adolf Hitler y el militarismo japonés de la década de 1930. Esto a su vez creó las condiciones idóneas para la masacre catastrófica de la segunda guerra mundial, a la que siguió la revolución comunista en China. 
Después de la segunda guerra mundial, el mundo estaba dividido en dos campos: la democracia liberal (encabezada por Estados Unidos) y el comunismo (dirigido por la Unión Soviética). Los imperios controlados por los estados europeos se desintegraron, lo que dio lugar a una serie de nuevos países en lo que se llamaba el tercer mundo. 
Ante una civilización europea en ruinas y la amenaza del totalitarismo comunista, Estados Unidos, la economía más próspera del mundo y el país con mayor poder militar, utilizó su riqueza y su sistema de autogobierno democrático para crear, promover y sostener un Occidente transatlántico. De este modo, los líderes occidentales aprendieron conscientemente las lecciones de los errores políticos y económicos desastrosos que cometieron sus predecesores después de su entrada en la primera guerra mundial en 1917. 
A nivel nacional, tras la segunda guerra mundial, los países de este nuevo Occidente se fijaron el objetivo de lograr el pleno empleo y un cierto tipo de estado de bienestar. A nivel internacional, una nueva serie de instituciones –el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, el antecesor de la Organización Mundial de Comercio, OMC) y la Organización para la Cooperación Económica Europea (el instrumento del Plan Marshall, más tarde rebautizado como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE)– supervisó la reconstrucción de Europa y promovió el desarrollo económico mundial. La OTAN, el núcleo del sistema de seguridad occidental, fue fundada en 1949. El Tratado de Roma, que estableció la Comunidad Económica Europea, la antecesora de la UE, se firmó en 1957. 
Esta actividad creativa se produjo en parte como respuesta a las presiones inmediatas, sobre todo a la miseria económica europea de la posguerra y a la amenaza de la Unión Soviética de Stalin. Pero también reflejaba una visión de un mundo más cooperativo. 
Desde el punto de vista económico, la posguerra se puede dividir en dos periodos: el periodo keynesiano de Europa y de la convergencia económica de Japón y el periodo posterior de la globalización orientada hacia el mercado, que empezó con las reformas de Deng Xiaoping en China a partir de 1978 y las elecciones en el Reino Unido y Estados Unidos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan en 1979 y 1980, respectivamente. 
Este último período se caracterizó por la finalización de la Ronda Uruguay de negociaciones comerciales en 1994, la creación de la OMC en 1995, el ingreso de China en la OMC en 2001 y la ampliación de la UE en 2004 que acogió a antiguos miembros del Pacto de Varsovia. 
El primer período económico terminó con la gran inflación de la década de 1970. El segundo período terminó con la crisis financiera de Occidente de 2007-2009. Entre estos dos períodos hubo una época de confusión e incertidumbre económica, como está ocurriendo ahora. La principal amenaza económica en el primer período de transición fue la inflación. En esta ocasión ha sido la desinflación. 
Desde el punto de vista geopolítico, la posguerra también se puede dividir en dos periodos: la guerra fría, que finalizó con la caída de la Unión Soviética en 1991, y la época posterior a la guerra fría. Estados Unidos participó en guerras importantes en ambos períodos: las guerras de Corea (1950-1953) y Vietnam (1963-1975) en el primero y las dos guerras del Golfo (1990-1991 y 2003) en el segundo. Pero no se libró ninguna guerra entre grandes potencias, aunque estuvo muy cerca de producirse durante la crisis de los misiles de Cuba en 1962. 
El primer período geopolítico terminó en decepción para los soviéticos y en euforia en Occidente. Hoy en día, es Occidente el que se enfrenta a la decepción geopolítica y económica. 
Oriente Próximo está en crisis. La migración masiva se ha convertido en una amenaza para la estabilidad europea. La Rusia de Putin está avanzando. La China de Xi es cada vez más firme. Occidente parece impotente. 
Estos cambios geopolíticos son, en parte, el resultado de cambios deseables, sobre todo la propagación de un desarrollo económico rápido más allá de Occidente, en particular a los gigantes asiáticos, China e India. Algunos son también el resultado de decisiones tomadas en otros lugares, como la decisión de Rusia de rechazar la democracia liberal e imponer el nacionalismo y la autocracia como el núcleo de su identidad poscomunista y la decisión de China de combinar la economía de mercado con el control comunista. 
Pero Occidente también ha cometido grandes errores, entre los que destaca la decisión después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de derrocar al líder iraquí Saddam Hussein y de difundir la democracia en Oriente Próximo a punta de pistola. Tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, ahora se considera que la guerra de Irak tuvo un origen ilegítimo, se gestionó de forma incompetente y sus resultados fueron desastrosos. 
Las economías occidentales también se han visto afectadas en mayor o menor grado por la desaceleración del crecimiento, el aumento de la desigualdad, el elevado nivel de desempleo (especialmente en el sur de Europa), los cambios en el mercado laboral y la desindustrialización. Estos cambios han tenido efectos particularmente adversos sobre los hombres poco cualificados. La indignación por la inmigración masiva ha crecido, especialmente en partes de la población afectadas negativamente también por otros cambios. 
Algunos de estos cambios fueron el resultado de cambios económicos que eran inevitables o que no eran deseables. Es improbable que se ponga freno a la amenaza que supone la tecnología para los trabajadores no cualificados y a la creciente competitividad de las economías emergentes. Sin embargo, en materia de política económica también se cometieron grandes errores, sobre todo no poder conseguir que los beneficios del crecimiento económico se repartieran de forma más igualitaria. 
No obstante, la crisis financiera de 2007-2009 y la posterior crisis de la Eurozona fueron los acontecimientos decisivos, que tuvieron efectos económicos devastadores: una subida repentina del desempleo seguida de recuperaciones débiles. Las economías de los países avanzados son una sexta parte más pequeñas hoy en día que lo que lo habrían sido si hubieran continuado las tendencias anteriores a la crisis. 
