08 marzo 2018

capitalismo de amiguetes

¿Podemos pagarlo? ¿Nos lo podemos permitir? O es una vorágine sin límite por mor de la modernidad, como las fotovoltaicas o los molinos de viento:
España es, en el mundo:
1. Segundo país con más km de AVE
2. País con más km de AVE por km2
3. País con más km de AVE por habitante
4. País con menos viajeros por km de AVE
Que cada cual saque sus conclusiones sobre la lógica y rentabilidad de la inversión
En carreteras ha sido lo mismo. Como las autovías eran radiales desde Madrid y por tanto centralistas, se hizo una “cuadrícula” de autovías, para satisfacer las quejas autonómicas. En gran parte eran innecesarias, por tráfico insuficiente y muy costosas…
Y había que modernizar el FFCC, que era decimonónico. El exceso de infraestructuras no ha sido ni de lejos el peor gasto que se ha hecho, ni el AVE la peor inversión dentro de ellas. Pero es dinero público, y se debía haber utilizado mejor
Somos tontos o muy tontos…: El recién inaugurado AVE de Valencia a Castellón, que ha costado una barbaridad y que tarda más que el Talgo… está completamente fuera de precio:
He mirado por curiosidad los precios del recién inaugurado AVE Valencia-Castellón. Ese trayecto lo hace un regional en una hora y cuesta 6,10 euros. El TALGO en 43 minutos y cuesta 17,60 (turista-flexible) y el AVE lo hace en 50 minutos y cuesta 28,40 (turista-flexible).
Esto es el día a día de la “marca España”, la chapuza diaria que nos ofrecen los incompetentes de nuestro políticos que tenemos…

El AVE no es rentable, pero sí un gran negocio para algunos

Recordemos que, hasta la fecha, las administraciones públicas patrias han gastado más de 50.000 millones de euros en financiar tan megalómana obra pública

