Bruselas dice que seguiremos a la cola y que no volveremos al nivel pre virus en cierto tiempo…
Bruselas prevé que España siga a la cola de la recuperación económica poscovid en 2023
Nuestro país es el único de la zona euro que no conseguirá volver este año a los niveles de 2019. Para el que viene, solo habrá crecido un 3,3%, la mitad que la media
España sigue a la cola de la recuperación en la zona euro... y lo seguirá estando hasta el final de la legislatura. Pese a corregir al alza las previsiones para nuestro país, la Comisión Europea ha vuelto a certificar este jueves que la economía española es, de entre las 27 que conforman el bloque comunitario, la más rezagada en el repunte tras la pandemia. De hecho, será la única que no recupere los niveles precovid este año, según se deduce de los datos aportados por el Ejecutivo comunitario.
La recuperación acelera, aunque no lo suficiente. El PIB de España aumentará un 5,6% en 2022 —una décima por encima de lo previsto en noviembre— y un 4,4% en 2023, mucho menos de lo que calcula Moncloa. La Comisión Europea se mantiene con el coro de organismos internacionales que dibujan un escenario económico mucho más pesimista que el que maneja el Gobierno. Mientras el Ejecutivo español sigue esperando que en 2022 la economía se expanda un 7%, otras instituciones, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), están en línea con Bruselas: ambos auguran una expansión del 5,8% para 2022 y del 3,8% para 2023.
El crecimiento del presente ejercicio no servirá para llegar a los niveles de 2019, los últimos para tener una referencia del músculo de la cuarta economía del euro antes de la irrupción del covid. Mientras que el PIB alemán cerrará el que, previsiblemente, será el último año de la pandemia un 1,6% por encima de los niveles previos a la misma, el español lo hará un 1,1% por debajo. Es el peor dato del conjunto de la eurozona: el PIB francés aumentará un 2,1% durante este periodo respecto a 2019, el italiano un 1% y la media, un 2,5%.
El mayor programa de estímulos de la historia europea no ha servido, de momento, para disipar los fantasmas que aparecieron en Madrid y Bruselas al principio de la crisis. Tras la irrupción del coronavirus, buena parte de la discusión económica en la capital comunitaria se centró en cómo lograr que las economías de los Veintisiete rebotaran lo antes posible. El objetivo es que los gráficos dibujaran una V, volviendo a los niveles prepandemia cuanto antes. Preocupaba y todavía preocupa una recuperación desigual, que fragmentaría todavía más el mercado interior y aumentaría las diferencias entre los Estados miembros. Y, precisamente por eso, se diseñó un inédito fondo de recuperación de 800.000 millones de euros. El primer objetivo se ha cumplido en gran medida, con un rebote extraordinario, pero el segundo sigue en duda: no todas las economías llevan la misma velocidad. Y la nuestra es la más lenta.
El golpe del confinamiento y los estados de alarma durante la primera fase de la pandemia aún pesan como una losa sobre la producción nacional. España fue el Estado miembro que más PIB perdió en 2020, con una caída del 10,8% que duplicó la media de la zona euro, y se quedó rezagado en el repunte de 2021, al crecer un 5%, cuatro décimas más que la previsión anterior y tres menos que el conjunto del bloque comunitario. La nueva proyección sitúa a nuestro país al frente de la recuperación este año, como destaca el Gobierno. Pero, si se amplía la fotografía, la situación sigue siendo negativa.
La economía española no solo es la única de los Veintisiete que no habrá alcanzado el PIB prepandemia a final de año, sino que seguirá a la cola en 2023, cuando está previsto que expire la legislatura. En ese momento, nuestro país solo habrá crecido un 3,3% respecto a 2019, unas centésimas por debajo de Italia. Por contra, Alemania y Francia habrán despuntado un 4,2%, la media de la eurozona un 5,3% y la de la UE, un 5,9% En otras palabras: España se recupera a la mitad de velocidad que sus socios, pese a haber sido pionero en recibir los primeros pagos del Next Generation, unos 10.000 millones del total de 140.000 al que tiene derecho.