La respuesta a la crisis también socavó la creencia en la equidad del sistema. Mientras la gente corriente perdía sus trabajos o sus casas, el gobierno rescató al sistema financiero. En Estados Unidos, donde el libremercado es una fe secular, esto pareció especialmente inmoral. Por último, estas crisis destruyeron la confianza en la capacidad de actuación y la honradez de las élites financieras, económicas y políticas, sobre todo en la gestión del sistema financiero y en la idea de crear el euro. 
En conjunto, todo esto destruyó los pilares en los que se basaban las democracias complejas, que hacían que las élites pudieran ganar grandes sumas de dinero o disfrutar de una gran influencia y poder siempre y cuando hicieran lo que se esperaba de ellas. En su lugar, un largo período de bajo crecimiento de los ingresos para la mayoría de la población, especialmente en Estados Unidos, culminó, para sorpresa de casi todos, en la mayor crisis desde la década de 1930. Ahora, el shock ha dado paso al miedo y la rabia. 
La serie de errores geopolíticos y económicos también ha socavado la reputación de la capacidad de actuación de los países occidentales, mientras que ha incrementado la de Rusia y, aún más, la de China. Y con la elección de Donald Trump también ha causado un agujero en las reivindicaciones raídas del liderazgo moral de Estados Unidos. 
En resumen, estamos al final de un periodo económico (el de la globalización liderada por Occidente) y de un periodo geopolítico (el momento unipolar posterior a la guerra fría de un orden mundial liderado por Estados Unidos). 
La cuestión es si lo que vendrá ahora será un desmoronamiento de la era posterior a la segunda guerra mundial que dé lugar a la desglobalización y a conflictos, como sucedió en la primera mitad del siglo XX, o un nuevo período en el que potencias no occidentales, especialmente China e India, desempeñarán un papel más importante en el mantenimiento de un orden mundial cooperativo. 
Una gran parte de la respuesta dependerá de los países occidentales. Incluso ahora, después de una generación de declive económico relativo, EEUU, la UE y Japón generan algo más de la mitad de la producción mundial en términos de precios de mercado y el 36% en términos de paridad de poder adquisitivo. 
También siguen siendo los países donde están las empresas más importantes y más innovadoras del mundo, los principales mercados financieros, las instituciones de educación superior de mayor renombre y las culturas más influyentes. EEUU también debería seguir siendo durante décadas el país más potente del mundo, sobre todo a nivel militar, aunque su capacidad para influir en el mundo se debe en gran parte a su red de alianzas forjadas en los primeros años de la posguerra gracias a su forma de gobierno creativa. Hay que mantener estas alianzas. 
No obstante, el ingrediente esencial para que Occidente tenga éxito deben ser las políticas y las medidas que se tomen a nivel nacional. El crecimiento lento y el envejecimiento de la población ejercen presión sobre el gasto público. Dado que el crecimiento es débil, sobre todo el de la productividad, y que hay una agitación estructural en los mercados laborales, la política ha adquirido características de suma cero: en lugar de prometer más riqueza y bienestar para todo el mundo, coge cosas de unos para dárselas a los otros. Los ganadores en esta lucha han sido los que ya eran muy ricos. Esto ha incrementado el nerviosismo y la tensión de las personas de clase media y baja de la pirámide de la distribución de la riqueza y les ha hecho más susceptibles a la demagogia racista y xenófoba. 
A la hora de evaluar las posibles respuestas, hay que tener en cuenta dos factores. En primer lugar, el periodo posterior a la segunda guerra mundial de hegemonía de Estados Unidos ha sido un gran éxito global. Los ingresos reales medios per cápita a nivel mundial aumentaron un 460% entre 1950 y 2015. El porcentaje de la población en situación de pobreza extrema cayó del 72% en 1950 al 10% en 2015. Por otra parte, la esperanza de vida en el momento del nacimiento a nivel mundial aumentó de 48 años en 1950 a 71 años en 2015, y el porcentaje de la población que vive en países democráticos subió del 31% al 56%. 
En segundo lugar, el comercio no ha sido de ninguna manera la principal causa de la disminución prolongada del porcentaje de empleos en la industria de EEUU, aunque el aumento del déficit comercial tuvo un efecto significativo sobre el empleo en este sector después del año 2000. El crecimiento de la productividad impulsado por la tecnología ha sido más importante. 
Asimismo, el comercio tampoco ha sido la principal causa del aumento de la desigualdad: todas las economías de renta alta se han visto afectadas por los grandes cambios en la competitividad internacional, pero los efectos de estos cambios sobre la distribución de los ingresos han variado enormemente según país. 
EEUU y los líderes occidentales tienen que encontrar mejores maneras de satisfacer las exigencias y necesidades de sus habitantes. Pero el Reino Unido aún no tiene una idea clara de cómo va a funcionar después del Brexit, la eurozona sigue siendo frágil y algunas de las personas que Trump tienen previsto nombrar para altos cargos, así como los republicanos en el Congreso, parecen decididos a cortar los cables pelados de su red de seguridad social. 
Un Occidente dividido, encerrado en sí mismo y mal administrado es probable que sea muy desestabilizador. Entonces China podría imponer su grandeza. No se sabe si podrá asumir un papel más importante a nivel mundial, dados los enormes problemas internos que tiene, pero parece bastante improbable. 
Si Occidente sucumbiera a la tentación de las soluciones falsas debido a la desilusión y la rabia, incluso podría destruir los pilares intelectuales e institucionales en los que se ha basado el orden económico y político mundial de la posguerra. Es fácil entender estos sentimientos, y al mismo tiempo rechazar esas respuestas tan simplistas. Occidente no se curará a sí mismo haciendo caso omiso a las lecciones de su historia. Pero podría muy bien crear el caos en el intento.
Abrazos,
PD1: Y continúa diciendo que todo es una cuestión de crecimiento, que se quede sin fuerza…:

The risks that threaten global growth

An important possibility is that the economic engine is running out of steam
What is going to happen to the world economy this year? Much the most plausible answer is that it is going to grow. As I argued in a column published at this time last year, the most astonishing fact about the world economy is that it has grown in every year since the early 1950s. In 2017 it is virtually certain to grow again, possibly faster than in 2016, as Gavyn Davies has argued persuasively. So what might go wrong?
The presumption of economic growth is arguably the most important feature of the modern world. But consistent growth is a relatively recent phenomenon. Global output shrank in a fifth of all years between 1900 and 1947. One of the policy achievements since the second world war has been to make growth more stable.
This is partly because the world has avoided blunders on the scale of the two world wars and the Great Depression. It is also, as the American economist Hyman Minsky argued, because of active management of the monetary system, greater willingness to run fiscal deficits during recessions and the increased size of government spending relative to economic output.
Behind the tendency towards economic growth lie two powerful forces: innovation at the frontier of the world economy, particularly in the US, and catch-up by laggard economies. The two are linked: the more the frontier economies innovate, the greater the room for catch-up. Take the most potent example of the past 40 years, China. On the (possibly exaggerated) official numbers, gross domestic product per head rose 23-fold between 1978 and 2015. Yet so poor had China been at the beginning of this colossal expansion that its average GDP per head was only a quarter of US levels in 2015. Indeed, it was only half that of Portugal. Catch-up growth remains possible for China. India has still greater room: its GDP per head was about a 10th of US levels in 2015.
The overwhelming probability is that the world economy will grow. Moreover, it is highly likely that it will grow by more than 3 per cent (measured at purchasing power parity). It has grown by less than that very rarely since the early 1950s. Indeed, it has grown by less than 2 per cent in only four years since then — 1975, 1981, 1982 and 2009. The first three were the result of oil price shocks, triggered by wars in the Middle East, and Federal Reserve disinflation. The last was the Great Recession after 2008’s financial crisis.
This is also consistent with the pattern since 1900. Three sorts of shocks seem to destabilise the world economy: significant wars; inflation shocks; and financial crises. When asking what might create large downside risks for global economic growth, one has to assess tail risks of this nature. Many fall into the category of known unknowns.
For some years, analysts have convinced themselves that quantitative easing is sure to end up in hyperinflation. They are wrong. But a huge fiscal boost in the US, combined with pressure on the Fed not to tighten monetary policy, might generate inflation in the medium term and a disinflationary shock later still. But such a result of Trumponomics will not occur in 2017.
If we consider the possibility of globally significant financial crises, two possibilities stand out: the break-up of the eurozone and a crisis in China. Neither is inconceivable. Yet neither seems likely. The will to sustain the eurozone remains substantial. The Chinese government possesses the levers it needs to prevent a true financial meltdown. The risks in the eurozone and China are unquestionably real, but also small.
A third set of risks is geopolitical. Last year I referred to the possibility of Brexit and “election of a bellicose ignoramus” to the US presidency. Both have come to pass. The implications of the latter remain unknown. It is all too easy to list further geopolitical risks: severe political stresses on the EU, perhaps including the election of Marine Le Pen to the French presidency and renewed inflows of refugees; Russian president Vladimir Putin’s revanchism; the coming friction between Mr Trump’s aggrieved US and Xi Jinping’s ascendant China; friction between Iran and Saudi Arabia; possible overthrow of the Saudi royal family; and the threat of jihadi warfare. Not to be forgotten is the risk of nuclear war: just look at North Korea’s sabre-rattling, the unresolved conflict between India and Pakistan and threats by Mr Putin.
In 2016, political risk did not have much effect on economic outcomes. This year, political actions might do so. An obvious danger is a trade war between the US and China, though the short-term economic effects may be smaller than many might suppose: the risk is longer term, instead. The implications of the fact that the most powerful political figure in the world will have little interest in whether what he says is true are unknowable. All we do know is that we will all be living dangerously.
An important longer-run possibility is that the underlying economic engine is running out of steam. Catch-up still has great potential. But economic dynamism has declined in the core. One indicator is falling productivity growth. Another is ultra-low real interest rates. Mr Trump promises a resurgence of US trend growth. This is unlikely, particularly if he follows a protectionist course. Nevertheless, the concern should be less over what happens this year and more over whether the advance of the frontier of innovation has durably slowed, as Robert Gordon argues.
A good guess then is that the world economy will grow at between 3 and 4 per cent this year (at PPP). It is an even better guess that emerging economies, led yet again by Asia, will continue to grow faster than the advanced economies. There are substantial tail risks to such outcomes. There is also a good chance that the rate of innovation in the most advanced economies has slowed durably.
PD2: No se aprende sabido… Todos los días aprendemos algo nuevo, luchamos por nuestros principios, chocamos con nuestro entorno… Muy interesante esto:
A veces uno no sabe cómo abordar determinados asuntos en casa que, obviamente, se repiten continuamente, entre otras cosas porque nadie sabe cómo abordarlos. Dentro de las cuatro paredes de cada hogar, se libran las “batallas” familiares que son sólo conocidas por los miembros de cada familia. Tal vez el error esté en pensar que sólo hay “batallas” en mi casa. Normalmente, y por lo que comparto con otros padres, madres y niños, suceden cosas parecidas en muchas familias. En otras, las “batallas” son más duras y complejas.
Nadie nos enseñó a librar determinadas “batallas”. Lo único que sabemos al respecto es lo que pudimos observar en nuestra propia casa y lo que, de algún u otro modo, hemos trabajado o sobre las que nos hemos formado o informado. Uno no sabe cómo afrontar las “batallas” propias con su cónyuge hasta que estas llegan. Uno no sabe cómo manejar una comunicación deficiente, problemas sexuales, diferentes maneras de organizar la casa, sensibilidades familiares diversas, heridas pasadas, expectativas de la vida en pareja… Uno tampoco sabe cómo afrontar las “batallas” que llegan con los hijos hasta que estos llegan. La tensión familiar propia del cansancio, el estilo en la educación, si le dejo llorar más, si lo cojo más, cómo enseñarle a compartir, cuándo hablarle de sexo, cómo conseguir que ordene su habitación, la relación entre hermanos, los primeros suspensos… Y tampoco sabemos cómo “batallar” con los extras que pueden llegar con el desempleo, problemas económicos, proyectos laborales de uno, muerte o enfermedad de algún familiar…
Teniendo en cuenta lo poco que sabemos, no deberíamos de vivir estas “batallas” con tanta tensión y deberíamos ser más condescendientes con nosotros mismos y con el resto de la familia. ¡Ninguno sabemos casi nada! ¡Todo está por aprender y por construir! Qué fácil decirlo y qué difícil hacerlo… Yo soy el primero que tropiezo en esta piedra un día sí y otro también…
Pero si hay una “batalla” por excelencia, madre de otras muchas “batallas”, es, yo diría, la “batalla” de la aceptación del otro en su originalidad y en su diferencia con respecto a mí, que soy el eje de coordenadas con el que pretendo situar al resto. Aceptar que somos distintos, que tenemos diferentes maneras de resolver las encrucijadas familiares, que modulamos la voz de distinta manera y que la elevamos hasta diferentes niveles, que nuestro concepto de orden es tan personal… que necesitamos cosas diferentes y gestos diferentes y palabras diferentes para estar contentos en el día, que donde uno necesita un abrazo, el otro tal vez necesita una palabra, que donde al otro le cuesta optar y decidirse, tú, en cambio, lo ves claro y tiras adelante… que todos necesitamos un espacio vital personal de distinto tamaño, que tenemos gustos distintos en la música y en el arte y en el ocio, que tenemos cualidades genuinas y que la misión de cada uno no tiene por qué coincidir con la misión que yo les otorgaría a cada uno…
En fin, me entendéis. Sacar de cada uno lo mejor en cada momento, dar lo que el otro necesita, pedirle lo que puede dar y perdonarnos cuando ninguno llegamos al “nivel Dios” de querernos… esta es “la madre de todas las batallas familiares”. Luchemos.

30 enero 2017

¿Continuidad en el crecimiento económico español?

No sé si seguiremos tan fuertes como en los dos últimos años… Habremos crecido un gran 3% anual cada año el PIB, pero la bolsa ni se ha enterado…
Dic-2010: Ibex: 9.500; Dow Jones, 11.500.
El pasado viernes: Ibex, 9.500, Dow Jones, 20.000.
Y tal.
Hay ciertas dudas:

España, sin corregir los viejos problemas, volverá a hundirse

Unos datos macro aparentemente buenos encubren una preocupante realidad

Muchos analistas económicos, ante la evolución de la economía española en los últimos tres años, están ya lanzando las campanas al vuelo y proclaman que por fin hemos entrado en un círculo virtuoso, superando las antiguas dinámicas presentes desde los años ochenta del siglo pasado, basadas en ciclos de endeudamiento público-endeudamiento exterior-aumento de la demanda interna-'boom' de la construcción y colapso económico cuando los inversores extranjeros empezaban a desconfiar. Dio igual que estuviéramos en el euro. El ciclo fue más largo, pero el colapso económico se produjo igualmente y fue mucho más intenso y prolongado. ¿En qué se basan estos analistas para tener esta positiva opinión de la actual recuperación?
En el primer gráfico, vemos el primer indicador que sustenta tal afirmación, que es la evolución de balanza por cuenta corriente. Como vemos en el gráfico (que recoge además la cuenta de capital), y al contrario que en ciclos de recuperación anteriores, la balanza por cuenta corriente no solo no se ha deteriorado sino que presumiblemente acabará 2016 con el dato más positivo de la historia.
El segundo dato es posiblemente contraintuitivo para muchos, pero lejos de ser negativo en la actual coyuntura de fuerte creación de empleo, es muy positivo. Este dato es el consumo de cemento, que vemos en el siguiente gráfico. Como se ve, a pesar del leve repunte de 2014 y 2015, durante la mayor parte de 2016 ha permanecido en negativo, con consumos sobre la quinta parte del máximo de la burbuja y a niveles de los primeros años sesenta del siglo XX. Esto contradice escandalosamente las noticias que aparecen con frecuencia en los medios sobre que “la construcción vuelve a ser el motor de la economía” o “que la construcción levanta el vuelo”. Los analistas de los que hablamos saben perfectamente que esto no son más que publirreportajes pagados por la banca, ansiosa de deshacerse de sus activos tóxicos. Por lo tanto, interpretan que la activación económica que vivimos no es del mismo tipo que en ciclos anteriores. Y tienen razón. Pero en lo que no tienen razón, como veremos, es en que esto signifique que hemos entrado en una dinámica virtuosa. Uno puede superar un cáncer y luego morir de un infarto, y algo parecido es lo que lleva camino de pasarle a la economía española, como veremos a continuación.
El primer dato que desentona de la sinfonía oficialista del círculo virtuoso es la inversión en equipo. Supuestamente, habría que esperar que la economía española estuviera haciendo una transición hacia un sistema productivo más intensivo en capital y por lo tanto más competitivo y de mayor valor añadido. Tras unas caídas impresionantes de la inversión en equipo en el periodo 2008-2013, la recuperación ha sido tibia y parcial, estando en el último dato disponible (noviembre de 2016) un 29% por debajo de la de noviembre de 2007. Más preocupante todavía, vemos cómo ha dejado de crecer en el tramo final del año.
Un segundo dato que desmonta la interpretación favorable del actual ciclo alcista es la medida de la posición competitiva española en precios de producción. Como se ve, la ligera mejoría frente a los países desarrollados que vimos a partir de 2013 se ha truncado, y otra vez vuelven a subir los precios de producción, además en un periodo en que el IPC ha estado muy contenido.
Un tercer indicador que capta una instantánea demoledora de nuestra auténtica situación es el comercio internacional de productos de alta tecnología que publica el INE. Tras unos años relativamente favorables, en 2014 (último dato disponible) se rompió la tendencia y descendieron estas exportaciones mientras aumentaban las importaciones. Por supuesto, esto es totalmente incompatible con la pretensión de que estamos cambiando el modelo productivo hacia uno de alto valor añadido.
La interpretación más plausible sobre lo que está pasando es que vivimos un periodo de incremento de la demanda interna causado por una disminución del ahorro —que confirma el INE— y que se ha situado casi en mínimos desde que estalló la crisis, unido a una expansión del gasto público y una favorable posición exterior gracias a los bajos precios del petróleo. La fortaleza de la demanda externa también ha contribuido a este buen comportamiento de la economía.
Pero falta explicar por qué este incremento en la demanda interna no está repercutiendo en un deterioro rápido de la balanza comercial, como ha venido siempre siendo habitual en la economía española en los ciclos alcistas. De hecho, la mayor parte de la responsabilidad, como he dicho, es de los bajos precios del petróleo, pero existe otro factor importante que creo que se está dando, y son los bajísimos salarios del nuevo empleo creado, algo que vemos en la encuesta de costes laborales. En ella, se ve cómo, a pesar de que la negociación salarial se ha materializado en pequeñas subidas de sueldos en 2016 respecto a 2015, el coste salarial global disminuye. La única explicación a esta paradoja es que los nuevos empleos se ofertan con salarios muy bajos aprovechando las facilidades de la reforma laboral en este sentido. Es sabido que los niveles más bajos de renta tienen una propensión menor a consumir productos importados que el resto de la población, lo que daría una explicación a que las importaciones no estén aumentando más rápido todavía de lo que lo están haciendo (+4,3% en volumen en lo que va de 2016 frente a un 4,1% las exportaciones).
La conclusión que podemos sacar de la situación actual es que no existe absolutamente ningún indicio de que la estructura productiva española esté cambiando. Antes bien, parece que incluso se está fomentando con la reforma laboral que se aumente la producción en sectores de bajo valor añadido. El único punto favorable es que resulta evidente que la construcción no está remontando y que no se está fraguando ningún nuevo 'boom' inmobiliario, lo que ya sería el colmo de los despropósitos.
Pero en un mundo que está cambiando a toda velocidad, con una cuarta revolución industrial en marcha, esta situación dibuja un futuro bastante tenebroso para la economía española, que está quedando evidentemente descolgada de este proceso, al igual que quedamos descolgados de la tercera oleada de cambio tecnológico. La cantidad de países cuya estructura productiva está pasando a ser competidora directa nuestra es cada vez mayor, y nos vamos situando rápidamente en el peor nicho de mercado dentro de la estructura económica mundial. El Gobierno español no parece entender ni media palabra de todo esto y sigue con un obtuso 'laissez faire' respecto a nuestro sistema productivo que muchos países predican, pero solo los más tontos entre los tontos practican. Y entre ese ominoso grupo de gobiernos estúpidos, destaca sin duda alguna el nuestro.
Abrazos,
PD1: Y eso que se ha creado bastante empleo… Aunque no hay trabajo para todos:
La digitalización va asociada a que se pierdan más puestos de trabajo de los que se crean.
¿Cómo es que alguien que procede del campo de las Matemáticas acaba dedicándose a este tema?
Desde que me jubilé he tenido más tiempo para plantearme determinados problemas. Hace tiempo que me preocupa el hecho de que Europa está perdiendo su situación en la sociedad postindustrial. Intenté descubrir si la crisis dependía de más cosas que de los bancos. La principal conclusión que he sacado en este tiempo es que cada vez hay menos puestos de trabajo y que esto obliga a un replanteamiento de nuestra sociedad.
¿Y eso, por qué?
Con la digitalización hemos creado unas máquinas que tienen resultados mejores que las habilidades humanas Pero además se ha establecido otra lógica en los procesos de producción, que ha alterado las lógicas de la formación de empleo. Hoy tenemos productos gratuitos de coste marginal cero, como son las copias de los libros digitalizados (eso no pasaba con los libros físicos). Con un teléfono móvil se hacen cosas muy difíciles, y las hace todo el mundo. Con las nuevas tecnologías se ha reducido el número de secretarias, por ejemplo. Se están perdiendo muchos puestos de trabajo. Antes, cuando querías viajar en avión, tenías muchos intermediarios: los que te asesoraban, los que te vendían el billete, los que te daban la tarjeta de embarque, los que te la recogían. Ahora en todo este proceso sólo tienes un intermediario: el guarda de seguridad, y este podría ser sustituido por un robot. Hay un proceso terrible de desaparición de intermediarios. Y eso puede afectar a todo el mundo. Ahora se podrán hacer transferencias por Facebook y eso, sin duda, afectará a los bancos.
