11 septiembre 2020

debe haber + cambios en la política monetaria

Seguimos atentos al discurso de la FED. Estas dos últimas semanas ha hecho un alto en el camino en los estímulos y ha tumbado el mercado, sobre todo a las tecnológicas que recogen velas… Es un imposible que se siga haciendo lo de los últimos meses y el BCE debería parar también.

Por qué la Fed ha cambiado la política monetaria

En el nuevo escenario, la Fed primará el segundo objetivo (empleo) sobre el primero. Además, no llevará a cabo subidas de tipos “preventivas” cuando observe que el desempleo es muy bajo

El economista Friedrich Hayek decía: “La curiosa tarea de la economía es demostrar a los hombres qué poco saben en realidad de lo que creen que pueden prever”. Esta anticipatoria cita es aplicable a todos, desde la persona más ignorante en economía hasta la más docta.
Los bancos centrales, empezando por la Fed, el más importante del mundo, marcaron sus políticas durante las últimas décadas bajo las siguientes premisas: Primera, y oficial, actuar como guardianes del poder de compra de la moneda mediante la consecución de una inflación limitada, que con frecuencia se fijó en el límite del 2%. Segunda, oficial u oficiosamente, contribuir a maximizar el empleo. Tercera, oficiosamente, vigilar la estabilidad financiera.
Si ponderamos las tres, en mi opinión la primera premisa es la que más pesaba en las consideraciones de política monetaria, seguida de la segunda y por último la tercera (que figura por cierto en la ley que constituye la Fed en 1913). El objetivo no es otro sino mantener la credibilidad del público en los bancos centrales como actores para preservar el valor de la divisa. Como dijo un político francés, “no todos los alemanes creen en Dios, pero todos creen en el Bundesbank”. Al tratarse los políticos monetarios de políticos no electos (gracias a Dios), es importante preservar esta credibilidad, ya que sin ella se cuestionaría su papel, y el cuestionamiento además generaría elevadas expectativas de inflación, expectativas que a su vez provocarían inflación.
Los bancos centrales han intentado preservar dicho objetivo de control de inflación mediante dos aproximaciones. Por un lado, la curva de Philips, que viene a decir que cuanto más bajo sea el desempleo mayor capacidad tiene un empleado de negociar con su jefe, lo que se traducirá en mayores sueldos, sueldos que si excedían las mejoras en productividad forzarían al jefe a subir el precio de venta de sus productos, lo que a su vez genera inflación. Por otro lado, hasta hace unos años los bancos seguían muy de cerca la teoría cuantitativa del dinero, que venía a predecir la inflación en función del crecimiento del dinero en circulación.
Pues bien, ambas teorías, que habían operado razonablemente hasta hace unos lustros, han dejado de funcionarLa curva entre desempleo e inflación no funciona, quizás porque el impacto de los robots en el mercado laboral ha disminuido la capacidad del trabajador para negociar mejoras salariales con independencia del nivel de desempleo. A su vez, la teoría monetarista lleva tiempo también fallando, ya que los aumentos de dinero en circulación no han explicado subidas de inflación, entre otras razones, porque ha bajado mucho la velocidad del dinero (número de transacciones que una unidad monetaria realiza al año).
La consecuencia de que ambos modelos no funcionen es que los bancos centrales han fracasado estrepitosamente en lograr los objetivos de inflación (no así en preservar el poder de compra del dinero). Así, el indicador de precios subyacente que sigue la Fed ('core' PCE) solo alcanzó el 2% en una ocasión en los últimos cinco años. A su vez, el BCE ha sido incapaz de conseguir que la inflación subyacente alcanzara el 2% desde 2008. Si miramos a Japón el fracaso es aún más intenso.
Existen poderosas razones que podrían explicar estos cambios estructurales que explican por qué han dejado de funcionar los modelos sobre la inflación. Entre otras, los tipos de interés naturales (los que se producirían sin existir bancos centrales) han bajado por el envejecimiento demográfico. Con todo, era necesaria una revisión de la política monetaria en este nuevo horizonte. El primero en hacerlo ha sido la Fed, y en mi opinión muchos otros bancos centrales le seguirán, lo digan abiertamente o no.
En el nuevo escenario, la Fed primará el segundo objetivo (empleo) sobre el primero. Además, no llevará a cabo subidas de tipos “preventivas” cuando observe que el desempleo es muy bajo, o incluso si percibe subidas salariales más intensas, sino solo cuando estas se manifiesten en subidas peligrosas de inflación. Así la política pasa a ser reactiva en vez de proactiva. De esta forma, si las empresas, debido a la competencia, sacrifican parte de sus históricamente altos márgenes al subir los salarios, no se generaría inflación. Además, la Fed ha anunciado que su objetivo de inflación será “simétrico”, es decir, que el 2% pasa de ser un límite a ser un objetivo medio… Luego si llevamos muchos años con inflaciones cercanas al 1%, es factible que la Fed tolere inflaciones superiores al 2% para alcanzar la media. El cómputo de años o las bandas de tolerancia aún no se conocen.
El riesgo obvio es que si fuerzas poco esperadas han provocado la desinflación, otras fuerzas también inesperadas generen más inflación en un contexto de dinero casi gratis y enormes déficits fiscales. Es lo que ocurrió en los años setenta, tras muchos años de inflación controlada en los sesenta.
Como dijo un economista: “realizar predicciones económicas es extremadamente difícil, en especial si son sobre el futuro”. Pues eso, pero al menos la Fed ha admitido que ha fallado. Ya veremos el resto.
Abrazos,
PD1: La radicalidad del mensaje de amor del Señor se puede ver en el evangelio de ayer:
“Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y los perversos.
Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá”.
Uno puede no tener fe y ser muy bueno con la gente, los he visto a montones. Hay tantas personas admirables que son muy amorosas con los demás, mucho más que los propios cristianos. Pero esa radicalidad de “amar a vuestros enemigos, haced el bien a quien os odia…” no lo cumplen ni los buenos creyentes. Este es el mensaje radical, es un mensaje de amor hasta el que no nos quiere… Tenemos toda la vida para aprender del evangelio de ayer.