Sin embargo, viendo el desastre
de los mercados, esta noche ha dado marcha atrás (hasta el 1 de mayo para
repensárselo) al arancel de acero y aluminio, a casi todos los países, salvo Japón
y China, tratando de restaurar la calma. Le han debido decir por activa y por
pasiva, que esto de los aranceles es muy malo, ya que luego hay represalias…
Esto son los datos. China ya no
se dedica a vender baratijas al resto del mundo. Se va especializando y con
EEUU estos son los sectores más deficitarios:
¿Recuerdas a Japón hace años
cuando nos vendía toda la electrónica? Pues China va en camino de repetir la
misma historia de fabricar cosas buenas a bajo precio y arrasar con los
competidores…
Estas son alguna de las formas
con que China podría responder a la guerra de tarifas: Here Are
All The Ways China Can Retaliate To Trump's Trade War. China
ya habla de grabar por 3000 millones de dólares a productos estadounidenses,
aunque quizás sean otros caminos más represivos los que use…
Emilio Ontiveros, Presidente de
AFI, decía esto:
Escaramuzas y guerras comerciales
La decisión de Trump de imponer aranceles a las
importaciones de acero y aluminio acabará por subir la inflación y los tipos de
interés. No es consciente del malestar que causaría a sus ciudadanos el inicio
de represalias de otras áreas económicas
El primer año de Donald Trump
como presidente de EE UU apenas confirmó los temores que razonablemente
transmitían sus propuestas electorales. La denuncia del Acuerdo Transpacífico,
la revisión en profundidad del NAFTA o el cuestionamiento de las actuaciones de
la Organización Mundial de Comercio (OMC), eran interpretados como amagos con
una limitada capacidad intimidatoria. Una cosa es la retórica electoral y otra
bien distinta la acción política, nos confortaban los más experimentados en el
juego decisional de la Casa Blanca. Con el inicio de su segundo año, las cosas
han cambiado y se empiezan a concretar algunas de las amenazas sobre la
estabilidad global.
A la
decisión de imponer aranceles sobre la importación de lavadoras y paneles
solares le ha sucedido la más sorprendente de hacerlo sobre las importaciones
de acero y de aluminio, con cargas del 25% y 10%, respectivamente, “con el fin
de preservar la seguridad nacional”. Desoyendo las advertencias sobre las
consecuencias de una decisión tal, el presidente de la principal economía del
mundo la ha adornado con un anuncio en su cuenta de Twitter el pasado viernes
que ya se ha hecho acreedor de algo más que una nota a pie de página en los
manuales de economía y relaciones internacionales: “Las guerras comerciales son
buenas y fáciles de ganar”.
Un enunciado que, además de
ignorar la historia, puede desencadenar consecuencias adversas tanto en EE UU
como en el conjunto de la comunidad internacional. Ha pasado por alto la
experiencia de la Gran Depresión, su acentuación tras la imposición de
aranceles por la Smoot-Hawley Tariff Act, cuyos costes internos y las
represalias de otros países provocó el colapso de la economía mundial. Pero
tampoco ha prestado atención a quienes, incluso dentro de su equipo de
asesores, han advertido de los mayores costes que supondran para las empresas y
consumidores estadounidenses esos nuevos aranceles indiscriminados. Se han
impuesto las posiciones más radicales de su Secretario de Comercio Wilbur Ross
y el asesor en temas comerciales Peter Navarro, obsesionado con la competencia
china.
Con ese empeño por reducir el
déficit comercial de su país mediante la imposición de trabas al comercio,
Donald Trump desconoce que influir en la estructura y composición de los flujos
de comercio ya no depende únicamente de aranceles mayores o menores. Que las
cadenas de producción de las propias empresas estadounidenses se han
fragmentado a lo largo y ancho de la geografía global, como lo ha hecho la
producción y comercialización de bienes intermedios.
El primer impacto de lo que
acaba de decidir no puede ser otro que una elevación de costes en aquellos
sectores importadores de acero y aluminio, desde el automóvil al de
infraestructuras, pasando por los productores de material de defensa. Las
pérdidas de empleo en las empresas que utilizan esos bienes en sus procesos de
producción pueden ser superiores a los empleos supuestamente protegidos mediante
la penalización de las importaciones. Y, en todo caso, el encarecimiento de
estas últimas traerá consigo elevaciones de la inflación, a las que seguirán
ascensos en los tipos de interés que dañarán aquellos sectores más sensibles a
los costes de financiación, como el de la construcción. La persistencia de
tipos de interés más elevados que en las economías avanzadas puede acarrear
apreciaciones del dólar y un debilitamiento adicional de las exportaciones. No
es de extrañar que la reacción de los mercados financieros haya sido de un
nuevo desplome de cotizaciones, no solo de aquellas empresas más intensivas en
el consumo de las importaciones penalizadas.