¿La digitalización afectará también en los bancos?
La digitalización tiene unos efectos insospechados en muchos ámbitos. La gratuidad hace que determinados sectores estén en peligro. Estamos más informados que nunca y escuchamos más música que nunca, sin pagar. La gente disfruta de música y de información sin que eso tenga impacto en el PIB, y eso lo complica todo. Eso también está afectando a la enseñanza: ¿qué sentido tiene que yo me prepare una clase magistral cuando hay profesores mucho mejores que yo que ya han colgado en internet clases enteras, con ejercicios y todo?
También se dijo, cuando surgió la revolución industrial, que las máquinas quitaban al trabajo a la gente, y más tarde se generaron nuevos trabajos.
Históricamente, los economistas han defendido que cada vez que hay una evolución tecnológica, después de un periodo de choc, la sociedad se estabiliza y aparecen nuevos puestos de trabajo. Eso pasó en la primera y en la segunda Revolución Industrial, pero es muy posible que con la digitalización sea diferente. Sí que aparecen nuevos trabajos, desde los creadores de juegos hasta los gestores de páginas web, pero son muy pocos. La digitalización va asociada a que se pierdan más puestos de trabajo de los que se crean.
¿Qué papel juega la globalización en la problemática del empleo?
La globalización implica que hay gente en el otro extremo de mundo que puede estar tan preparada como nosotros, que está dispuesta a hacer el mismo trabajo que nosotros y a competir con nosotros, y eso genera terror. El problema del empleo toma una dimensión mundial, más que local. El problema, ahora, es que o el trabajador de los Estados Unidos se queda sin trabajo, o el trabajador de México se queda sin trabajo. No parece que haya solución. Parece ser que no hay trabajo para todo el mundo. Según mis estimaciones, en el mundo hay 3.200 millones de personas que buscan un puesto de trabajo aceptable, y en realidad sólo hay 1.200 millones puestos de trabajo en buenas condiciones.
¿Y qué puede hacer la gente?
La gente hace lo que puede, por eso están surgiendo nuevos tipos de trabajos, que no son los habituales y que no funcionan ni siquiera como un trabajo prototípico. Es el caso de los conductores de UBER. En realidad, la gente cada vez está más ocupada, tenga o no tenga trabajo... Hoy en día "ocupación" ya no es "empleo": puedes estar muy ocupado y no tener un puesto de trabajo.
Si el empleo no se recupera, ¿se debería proceder a una reforma de nuestra sociedad?
Estamos en una situación en que es urgente plantearse si la capacidad redistribuidora que se supone al salario se está cumpliendo hoy en día. No hay ninguna garantía de que todo aquel que quiera trabajar pueda conseguir un puesto de trabajo. Hoy en día, no todo el mundo puede vivir de un salario. Y parece ser que en el futuro esto continuará así.
Eso nos lleva a una nueva fase histórica...
Bien, tendríamos que tener en cuenta que la idea del salario como a base de la redistribución es un asunto muy moderno en la historia de la humanidad. Antes de la Revolución Industrial eso no existía. Es un proceso que tiene tan sólo 200 años de vida y que quizás ya haya agotado su ciclo.
El gobierno insiste en que si hay problemas de empleo lo que tiene que hacer la gente es convertirse en emprendedora. ¿Esta posición es realista?
Por desgracia, eso es una solución de políticos que no han entendido el problema. Y eso me preocupa mucho. Todo el mundo siente la necesidad de que haya puestos de trabajo, pero nadie se da cuenta que la evolución tecnológica nos lleva en sentido contrario. Y eso nos conducirá, inevitablemente, a una situación de conflicto. Aquí hay mucha gente que no dice la verdad. No la dice el gobierno. Y, lamentablemente, tampoco la dicen los sindicatos.
Tal como va esta dinámica. ¿El Estado tal como lo conocemos, financiado por los impuestos del trabajo y del comercio, está en peligro?
Hay un parón económico y eso implicará que tendremos que controlar el consumo. Trabajar menos quiere decir, también, que tendremos que consumir menos. Llevamos 50 años con el mito del crecimiento continuado del PIB y del consumo. Ahora eso se ha acabado. Hace falta una reflexión tranquila, que nos lleve a reorganizar una sociedad en que la gente no necesariamente viva como resultado de su trabajo.
Entonces, ¿qué se puede hacer?
No podemos seguir confiando en que la redistribución de la riqueza vía salario garantice la subsistencia de la población, como había estado pasando hasta ahora. Yo no sé exactamente hacia dónde tenemos que ir, pero apunto cuatro propuestas que se están haciendo desde diferentes foros. Dos en un contexto de Estado fuerte, y dos en un contexto de Estado debilitado.
¿Qué podría hacer a un Estado fuerte para enfrentarse al problema de la falta de empleo?
Hay dos alternativas: la renta básica universal o el reparto del trabajo. La renta básica universal es una idea atractiva, pero complicada. ¿Cómo se define lo básico? ¿Se incluye la educación y la sanidad? Los americanos no contemplan la sanidad dentro lo "básico". Y la idea de universal también supone dificultades. ¿Quién se podría beneficiar? ¿Los refugiados también? No es fácil aplicar este concepto. La otra posibilidad, para un Estado fuerte, es ir hacia un reparto del trabajo. Es lo que los japoneses denominan sociedad 5.0. En Japón hay mucha gente que está ocupada en trabajos que podrían ser automatizados. El Estado subvenciona a las empresas que no incorporan máquinas que sacan trabajo a la gente. En Japón se tiene muy claro que tiene que haber mercado de mercancías, pero no mercado de trabajo...
¿Y cómo se podría enfrentar a este problema desde un punto de vista más liberal?
Con un Estado débil, y desde un punto de vista más liberal, tenemos dos opciones: tratar de competir con las grandes marcas o ir hacia la "uberización". Competir con las grandes compañías es muy difícil. Hoy en día sólo hay 25 grandes marcas, con una productividad terrible. Alphabet, una de las grandes empresas del mundo, con 66.575 trabajadores factura 74.980 millones de dólares. Es decir, cada trabajador factura en torno a 1,12 millones de dólares. Aquí el concepto de productividad pierde sentido. Es casi imposible competir con ellos. Google triunfa, porque hay uno solo en el mundo. No es tan fácil crear competencia: los chinos lo están haciendo, pero los europeos fracasan sistemáticamente cuando lo intentan. La otra posibilidad, en un estado liberal, es la uberización completa: que cada uno haga los trabajos que pueda, como pueda. La juventud ya ha decidido optar por esta propuesta: usan Blablacar, Airbnb... ¡Alerta! Si la juventud ha escogido esta opción, es que esta opción tiene futuro.
¿Los políticos son conscientes de la problemática de la desaparición de puestos de trabajo?
Cada vez más. En Bruselas, en junio, hubo un encuentro de los sindicatos europeos, y ya corrían mensajes en este sentido: se necesita hacer algo muy innovador para hacer frente a este problema. En Alemania ya se está discutiendo sobre el trabajo 4.0, que implica una distribución del trabajo. En Francia el consejo de ministros ya empieza a debatir el tema de los excluídos del mercado de trabajo y uno de los temas que más se discutirán en las elecciones generales francesas será la renta básica universal. En la Cumbre de Davos de 2016 ya se hablaba de la crisis del trabajo, y muchos ya decían que no les salían las cuentas en el problema del empleo. Es un tema que se está discutiendo mucho en otras partes.
PD2: En el alma de cada cristiano, Jesús ha sembrado por el Bautismo, la gracia, la santidad, la Verdad... Hemos de hacer crecer esta semilla para que fructifique en multitud de buenas obras: de servicio y caridad, de amabilidad y generosidad, de sacrificio para cumplir bien nuestro deber de cada instante y para hacer felices a los que nos rodean, de oración constante, de perdón y comprensión, de esfuerzo por conseguir crecer en virtudes, de alegría...
Por eso el Bautismo es tan importante y da mucha pena la cantidad de niños que no se bautizan… Por cierto, hace unos días tuve mi 5º nieto, Teresa, que bautizaremos este sábado.