La plana mayor de Estado en la Comunidad Valenciana, Mariano Rajoy y Ximo Puig, inauguraron este lunes el 'fake-AVE' entre Madrid y Castellón. Una medalla que ambos gerifaltes de PP y de PSOE podrán colgarse en la provincia de cara a las venideras citas electorales. No es para menos: cada nuevo tramo de AVE es celebrado con ditirambos por la mayor parte de nuestra clase política y de la población local. Y ello a pesar de que el AVE es un negocio ruinoso salvo para aquellos que son capaces de aprovecharse de él.
Recordemos que, hasta la fecha, las administraciones públicas patrias han gastado más de 50.000 millones de euros en financiar tan megalómana obra pública: esto es, más de 2.700 euros por familia. Semejante esfuerzo (obligatorio) de la sociedad española ha permitido tejer una red de 3.240 kilómetros de alta velocidad, la mayor de Europa y la segunda mayor del planeta (solo por detrás de China, con una superficie territorial algo superior a la de España). El problema, como suele suceder con la planificación centralizada del Estado, es que, en realidad, los usuarios efectivos del servicio no están dispuestos a abonar su coste total, por lo que tan espectacular red solo constituye un despilfarro masivo de recursos.
El informe más completo que se ha realizado sobre la rentabilidad del AVE es el de Ofelia Betancor y Gerard Llobet para Fedea: en él estiman que ninguna red española de alta velocidad será capaz de cubrir, ni de lejos, los costes de inversión iniciales (ni siquiera aunque consideremos la existencia de ciertos 'beneficios sociales' que trasciendan a los puramente monetarios). Por ejemplo, la línea menos ruinosa de todas, Madrid-Barcelona, apenas logrará recuperar a largo plazo el 45% del capital invertido; las líneas Madrid-Andalucía, poco más del 11%; Madrid-Levante, menos del 10%, y las conexiones de Madrid con el norte de España ni siquiera alcanzarán a cubrir sus costes variables de funcionamiento, de manera que no se prevé que vaya a recuperarse nada de la inversión inicial.
Cuando en economía un proyecto de inversión no es rentable —es decir, cuando el desembolso de capital supera los rendimientos que va a obtener en el futuro—, lo que sucede es que sus usuarios no lo están valorando suficientemente como para hacerse cargo de lo que cuesta. En el caso del AVE Madrid-Barcelona, por ejemplo, sería necesario que los pasajeros estuvieran dispuestos a pagar el billete un 80% más caro que en la actualidad para que el proyecto consiguiera cubrir costes (en el caso de Madrid-Andalucía, un 195%; en el Madrid-Levante, un 252%, y en el Madrid-norte de España, un 425%). Evidentemente, si la tarifa de cada trayecto se elevara en tales porcentajes, el número de viajeros disminuiría muy significativamente, de modo que tampoco llegarían a cubrirse tales costes: la realidad es que el proyecto no es rentable porque no hay suficiente gente que lo valore lo suficiente.
En este sentido, cuando los gastos de un proyecto empresarial superan sistemáticamente la predisposición al pago de sus usuarios, existen dos alternativas: o abandonar ese proyecto empresarial o conseguir que sean otras personas —distintas de los usuarios— quienes carguen con su coste. En el caso de la alta velocidad en España, ha sucedido exactamente lo segundo: los costes del AVE se han socializado entre el conjunto de los españoles en beneficio directo de los usuarios de este servicio de transporte. Aquellas personas que, por placer o por negocios, utilizan habitualmente las líneas de AVE que conectan Madrid con diversos puntos de la geografía española están recibiendo una muy notable transferencia de renta a costa del resto de los contribuyentes que no usan el AVE, cuando —evidentemente— deberían ser los primeros quienes cargaran con el coste íntegro de su desplazamiento. ¿Por qué quien no utiliza el AVE ha de subvencionarle el viaje a quien sí lo utiliza, especialmente cuando el usuario no valora suficientemente ese servicio?
Los costes del AVE se han socializado entre el conjunto de los españoles en beneficio directo de los usuarios de este servicio de transporte
Ahora bien, no pensemos que son solo los usuarios habituales del AVE quienes están extrayendo rentas a aquellos contribuyentes que apenas emplean esta red ferroviaria. Los beneficiarios de la alta velocidad también incluyen, de un modo muy directo, a las diversas compañías constructoras, de suministros o de asistencia técnica que participan en semejante proyecto ingenieril y que ven engrosar su cuenta de resultados merced a la dadivosidad del Presupuesto público, esto es, merced a la dadivosidad de —nuevamente— el contribuyente. Es el sector público quien garantiza a tales empresas (muchas de las cuales están bien relacionadas con el poder político que les adjudica los contratos) un flujo de ingresos que jamás habrían podido obtener en un mercado libre y competitivo: ingresos que, para más inri, están habitualmente envueltos en los típicos sobrecostes y corruptelas que suelen caracterizar la acción del Estado.
Al final, pues, el AVE constituye una masiva redistribución de la renta desde el contribuyente-no usuario hacia el contribuyente-usuario y hacia las compañías que lo construyen. Otra clamorosa muestra de corporativismo de amiguetescanalizado a través de la milmillonaria adjudicación de inversiones públicas por parte de la clase política. Eso sí, lo más desazonador de todo es que muchos de los contribuyentes netamente expoliados son los primeros en jalear semejante injusticia e ineficiencia: sumisión ante la arbitrariedad estatal en su máxima expresión.
Y no te hablo de corrupción, que mi mujer no me deja. Pero estoy frito y muy desanimado, ya que aparentemente nos van a solucionar los mismos que hicieron con el cortijo “España” lo que quisieron, por captar votos, por tener dinero para ganar elecciones…, por forrarse ¿? Abrazos,
PD1: Es tan bonito todo lo que dice…, tiene tanta razón: ''Solo el encuentro con Dios puede dar sentido pleno a la vida", Francisco. Hay tantas veces que nos encontramos al Señor cada día: en el otro, en la Misa, en el evangelio, en la gente buena y generosa…, en la naturaleza, en la vida, en los niños…