El presidente de EE UU no
parece consciente del daño al bienestar de sus ciudadanos que tendría el inicio
de represalias comerciales por parte de las principales potencias, consecuentes
con esa declaración de guerra. Es un hecho que la superproducción china de
acero ha llevado los precios a la baja, incluso por debajo de sus costes, lo
que ha provocado acciones de otros países productores, la UE incluida,
imponiendo aranceles en determinadas modalidades de aceros provenientes de ese
país. Pero no es menos cierto que la inesperada decisión de Trump, el carácter
unilateral de la misma y la extensión de esta a todos los exportadores a EE UU,
le confiere una agresividad sin precedentes. En realidad, el principal
suministrador de acero no es China, que ocupa el décimo lugar con apenas el
2,5% de las ventas a EE UU, sino Canadá. Poco ha importado que este país, suscriptor
hace 24 años del NAFTA, se encuentre en plena negociación de la revisión del
acuerdo, junto a otro cualificado exportador, México.
Ha hecho bien la Unión Europea
en reaccionar de forma diligente. Primero, calificando el episodio como una
flagrante intervención para proteger la industria nacional, sin justificación
alguna en esa invocada seguridad nacional. El presidente Juncker se ha mostrado
firme anunciando reacciones en la defensa de los intereses europeos, que en
este caso coinciden con los del conjunto del sistema de comercio internacional.
Aportando una respuesta adecuada a la situación de sobrecapacidad en esos dos
sectores al afirmar que la única vía de tratamiento del problema ha de ser
mediante acuerdos con los países generadores del problema, en lugar de esa
acción unilateral de EE UU.
Por eso, lo correcto es que más
allá de esas advertencias de penalizar las importaciones de pantalones Levi's,
el whisky Bourbon o las motocicletas Harley Davidson, la Comisión Europea
insista en propuestas compatibles con las normas de la OMC con el fin de
compensar la situación creada unilateralmente por la administración Trump,
cuyos daños van más allá del eventual descenso de las exportaciones europeas de
acero y aluminio a EE UU.
Es probable que esa inesperada
decisión de Trump sea solo una escaramuza: no tanto la reacción a los problemas
comerciales como a la necesidad de distraer la atención sobre asuntos políticos
más domésticos. Es verdad, como reconoce Dani Rodrik en la introducción a su
último libro, Straight
talk on trade, que en EE UU nunca fue muy popular el régimen de
comercio global, ni los acuerdos regionales. Pero ahora es desde la propia
administración donde se alimenta esa actitud contra el libre comercio y la
confrontación con las instituciones multilaterales. No se hace precisamente con
el fin de preservar el empleo o de paliar las desigualdades que ha generado la
propia dinámica de globalización, sino para proteger empresas poco
competitivas. Y con ello debilitar el predicamento de ese país y exponer el
mundo a una confrontación sin más precedentes que los asociados a la Gran
Depresión.
Emilio Ontiveros es
presidente de Afi.
Y esa extraña sensación que
genera Trump de ser muy agresivo y luego no dar, de amagar y retirar… Lo repite
sistemáticamente. Abrazos,
PD1: Y los resultados de estas
escaramuzas en la guerra arancelaria es que la volatilidad se ha vuelto a
disparar, tras el susto de febrero con los bonos y bolsas:
Aunque estas subidas de
volatilidad son muy normales con un mercado tan sobrevalorado. Es algo puntual,
vuelve a reconducirse, con el paso del tiempo:
Lo raro era lo que había
ocurrido en los dos últimos años, que fuera tan direccional el mercado sin
apenas volatilidad, que no importase nada, cuando hubo varios factores de
riesgo, y los mercados fueron pasando olímpicamente, subiendo al calor de los
FAANG (Facebook, Amazon, Apple, Netflix y Google), que empujaban sin importarles
valoraciones, ni expectativas de beneficios…
Por cierto, Facebook ya no será
como era. Va a haber muchos cambios, por usuarios, por los publicistas, por la
multa que les debe caer. Su fundador se planteó ser presidenciable a futuro ¿?