27 enero 2017

Mercado mundial de coches

Detroit, tenemos un problema. Se han vendido demasiados coches en renting o lease, y ahora van a volver al mercado de segunda mano, que no hace más que bajar de precio. ¿Quién se quedará todas esas unidades?
For months we've warned that declining used car prices could spell disaster for subprime auto securitizations (see "Slumping Used Car Prices Spell Disaster For Subprime Auto Securitizations").  While it's always difficult to predict the exact timing of when bubbles will burst, a combination of record-high lease returns in 2017 and 2018, combined with rising interest rates could imply that the auto bubble is on the precipice.
As Bloomberg recently pointed out, strong used car pricing is a critical component required to prop up the overall auto market.  While American's love their brand new cars, if used car prices become too soft then substitution can hurt new car sales.  Add to that the impact of falling residual values on the finance arms of the auto OEMs and you have all the ingredients required for an auto market meltdown.
A glut of used vehicles has started to depress prices. That trend will intensify as Americans will return 3.36 million leased cars and trucks this year, another jump after a 33 percent surge in 2016, according to J.D. Power. The fallout has already begun, with Ford Motor Co. shaving $300 million from its financial-services arm’s profit forecast for this year.
“Ford is the canary in the coal mine,” said Maryann Keller, a former Wall Street analyst who’s now an auto industry consultant in Stamford, Connecticut.
This drag may be hitting the rest of the industry, too. A National Automobile Dealers Association index of used-vehicle prices declined each of the last six months of last year. If used values weaken more than anticipated, it can lead to losses across the industry, hitting carmakers, auto lenders and rental companies.
Unfortunately, the volume of lease returns is only expected to grow even more in 2018 with returns expected to approach 4mm units.
As J.D. Power points out in it's most recent "NADA Used Car Guide Industry Update," the flood of lease returns is driving used car prices lower.
Of course, how we got here is fairly obvious.  The majority of Americans buy cars based on one factor: monthly payment.  And when it comes to managing your monthly payment to the lowest level possible, leasing is the way to go.  Per the Bank Rate calculator below, buying a $30,000 car comes with a monthly payment of around $600 while leasing the same vehicle might only cost $420 per month. 
Of course, why buy a $30,000 Ford for a $600 monthly payment when you could lease a $40,000 BMW for $560?  You can afford it so long as you can cover the monthly payment, right?
Not surprisingly, these dynamics have caused lease share of U.S. vehicles to skyrocket in the wake of the "great recession" as people seek to maintain their excessive lifestyles on smaller budgets.
Of course, the problem is that leased vehicles get returned to their originating lenders every 3 years for brand new leases...we wouldn't want anyone driving around in a 5-year-old clunker now would we?  But, as we all know, vehicles have useful lives of 15-20 years.  Therefore, it doesn't take too many excessive lease cycles to flood the market with used supply and bring the whole ponzi crashing down. 
Veras que los datos de coches son muchos alemanes y japoneses… ¿Ya no quieren los yanquis sus coches americanos? No parece…
Esto pasa también en España donde cada vez más gente se compra coches de renting o de leasing, que luego no se quedan y salen al mercado de segunda mano… Se compran coches mayores, más caros, así fardan mucho más ante los cuñados, por el mismo coste que el que consiguen si piden un crédito…¡Qué memos! Y por supuesto, se venden muy pocos a tocateja.
Además, Trump sigue, erre que erre, metiendo presión a los fabricantes de EEUU para que pongan más plantas allí y que se fabrique en América para los americanos… ¡Están locos, si les sobran coches (de segunda mano) por doquier!
Abrazos,
PD1: Los últimos datos de fabricantes mundiales son:
Como era de esperar, China ha dado un salto cualqitativo en la venta de coches, barriendo el mercado mundial…:
Europa languidece. Y Rusia y Brasil, con su contracción, también abajo…
Cada vez más, es China la que se lleva el gato al agua. Trump, lo llevas clarinete, ni aunque obligues a las grandes corporaciones podrás con China…
Y sin embargo, en las furgonetas (vehículos comerciales), las cosas son muy distintas y pronto cambiarán…
Muy pocas furgonetas en China ¿? Aunque ya se empieza de forma masiva a producir allí también:
PD2: Hasta los coches de gama alta, Cadillac, vende que te cagas en China:
PD3: Tesla ruge y corre más que ninguno…
Y eso que es eléctrico y tal…
PD4: En España, la edad media de los coches sigue creciendo sin freno… No me extraña. Andamos parcos de euros, como encima para cambiar de coche…
Los efectos de la crisis han sido tremendos. El 65,9% de los coches tienen más de 10 años… Solo estrenan los que se lo compran con renting o leasing, que luego saldrán al mercado de segunda mano… Las dos Españas de nuevo…
Y sí, España es el segundo país europeo que más coches produce… Somos, como Mexico, la ensambladora de coches de Europa, con 14 plantas de producción, aunque Alemania, con 39 fábricas nos dobla la producción, y la competencia es feroz en Asia, que es donde más crece el mercado:

Nueva era Trump: el proteccionismo amenaza la industria mundial del motor

México prevé que su producción crezca un 47% en cinco años
El automóvil es un sector icono del libre comercio mundial, de la globalización que corre el riesgo de dar carpetazo ante fenómenos políticos poscrisis financiera que amenazan con cerrar fronteras y colocar muros y aranceles a los productos que fabriquen otros, sospechosos siempre de beneficiarse de la buena marcha del país que cierra sus aduanas. La salida de Reino Unido de la Unión Europea, que se ha planteado de la manera más dura posible, con amenazas de durísimas tasas a la importación y exportación de bienes, o la presión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump a los principales fabricantes de coches para que no instalen más capacidad productiva en México porque revisará el tratado de libre comercio de Nafta, son las dos primeras y más graves incertidumbres. Pero vendrán otras, como las elecciones en Francia y Alemania, países socios prioritarios de Reino Unido y en donde el nacionalismo también está en auge.
La primera jugada salió bien para Trump. Las diatribas en redes sociales contra las fábricas de coches en México consiguió que Ford cancelara una inversión de 1.600 millones en una nueva fábrica de San Luis de Potosí y que General Motors, Fiat y Toyota comprometieran 1.000 millones de dólares de inversión cada una en sus fábricas de EE UU, con la consiguiente creación de miles de empleos. También amenazó Trump a la alemana BMW y ahí, lejos de arredrarse, la automovilística mantuvo su posición con el respaldo del Gobierno de Alemania en pleno. El ministro de Economía y líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel, alertó del daño que supondría para la industria estadounidense la introducción de un arancel del 35% a los coches de BMW producidos en México. Afirmó, en este sentido, que estas medidas solo van a lograr una industria “peor, más débil y más cara”.
“El proteccionismo atenta contra la libre competencia y esto afecta a la competitividad”, explica Francisco Roger, socio responsable de automoción en KPMG España. Así, los expertos internacionales indican que “para las automovilísticas es muy complicado fabricar coches pequeños en EE UU y que sea rentable” y se refieren a casos como el de Ford, que mantendrá la producción del Focus en Hermosillo (México) y destinará dos nuevos modelos a su fábrica de Michigan (EE UU) como parte de una inversión de 700 millones.
El riesgo, sin embargo, son los planes de incremento de la producción ya en ejecución en México. Un informe de la consultora especializada LMC Automotive señala que la fabricación de coches en México pasará de representar el 19% de toda la producción de la zona Nafta (EE UU, Canadá y México) para ser el 26% en 2020. De hecho, la consultora analiza los planes de producción de los principales fabricantes (Fiat Chrysler, Ford, General Motors, Honda, Hyundai, Renault-Nissan, Toyota y Volkswagen) de aquí a 2020 y estima que la producción en México se incrementará un 40%, hasta los 4,2 millones de unidades. EE UU incrementará su capacidad de producción en 1,5 millones de vehículos hasta 2023, un 12% más y México ganará un 47% más de capacidad, otros 1,7 millones de unidades. Se colocaría en los 5,5 millones de automóviles anuales, según LMC.
“Las posibles penalizaciones para vehículos fabricados en Nafta pero fuera de EE UU tendrán un impacto negativo sustancial en el mix de producción y en las decisiones de inversión”, señalan en el informe de la consultora que advierte que “la aversión al riesgo legislatorio de las empresas y la posibilidad de publicidad negativa retrae los posibles proyectos de inversión”.
Expertos en el sector entienden que este proteccionismo “no tendrá impacto en el comercio mundial sino en determinados países, que perderán capacidad sobre otros”. LMC apunta que es posible cambiar capacidades de producción desde México o Canadá a EE UU si la presión se mantiene. “Esperamos que más fabricantes anuncien nuevas inversiones en EE UU aunque no estén ligadas al nombramiento”, añade “No es la primera vez que las compañías deciden cerrar en un país para abrir en otro”, explican en el sector. Para Roger, sin embargo, “el proteccionismo no beneficia a nadie a medio plazo, es muy difícil generar ventajas”.
El caso de España podría servir de muestra. Las exportaciones a EE UU no son especialmente representativas, dado que solo suponen el 1,6% del total, con algo más de 36.000 unidades vendidas en el país. Sin embargo, la patronal española de fabricantes de coches Anfac ya alertó este lunes de las “incertidumbres” que “la situación política y económica internacional” siembra sobre el futuro desarrollo de la producción en España en el próximo año, “especialmente debido a la devaluación de divisas y al surgimiento de fenómenos proteccionistas en varios de los países de destino de las exportaciones españolas”.
Así señalaron que “Reino Unido, uno de los mayores mercados exteriores para los vehículos fabricados en España, con unas 336.000 unidades anuales, ya ha comenzado a tener bajadas en la exportación en torno al 16% mensual desde el pasado mes de septiembre”, señalaron desde Anfac, por los temores del brexit y el proteccionismo.
Y si bien España no exporta tantos vehículos completos a EE UU, sí lo hace por piezas. “Si se toman los países de la Unión Europea como un bloque, Estados Unidos es el segundo destino de las exportaciones españolas de equipos y componentes para automoción”, explican desde la patronal española de componentes Sernauto. LMC alerta de “el resquebrajamiento de la cadena de suministro” si se modifican los planes de fabricación en México, puesto que la industria auxiliar va de la mano de sus clientes y la deslocalización de fábricas tendría serios impactos para ellos. “El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta) ha sido clave como dinamizador económico. Para Sernauto, es muy importante “poder contar con estos mecanismos que favorezcan las relaciones comerciales”.
España exporta a Estados Unidos por mil millones
El sector español de la automoción realizó exportaciones a Estados Unidos por valor de 969 millones de euros y vendió más de 36.000 vehículos en el país en los nueve primeros meses del año, según datos del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, y de los informes de seguimiento sectorial de la asociación de fabricantes Anfac y de la de componentes Sernauto.
De los 969 millones del valor de las exportaciones a Estados Unidos hasta octubre, 555 millones corresponden a la ventas de automóviles y motos, frente a 444 millones de componentes de automoción.
En 2015, casi un 4% de las exportaciones del sector de componentes para automoción fueron a Estados Unidos, en torno a 730 millones de euros, según los datos sectoriales de Sernauto. Esta cantidad supuso un incremento de más del 24% con respecto a 2014. Y el comercio ha ido en aumento. En el primer cuatrimestre de 2016, el sector exportó productos por valor de más de 417 millones de euros lo que representa un 17% más que en el mismo periodo de 2015.
Hay más de 40 plantas de producción y centros de investigación y desarrollo de empresas españolas del sector de equipos y componentes para automoción. Solo de la empresa Antolin hay 15 instalaciones: 9 centros en EE UU y otros 6 en México. Gestamp suma 10 factorías, 6 en EE UU y 4 en México. Ficosa tiene 4 centros en EE UU y 3 en México. CIE Automotive posee una planta en Estados Unidos y 7 en México.
La asociación de fabricantes Anfac calcula que entre enero y noviembre de 2016 se vendieron en Estados Unidos 36.338 vehículos fabricados en España, lo que supone un 1,6% del total. En los once primeros meses del año, España exportó 2,3 millones de unidades, de los 2,74 millones de unidades producidas, lo que supone la mejor prueba de la internacionalización de la producción española de vehículos.
PD5: En este mundo lleno de separaciones y divorcios, me parecen interesantes estas reflexiones:

“Dios permite la separación matrimonial para un bien mayor”

Entrevista a María Luisa Erhardt, experta en el acompañamiento y sanación de personas separadas