A diferencia de lo ocurrido tras la Gran Recesión de 2008, el marco comunitario es favorable para los intereses nacionales. Bruselas ha intentado desde el principio reducir lo máximo posible la brecha entre los países con un espacio fiscal suficiente para amortiguar la caída del PIB de 2020 y aquellos que no contaban con ese colchón. En ese sentido, la Comisión no solo ha impulsado el mayor programa de estímulos de la historia, sino que ha mantenido suspendidas las normas fiscales para que los Estados miembros pudieran pisar a fondo el acelerador y gastar más de lo que las reglas les permiten en tiempos normales. El mensaje enviado por la capital comunitaria siempre fue que había que tener mucho cuidado a la hora de retirar el dopaje a la economía, y que cualquier paso atrás debería ser gradual.
Pese a estar a la cola de la recuperación, nuestro país fue uno de los dos únicos de toda la Unión que presentó unas cuentas contractivas
Aunque los presupuestos de 2022 también se elaboraron con las normas fiscales suspendidas, el Ejecutivo comunitario empezó hace unos meses a recomendar cautela a aquellos socios con unos altos niveles de deuda pública, como España o Italia. En 2023 está previsto que se reactiven las reglas, de manera que Bruselas prefería que, poco a poco, las capitales fuesen ajustándose de nuevo el corsé en los planes presupuestarios que tenían que enviar en octubre. Y eso es, precisamente, lo que hizo España: pese a encontrarse a la cola de la recuperación, nuestro país fue uno de los dos únicos de toda la Unión que presentó unas cuentas contractivas, lo que le valió el aplauso del Ejecutivo comunitario.
Además, los presupuestos españoles se elaboraron cuando las previsiones de crecimiento de la Comisión Europea seguían siendo del 6,2% para 2021 y del 6,3% para 2022, muy por debajo de las conocidas este jueves. Los cuellos de botella en las cadenas de suministro, el aumento de los precios de la energía y la aparición de ómicron han dado al traste con los planes del Ejecutivo.
Abrazos,
PD1: Impresionante toma de posesión del Obispo Munilla en Orihuela, al que llegó en la mula Bartola... Te dejo su homilía que no tiene desperdicio:
Voy a compartiros unas reflexiones a modo de programa de vida para todos nosotros. Lo hago comentando un mensaje que envié a redes sociales recientemente, en el que se expresaba la siguiente triada: “Baila como si nadie te estuviese mirando. Ama como si nunca te hubiesen herido. Trabaja como si no necesitases dinero.”
1º.- “Baila como si nadie te estuviese mirando”:
¿Quién es mi público, quién es tu público? ¿Ante quién nos levantamos por las mañanas y nos esforzamos en el día a día? ¿A quién esperamos agradar y de quién confiamos obtener la aprobación de cuanto hacemos? ¿Acaso nos condiciona sobre manera que hablen bien o mal de nosotros? ¿Aspiramos a obtener el reconocimiento de este mundo? ¿Bailamos o dejamos de hacerlo, tal vez, dependiendo de quién nos mire o nos deje de mirar en cada momento?
Por ello, me atrevo a proponeros este ideal, y le pido a Dios la gracia de vivirlo yo mismo: ¡Baila como si nadie te estuviese mirando! En realidad, lo único importante es la mirada de Dios… ¡Las cosas son lo que son para Dios, y nada más!
En última instancia, actuar en conciencia es lo mismo que vivir en presencia de Dios, ya que nuestra conciencia no es otra cosa que la mirada latente de Dios en nuestra vida…
Bien podríamos hacer nuestra la conocida expresión del poeta Juan Ramón Jiménez, el autor de “Platero y yo”: “Ni el elogio me conmueve ni la censura me inquieta. Soy como soy. Nada me añade el aplauso y nada me quita el insulto”.
Pues bien, la experiencia nos demuestra que solo viviendo en presencia de Dios se puede actuar en conciencia. De lo contrario, la vanidad acaba siendo el motor de nuestra vida, o los miedos y temores al fracaso nos terminan por paralizar, o incluso nuestra propia autoestima se resiente gravemente, hasta el punto de hacernos entrar en profundas crisis de identidad.
Decía Santa Teresa de Calcuta aquello de: “Yo solo soy un lápiz con el que Dios escribe una carta de amor al mundo”. Esta gran verdad, solo puede decirla quien vive en la presencia de Dios.
