¿Sirven para algo? Esas
sinergias que producen las fusiones bancarias (recorte de gastos), nunca se
trasladan del papel a la cuenta de resultados..
¿Se soluciona un problema
económico o de solvencia de una entidad financiera con una fusión bancaria? No.
¿Mejora la propuesta de valor para el cliente? No. Tenemos un sector bancario
cada vez más concentrado y con entidades más grandes: sí.
Recuerdas el “too big to fail”,
es malo, es mejor que caiga uno pequeño que no uno grande que no puede caer, ¿o
sí?.
El anuncio
de las negociaciones de fusión entre Bankia y Caixabank da el
pistoletazo de salida para la próxima ronda de operaciones de
concentración bancaria en España. Cuando tanto el supervisor europeo,
el BCE, como el propio Banco de España manifiestan
la necesidad de fusiones entre los bancos españoles para aumentar
rentabilidad, es difícil que no se acaben produciendo.
La principal
justificación de estas operaciones de fusión es la búsqueda de
rentabilidad en un entorno de tipos de interés muy nocivo para la
cuenta de resultados de los bancos, situación que se mantendrá durante un
prolongadísimo periodo de tiempo. La esencia del negocio bancario tradicional
siempre ha sido tomar depósitos a corto plazo, y prestar a medio y
largo plazo a un tipo de interés superior al que se remuneran los
depósitos. Actualmente, los tipos de interés negativos que el BCE cobra a
los bancos por los depósitos, hace que los bancos no deseen que sus clientes
mantengan grandes saldos en cuenta corriente, porque la entidad difícilmente
podrá repercutir el coste de la liquidez a los clientes.
Fuente:
Elaboración Propia
La concentración
del sector financiero en España desde 2008 ha sido
muy intensa. Sesenta y dos entidades existentes entre cajas de
ahorro y bancos, se convertirán en apenas diez, si la fusión entre Bankia y
Caixabank llega a buen término. Es previsible que a finales de 2021 acaben
siendo apenas siete u ocho entidades tras la previsible ronda
de fusiones que ahora se inicia. Es lógico que tanto accionistas,
empleados y clientes se pregunten cómo les afecta a cada uno de ellos
estas operaciones.
Los
accionistas de los bancos comerciales españoles han sufrido un fuerte
deterioro de las cotizaciones este ejercicio, que se suma al
acumulado en los últimos años. Estas operaciones de fusión pueden
provocar ciertos repuntes en las cotizaciones, principalmente en las entidades
más susceptibles de ser absorbidas, pero difícilmente se volverá a los máximos
de años pasados. El futuro de la cuenta de resultados de las entidades
resultantes seguirá penalizado por el sombrío escenario de tipos de interés
cero o negativos.
Empleados. Cuando se
habla de sinergias y reducciones de costes en las fusiones
bancarias actuales, inevitablemente implica una reducción de la
capacidad conjunta de las entidades fusionadas. Ello implica cierre
de oficinas y una reducción sustancial de la fuerza laboral de la
entidad resultante. Aunque se realice de una forma ordenada, progresiva y con
bajas incentivadas, el resultado final es una disminución del número de empleados.
Cada operación es distinta y las duplicidades de red de oficinas y servicios
centrales es diferente.
Desde la
perspectiva de los clientes personas físicas, al margen de
la incomodidad del posible cierre de la oficina habitual y cambio de dirección
de la sucursal y persona de referencia, la oferta de servicios bancarios sigue
teniendo suficiente competencia. Sea cual sea el número de entidades, la rentabilidad
de los depósitos seguirá siendo inexistente.
Además de
los 10 bancos comerciales principales (ver gráficos), existe un número de
bancos especialistas en distintos servicios que complementan la oferta
disponible para los clientes personas físicas.
Las
empresas son las grandes perjudicadas de la concentración bancaria.
Cada banco tiene su propio control de concentración de riesgos. Así, si una
empresa dispone de tres líneas de crédito con tres bancos distintos por un
millón de euros cada una, y los tres bancos acaban fusionados, la entidad
resultante difícilmente le mantendrá la línea de crédito por los tres millones
de euros. La excesiva concentración bancaria perjudica la capacidad de las
empresas de lograr financiación bancaria de forma diversificada. Por el
contrario, la concentración bancaria llevará consigo un aumento de la
financiación de las medianas empresas a través de los mercados financieros.
La
concentración bancaria adicional parece inevitable. El resultado será un puñado
de entidades de banca comercial de tal tamaño que se consideran
"sistémicas", junto con un reducido número bancos de menor dimensión.
Empieza el baile.
Abrazos,
PD1: Dentro de lo complejo
del sistema financiero, es de mención el Target2, es decir, lo que se deben los
bancos europeos entre ellos. A los bancos alemanes acreedores se le debe de
todo, más de un billón de euros:
Fundamentalmente son los
bancos deudores italianos:
Y los españoles, que suman
algo parecido.
