Ayer Putin amenazó con usar las armas nucleares… ¿Es una amenaza solo, o es como siempre un aviso? Acojona un rato. Increíble que hayamos retrocedido tantos años…, y que coincidamos con una política blandita de EEUU, y un poupurri entre los gobernantes europeos. No le consiguen frenar ni meter miedo. Pasa de todo…
El precio a pagar
Si hay consecuencias económicas duras por un plante ante el imperialismo de Putin, deberemos asumirlo como un precio a pagar por nuestros valores, nuestra democracia y nuestra libertad
Puedo confirmarles que es esta la columna que más se me ha resistido a la hora de escribirla en todos los años que llevo teniendo la oportunidad de hacerlo. La razón no es la incapacidad de encontrar un tema, una idea que trasladar. Tampoco que no fuera capaz de encontrar la inspiración necesaria. Simplemente he sido incapaz, por momentos, de encontrar la forma de expresarme evitando controlar el intenso conflicto que surge del interior de cada uno de nosotros cuando se es mínimamente consciente, en la lejanía, de lo que sucede. Por eso he decidido tratar tan sólo de esbozar algunas ideas, en función de la información que conocemos en este preciso instante.
Debo decirles que la evolución de los datos económicos en estas 48 horas de conflicto (las transcurridas desde el inicio de la ignominiosa invasión hasta que escribo) son enormemente confusas. Todos dábamos por hecho que la economía se vería fuertemente afectada por lo que está sucediendo en Ucrania. Y al principio, así fue. Nada más conocer las noticias sabíamos del aumento extraordinario del precio, una vez más, del gas en venta en Europa y que el crudo rebasaba los 100 dólares. La temida reacción ya estaba aquí. Y las consecuencias serían las esperadas y previstas: más inflación, ajuste en el crecimiento y, después de varios meses de fuerte recuperación, posiblemente, recesión. Los bancos centrales se internarían en un escenario muchísimo más complejo aún, teniendo que elegir entre inflación o desempleo para evitar tener las dos a la vez. Nuestros bolsillos se resentirían y tendríamos que pagar un precio económico alto por la locura de un autócrata extranjero.
Al parecer, aunque desde luego no inocuo, el shock ha sido muchísimo menor al previsto. Habrá que ver, en este caso, la evolución de los acontecimientos
Sin embargo, les escribo cuando el precio del gas se sitúa solo a unos pocos dólares por encima del precio de principios de semana y el crudo vuelve a situarse por debajo de los cien dólares. Ayer fue el segundo día más caro de la luz en este año, pero sin embargo es muy posible que retornemos a cifras similares a las que ya estábamos habituados con un gas rondando los 70-75 dólares. De momento el efecto ha sido pequeño y lo ocurrido va a tener solo un menor reflejo en las cifras de inflación y crecimiento de lo esperado. Al parecer, aunque desde luego no inocuo, el shock ha sido muchísimo menor al previsto. Habrá que ver, en este caso, la evolución de los acontecimientos.
Pero, llegados a este punto, solo decirles que no sé si esto es bueno o malo. Quizás malo si uno atiende a razones geoestratégicas y bueno si lo hace desde la perspectiva económica y desde el limitado espacio de acciones que nos permite la realidad. Es evidente que los mercados han reaccionado positivamente en las últimas horas no porque haya un conflicto, sino porque ha entendido que las consecuencias principales sobre la economía europea estarían correlacionadas con el nivel de bloqueo a la economía rusa. Y aunque, ciertamente, se han adoptado medidas económicas para bloquear y aislar a la economía rusa, es evidente que no se ha llegado hasta el límite que podría haber sido posible e incluso para muchos deseable. Recuerde que escribo un sábado.
Pero ante lo anterior, no me entiendan mal. No quiero, ni debo, dar lecciones sobre lo que es correcto a aquellos que deben tomar estas decisiones. Les aseguro que las tomadas y, en mayor medida las no tomadas, han debido serla en una situación de presión inmensa. Las relaciones geoestratégicas, las dependencias económicas derivadas de un mundo globalizado que poco o nada tienen que ver con el existente en lo más crudo de la Guerra Fría, y las posibles consecuencias en clave interna de cada país condicionan las decisiones sobre si llegar a un punto u otro. Sólo quienes deben tomarlas viven la experiencia, los demás solo lanzamos ideas sin consecuencias más allá que en nuestro mundo imaginario. Pero no es menos cierto que si nuestra mejor arma como europeos es nuestro euro, nuestra economía, y si no vamos a ayudar a Ucrania con otras más convencionales, algo que muchos entendemos que implicaría un nivel extraordinariamente diferente en el conflicto, deberíamos, cuando menos, valorar pagar el precio de mandar decididamente todas nuestras divisiones económicas a combatir.
Y aquí solo les dejo una reflexión que, sin valor por solo ser mía y no estar más cualificado que ninguno de nosotros, podrán compartir o no. La tibieza en la reacción de los mercados es una expresión de la relativa debilidad que ha sido nuestra reacción inicial. Dado el nuevo escenario por el que se mueve nuestra Europa y el mundo, las consecuencias en cadena que ocurrirían por una limitada acción podrían llevarnos en el futuro a pagar un precio mayor. Recordemos, si hay consecuencias económicas duras por un plante ante el imperialismo de Putin, deberemos asumirlo como un precio a pagar por nuestros valores, nuestra democracia y nuestra libertad. Tal cual. Nos lo debemos y se lo debemos a los ucranianos, para los cuales el precio que van a pagar es intensamente superior.
NOTA. Este texto fue escrito durante la mañana del sábado. A lo largo del día las noticias irían llegando, confirmando una postura y acción más decidida por parte de Occidente, limitando parcialmente el SWIFT, bloqueando las reservas y operatividad del BC de Rusia y actuando sobre determinados ciudadanos rusos. Todo parece, pues, que hemos aceptado el precio a pagar. Un precio que, sin duda, será elevado en términos económicos. Exigirá, igualmente, una acción coordinada de los países de la UE para tratar de minimizar sus consecuencias. Pero para ello la crisis del covid nos ha enseñado cómo. Es hora de más Europa, de más democracia y de más libertad. Y es que aquello que nos es preciado debemos pagarlo conforme al valor que tiene.
Abrazos,
PD1: Hay que seguir rezando para que acabe esta locura…