2º.- Ama como si nunca te hubiesen herido:
Nuestra cultura arrastra muchas heridas, provocadas por habernos fallado profundamente los unos a los otros, y también por motivo de que nuestra fragilidad interior nos hace muy vulnerables a las faltas de delicadeza y de caridad de cuantos nos rodean…
Pero el Evangelio nos aporta una gran noticia: El corazón no es de quien lo rompe, sino que el corazón es de quien lo repara. Por lo tanto, nuestro corazón tiene dueño, y es el Corazón de Jesús.
Y por ello, nosotros no podemos quedar atrapados por las heridas del pasado, o por tantos episodios desgraciados que hayan sembrado la decepción y la desconfianza en nuestros corazones. No podemos actuar desde un amor propio herido. Estamos llamados a empezar de nuevo. El amor y la esperanza cristianas son capaces de reiniciarlo todo desde cero, sin permitir que las heridas del pasado nos descarrilen en el momento presente; más aún, abriendo nuestro corazón para dar una oportunidad a la sanación.
Amar a fondo perdido no es de tontos, sino que es de sabios. Jesús nos dijo aquello de: “no devolváis mal con mal, al contrario, venced el mal a fuerza de bien” y “amad a vuestros enemigos”, y ha llegado el momento de ponerlo en obra…
Soy consciente de que esto no será fácil, ya que vivimos en una cultura crispada… ¡Baste asomarse a Twitter! Hay poco espacio para el diálogo y para el encuentro de diferentes. A quien no piensa como nosotros hay que silenciarlo… Es la cultura de la cancelación que, por cierto, el Papa Francisco ha puesto al descubierto en su discurso de inicio de año ante el cuerpo diplomático internacional acreditado en la Santa Sede.
Por poner un ejemplo, recuerdo que en mi juventud solíamos repetir una máxima que por aquel entonces se consideraba revolucionaria: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. O, dicho de otra forma, aunque yo no piense como tú, daría mi vida para que tú pudieses disfrutar de libertad de expresión…
A la vista está que aquel ideal quedó en el olvido, ya que en la actualidad se pretende imponer el pensamiento único de lo que se considera políticamente correcto… Y, por ello, pienso que estamos ante una oportunidad histórica única para mostrar ante el mundo que la Iglesia es un espacio de encuentro y diálogo en el que todo el mundo tiene cabida, tal y como estamos subrayando en la fase diocesana del Sínodo sobre la sinodalidad, sin que ello suponga ceder al relativismo; sino haciendo del encuentro entre diferentes un seudo ‘sacramento’ para la expresión del mandamiento cristiano del amor al prójimo.
¡Este es nuestro ideal!: Amar a todas las personas incondicionalmente, al mismo tiempo que creemos y predicamos la verdad revelada por Cristo.
3º.- Trabaja como si no necesitases dinero:
La tarea de la Iglesia se encuadra más en la categoría de la vocación que en la de la profesión… (Y dicho lo anterior, tengo que matizar diciendo que todas las profesiones están llamadas a vivirse de forma vocacional). Pero una prueba inequívoca de que la evangelización es una vocación que está muy por encima de los parámetros socio económicos, es la invitación de Jesús a que llevemos a cabo nuestra labor en la pobreza evangélica.
Los medios materiales serán necesarios solamente en la medida en que nos ayuden a visualizar los valores del Reino de Dios. Estamos llamados a presentarnos ante el mundo, no apoyados en los medios humanos, sino en la fuerza del Espíritu Santo. No en vano la primera de las bienaventuranzas subraya la pobreza evangélica (“Bienaventurados los pobres de espíritu”), y es clave para poder vivir el primero y principal de todos los mandamientos (“Amad a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”).
La pobreza evangélica no se refiere solamente al dinero –que también— sino a todo apego que nos impida tener un corazón desprendido para poder amar a Dios. Por ejemplo, es clave que vivamos la pobreza de ambiciones y de honores humanos.
La tarea de la evangelización requiere de nosotros que compitamos por ocupar el último puesto… De pelearnos –si tuviésemos que ‘pelearnos’ por algo—, lo haremos por ocupar el último puesto. Competiremos por coger la escoba y por servir a los más humildes. Cuando los pobres, los enfermos, los ancianos, los presos, los solitarios, los depresivos…llegan a cambiar nuestros horarios, planes, previsiones, el estado de nuestra cuenta corriente, entonces habrá entrado Jesús en nuestra vida. Dios nos libre de los criterios mundanos que hacen infecunda la tarea de la evangelización.