¿Qué sufrimientos comunes experimentan las personas separadas?
Las separaciones no son todas iguales, dependen de factores distintos. No es lo mismo separarse por abandono, por traición, porque la convivencia es imposible, porque hay incompatibilidad, porque no ha habido verdadero amor y compromiso sino ilusión y se ha confundido con enamoramiento, o deseo que se ha confundido con amor,…
Entonces la ayuda que necesita cada uno es distinta…
Sí, cada persona requiere respuestas distintas. Betania ofrece una respuesta personalizada; Dios regala el don del discernimiento cuando gratuitamente nos ponemos a Su servicio.
Cuando vamos sanando, podemos descubrir que tenemos cargas anteriores donde puede ser que no hayamos sido libres para elegir.
En matrimonios bien constituidos o que después se han ido transformando por la gracia de Dios también existen cargas, pero en estos casos, Dios ha permitido la separación siempre para un bien mayor, tanto para la persona, como para el cónyuge, los hijos, la familia,…
Esto es muy difícil de entender porque muchas personas llegan a una separación cuando ellas mismas han criticado a los separados, los han juzgado,… Y ahora se ven en la misma circunstancia que ellos han criticado. Y esto también es una sanación de la sociedad a través de las personas que tienen heridas.
¡Cuántas veces hacemos juicios y tenemos prejuicios de las personas que no cumplen con nuestras expectativas! Y nosotros no somos Dios para juzgar ni prejuzgar a nadie.
Yo no he visto tanto a Dios en mis éxitos sino en mis heridas porque es ahí, en la fragilidad, donde una persona tiene la oportunidad de abrirse.
Es muy raro que Dios sane a través de los éxitos, es más habitual que lo haga a través de las heridas, ahí donde el hombre no puede: el hombre frágil es el que atrae el amor y la misericordia de Cristo. Nosotros aprendemos a leer el amor de Cristo en esas personas, en cada corazón herido que se abre.
¿Cómo pueden aliviarse esos sufrimientos?
Lo primero que hacemos o intentamos hacer es escuchar para conquistar el corazón, porque en la medida en que uno conquista el corazón del otro, entregando el suyo propio, esa persona se abre.
Lo difícil en esta sociedad es abrir el corazón. Nos han enseñado a defendernos, a cerrar el corazón, a desconfiar, a tener juicios y prejuicios.
Lo que intentamos en Betania es conquistarlo, pero no se puede hacer si no se entrega el propio. Porque la autoridad la recibimos cuando hemos conquistado el corazón, pues la autoridad no es sometimiento, nos la regala el tú.
Y lo hacemos respetando los tiempos de cada uno. Los que están preparados para ver con objetividad su historia de vida y reconocer sus errores, pueden entrar en Betania para hacer ese proceso de sanación.
Si yo estoy cerrada porque me siento frustrada y fracasada porque mi matrimonio no respondía a mi proyecto, y busco culpables, quiere decir que el centro sigo siendo yo, y en estos casos no podemos hacer mucho por acompañar a la persona.
En toda relación hay una responsabilidad mutua. Ya no hablo de culpabilidad porque la culpabilidad no existe si no hay voluntad, y además las culpas bloquean, pero sí tenemos que tener un conocimiento y una responsabilidad de nuestras decisiones.
Cuando tenemos un conocimiento mayor de nosotros mismos podemos modificar, reparar, y esto nos libera de las cargas que tenemos. Perdonarse a sí mismo lo aprendemos en estos procesos, con la gracia de Dios. Solo Dios sana y salva.
¿Cómo superó usted su fracaso matrimonial?
Yo no lo considero fracaso. Nunca lo he considerado así. No todos los separados consideran que su situación es un fracaso. Ni yo cuando me separé. Eso es lo primero de todo.
Quien me ha guiado, quien va sanando mi corazón y mi ego ha sido siempre el Señor. Hoy veo mi separación como la oportunidad en la que me he encontrado con Cristo de verdad.
Antes de separarme busqué ayuda en libros de autoayuda, psicólogos y  psiquiatras pero en un momento dado me di cuenta de que ni ellos ni los coachers ayudaban a mi alma, a mi corazón. Me daban unas pautas pero yo buscaba más: la sanación  de mi persona, la restauración de mi ser.
Entonces conocí el Santuario de Schoenstatt, hice la alianza de Amor con la Virgen María y le dije: “si tú eres madre de verdad y Dios quiere sanarme a través de ti pues aquí estoy”.
Sólo puse mi sí a estar ahí, a ir al menos una vez a la semana, no mucho más, y así fue modificando mi corazón y mi pensamiento. Uno tiene que dar un sí; si no, Dios no puede hacer nada.
A mí quien me ha sanado es Dios. Y cuando yo íba sanando repercutía en mis hijos. Dios está conmigo y es fiel a mí aunque yo sea infiel.
El origen de mi sanación fue la alianza de Amor. María se lo tomó en serio. Yo no creía, era muy escéptica, pero ella me ha llevado de la mano y me sigue llevando cada día.
Nunca he sido tan feliz como cuando me he dejado hacer. El problema es cuando no nos dejamos hacer; cuando el centro soy yo y mis razonamientos humanos me construyo un muro en el que no puedo escuchar y no confío nada más que en mí, pero el amor de Dios es tan grande y su paciencia tan infinita……
¿Cómo se puede evitar sentir odio tras una separación matrimonial?
Se logra cuando uno se mira a sí mismo y reconoce que también tiene errores, cuando uno deja de culpabilizar sólo a la otra persona, cuando uno deja de esperar y de exigir que los demás me hagan felices. Cuando uno descubre que mi felicidad no está y no depende de los demás, sino que está dentro de mí.
Ahí empezamos a darnos cuenta de que el otro sabe tanto como yo y cuando uno descubre que el otro también ha caído en trampas (por ejemplo para conseguir que me amen más, he dependido más, he sido más esclava, me he dejado maltratar, humillar,…).
Otro paso importante es aprender a perdonarse a sí mismo,… lo más difícil no es que Dios me perdone sino que yo me perdone y que yo perdone. Esto es difícil porque estamos muy centrados en nosotros mismos.
A mí me ayudó muchísimo primero identificar esto y después pensar: si ahora se apareciera Jesucristo y yo le pidiera que me perdonara porque he sido orgullosa, soberbia, porque he herido o porque me he puesto por encima y he pisado a otros, lo primero que me preguntaría es: ¿perdonas a quienes te han herido a ti?
Si no perdonamos a los que nos han herido ¿que derecho tenemos a pedir a Dios que nos perdone?  Si no perdono no crezco porque estoy atada al rencor y al resentimiento y esto me reduce como persona, perdonar nos libera, es lo más sano del mundo.. En el rencor y el resentimiento no puede estar Dios. El perdón, el resentimiento son las ataduras al mal, entonces le pertenezco al mal, elijo el mal.
El amor de Dios es tan grande que me deja elegir entre el bien y el mal. Después tengo la gran suerte de que el Señor me perdona siempre, pero si no perdono no voy a ser capaz de recibir la verdadera liberación del perdón de Dios.
La sanación del perdón es lo más precioso, cada vez que perdonamos de corazón nuestro amor se asemeja al amor de Dios. Cuando salimos de nosotros mismos para perdonar estamos asemejándonos a Dios. El verdadero poder está en el amor.
Cuando se empieza a entender esto, uno empieza a percibir a Dios a pesar de todos los errores, heridas, pecados: de haber abortado, de haber recibido abusos sexuales, de una separación,… sin embargo vence el amor de Dios y el perdón es el poder de Dios, que nos ofrece también a los hombres. El perdón es un don que hay que pedir a Dios.
Para Cristo era una oportunidad todo aquel que estaba fuera de la ley, fuera de la norma, y Betania quiere seguir sus pasos igual, sin juicios ni prejuicios, sino como oportunidad para que Cristo se muestre en esa persona con su amor. Respetándola y amándola como es, no como queremos que sea.
El tiempo es un don para la conversión y el perdón. Llegar a esto es el tesoro de la felicidad en este mundo, sin importar que las circunstancias sean difíciles. 
¿Cómo se hace para que los niños puedan crecer en armonía estando separados sus papás?
Los niños son las víctimas inocentes y necesitan las dos referencias, la paterna y la materna. El mayor error y daño que les podemos hacer a nuestros hijos es quitarle la fama a su padre o a su madre, hablar mal del otro, quitarle la autoridad,… Hay que preservar a los hijos de nuestros odios y rencores. Ellos tienen derecho a tener padre y madre.
Los hijos son las víctimas de la separación, no la causa. Haya habido una infidelidad, incluso un asesinato,… la causa se encuentra en los dos padres.
Todos somos responsables: un maltratador no existe si yo no me dejo maltratar. Aquí hay una serie de responsabilidades por carencias en la educación, por miedos. Y todo eso, si no lo hemos sabido hacer bien en el matrimonio, son cargas para nuestros hijos.
En la separación, los hijos se sienten inseguros, y necesitan experimentar el amor incondicional. Es cruel utilizar a los hijos hablando mal del otro, o usándoles como armas arrojadizas. Los más inocentes e indefensos en una familia son los hijos, hay que protegerlos más incluso que a los padres porque son los más frágiles, aunque los padres deben pasar por una sanación personal.