Y se le tiene más ganas que a nadie: niñato que robó la idea a un compañero de
clase, que se hizo de los más ricos del mundo y que vendía los datos a todo
quisqui… Puede que acabe en la cárcel todavía, o muy multado. ¿Has dado ya
“delete”? No sé a qué esperas, nada bueno sale de ahí…
Y el otro problema que nos
queda es que tras la escalada tan grande de los últimos años, no queda nada
para ganar en los siguientes. Ni en bonos, ni en bolsa..., ni en inmobiliario
(que no te engañen de nuevo). Salvo los emergentes que siguen presentando
potencial…
Hemos vuelto a cometer los
mismos errores de la crisis de 2008: deudas y más deudas. ¿No fue una crisis
que se desató cuando nos caímos del guindo al ver tanto apalancamiento? Parece
que la gente y los consejos de administración olvidan demasiado pronto…
Y eso sin olvidarnos de las
emisiones masivas de deuda pública, la retirada de los estímulos financieros
(QE) y la subida de tipos en marcha, con otras dos subidas esperadas este año y
dos más en 2019…
Y un dólar que no reacciona,
que no se mueve por el diferencial de tipos, manipulado para reconducir el
déficit comercial yanqui…:
Mi visión de los mercados es la
misma que hace meses: debía haber una reversión a la media, debían respirar…, y
es lo que están haciendo. Wall Street debe volver a su media móvil de 200
sesiones (2450 puntos para el SP500) Europa, tan recomendada por los banqueros
privados locales, tiene severos problemas y lo muestra en sus bolsas de
chichinabo, orientadas a bancos y telecos que nadie quiere… Y los emergentes se
contagiarán algo, como ocurriera en febrero, pero les durará muy poco sin que
merezca la pena salir para volver a entrar…
Lo que ha pasado estos días es
una toma de beneficios ante el deterioro de valoraciones y expectativas, junto
al miedo a los aranceles y sus repercusiones. Es muy probable que los altos de
los próximos años sean los del mes de enero pasado, y el mercado oscile entre
esos niveles y los mínimos que están por alcanzar de la tendencia primaria, una
vez corregida la parábola de otoño y enero. Habrá volatilidad durante estos
años, se moverá tocando ambos puntos varias veces cada año, el máximo de enero
y el mínimo de sus medias móviles, haciendo que solo compense moverse cuando
estemos en uno de esos puntos…, por tratar de obtener un rendimiento en años de
lateralidad…
La guerra de aranceles es ruido
que el mercado usa para corregir, pero no es factible y ellos lo saben.
Debilitar el dólar, es su única opción, siendo conscientes de que tienen que
financiar muchos papelitos y que, tendencialmente, el dólar va perdiendo su
atractivo y habrá otras alternativas de medios de pago… La subida de tipos de
interés genera ruido para las bolsas, pero en otras ocasiones no han salido mal
paradas con tipos subiendo. Lo importante es que no se pasen y frenen demasiado
el parco crecimiento económico…
PD2: La Semana Santa no son
días de comilonas y playa. Hay algo más. Te lo cuento por si se te ha olvidado…
Semana Santa
1) ¿Qué es la Semana Santa?
La
Semana Santa son los siete días en los que la Iglesia hace
memoria de la Pasión de Nuestro Señor. Comienza el Domingo de Ramos y
termina el Domingo de Resurrección. Se fija la fecha de modo que el
Domingo de Resurrección sea el primero tras la primera luna llena de primavera.
2) ¿Qué días de la Semana Santa son de precepto?
La
Iglesia sólo establece como días de precepto el Domingo de Ramos y
el Domingo de Resurrección. Sin embargo, aconseja participar de los
Oficios del Jueves y del Viernes Santo.
3) ¿Qué se celebra el Jueves Santo?
En el
oficio del Jueves Santo se celebra la Misa vespertina de la Cena del
Señor, donde conmemoramos además el sacramento del Orden y
el mandato nuevo del amor. Puede celebrarse por la mañana la Misa
Crismal, en la que el obispo bendice los santos óleos con los que serán
ungidos los fieles durante ese año: óleo de enfermos, óleo de los catecúmenos y
el santo Crisma.
4) ¿El Viernes Santo se celebra la Eucaristía?
No. El
Viernes Santo no se celebra la Santa Misa en ningún lugar del
mundo. El oficio que se celebra por la tarde consta de la Liturgia de la
Palabra, la Adoración de la Cruz y el rito de Comunión con el Cuerpo de Cristo
(que se había reservado el Jueves Santo).
5) ¿Hay que hacer algo en especial el Sábado Santo?
El
Sábado Santo es el día del silencio y la Iglesia aconseja
meditar sobre la muerte del Señor y su descenso al infierno. Los altares
permanecen desnudos y los sagrarios abiertos. No es un día “alitúrgico”, porque
la Iglesia espera en oración junto a la Virgen María la
Resurrección de Cristo. Por eso celebra la Liturgia de las Horas, su oración
oficial.
6) ¿Es el Domingo de Resurrección el día más importante
del año?
Sí, el
Domingo de Resurrección es el día más importante del año litúrgico. Ninguna
fiesta goza de tanta relevancia como ésta, teniendo todo el tiempo de Cuaresma
y Semana Santa como preparación, y toda la Pascua para celebrarla. Si
Cristo no ha resucitado, nuestra fe es vana, como afirmó con rotundidad San
Pablo.
7) ¿Cuál es el color de la Semana Santa?
El
Domingo de Ramos se usa el rojo (color del mártir victorioso);
lunes, martes y miércoles el morado, color penitencial. El Jueves
Santo el blanco para festejar la institución de la Eucaristía
(el blanco es el color de la divinidad). El Viernes Santo, día de la muerte de
Jesús, el rojo. Y la noche del sábado en la vigilia pascual de nuevo el blanco
para celebrar con gozo la Resurrección.
8) Durante la Semana Santa, ¿hay que rezar el Vía
Crucis?
La
Iglesia aconseja el rezo del Vía Crucis a lo largo de la
Cuaresma y de un modo especial durante la Semana Santa. También es un
ejercicio de piedad popular muy recomendado para el resto del año,
especialmente los viernes.
Mucho ánimo. Se puede rezar un
poco estos días, te encontrarás mejor y lo notarán los que estén contigo…