Es impensable que esta
situación se pueda mantener mucho tiempo. ¿Pagarán los bancos italianos y
españoles lo que deben a los bancos alemanes? Permíteme que lo dude… Quizás se
deba fusionar la banca alemana y los nuestros para saldar estas abultadas
deudas…
PD2: Ahora
tendremos la eutanasia… La venden como un triunfo cuando, en realidad, es un
fracaso. Es el fracaso de una sociedad incapaz de dar sentido al sufrimiento,
incapaz de acompañar con amor al débil, incapaz de valorar a quien no produce,
incapaz de cuidar a quien está postrado…
¿Qué es la
eutanasia?
1. Es el
modo de quitar la vida a una persona enferma. Es la
provocación intencionada de la muerte de una persona que padece una enfermedad
avanzada, crónica o terminal. Esta muerte se puede causar por acción o por
omisión.
2. Es
similar al suicidio asistido, pero, a diferencia de
la eutanasia, en el suicidio asistido la actuación del profesional médico se
limita a proporcionar al paciente los medios necesarios para que sea él mismo
quien se produzca la muerte.
3. La
auténtica eutanasia o muerte dulce debería ser la que permita al enfermo morir
dignamente, aliviando su dolor, su angustia y su soledad con la
cooperación del personal sanitario, su familia y su entorno. La eutanasia no
debe ser un modo de librar a la sociedad de personas molestas y costosas, ni un
modo de evitar que el Estado gaste dinero en cuidados paliativos y asistencia
domiciliaria.
¿Qué
estrategias utilizan las campañas que defienden la ley de eutanasia?
1. Se
presenta al público algún «caso límite». Se busca una situación
terminal y dramática especialmente llamativa que interpele la sensibilidad
colectiva. Admitido este caso, desaparecen las razones profundas para no
admitir otros parecidos, ensanchándose después la casuística.
2. Se
utilizan expresiones que suenan bien como “muerte digna”, “libertad” y se
evitarán expresiones como «provocar la muerte del enfermo», «ayudarle a
suicidarse» o «quitarle la vida».
3. Se
procura presentar a los defensores de la vida como retrógrados, intransigentes,
contrarios a la libertad individual y al progreso. Al discrepante se le pone
una etiqueta y así se evita un diálogo sosegado y constructivo que busque el
bien del enfermo.
4. Se
transmite la idea de que la eutanasia es una cuestión únicamente religiosa y se
dice que, en una sociedad pluralista la Iglesia —o cualquier confesión
religiosa— no puede, ni debe, imponer sus opiniones.
5. Se
transmite la idea de que la eutanasia es una demanda urgente de la población, algo
que pide la mayoría de la gente y que es propia de nuestros tiempos.
¿A quién
hace daño una ley que permita la eutanasia?
1. Al
paciente en situación terminal con dolor físico y
sufrimiento psíquico y espiritual, pues en vez de atenderlo, acompañarlo y
ofrecerle cuidados paliativos se opta por acabar con su vida. La experiencia
demuestra que, cuando un enfermo que sufre pide la muerte, en el fondo está
pidiendo que le alivien los padecimientos, tanto los físicos como los morales.
Cuando recibe alivio en dolor, atención médica, compañía, afecto y consuelo la
experiencia muestra que deja de solicitar que pongan fin a su vida.
2. A la
familia angustiada que no acaba de saber gestionar la situación y
sufre por el ser querido. La posibilidad de eutanasia introduce en las
relaciones familiares un sentimiento de inseguridad, confrontación y miedo,
ajeno a lo que la idea de familia sugiere: solidaridad, amor, generosidad.
3. Al
personal sanitario que fue educado fundamentalmente para luchar
contra la muerte y afrontar y paliar el dolor y el sufrimiento y ahora se le
emplea como agente que da muerte al paciente.
¿Por qué es
algo nocivo para una sociedad la ley de la eutanasia?
1. Porque
el Estado tiene la obligación de defender al más débil. Una
sociedad es más civilizada en la medida que sea capaz de proteger a los más
débiles, y el Estado tiene el deber de asistir a los más débiles y
desfavorecidos permitiéndoles vivir con dignidad y morir en las mejores
condiciones posibles cuando llegue su momento.
2. Porque
estas leyes hacen que la gente vea normal lo que es un crimen. Cuando
por ley se admiten crímenes como el aborto o la eutanasia, mucha gente
considera que si se admite legalmente es porque no es algo malo y al
convertirse en una práctica admitida terminan considerándolo como algo normal.
3. Porque
desnaturaliza la función del médico. La misión del médico es
curar cuando se pueda, y cuando no aliviar y consolar, cuando se le autoriza a
matar, se pervierte su noble función. La eutanasia responde a una medicina
liberal y endiosada que considera que curar no es cuidar al enfermo sino en
eliminar la enfermedad y el sufrimiento, aunque sea eliminando al paciente.
¿Cuáles son
las mentiras que hay que desmontar sobre la eutanasia?
1. Nos
dicen que es sólo para cuando haya un dolor insoportable, pero no
dicen que en esos casos la solución no es la eutanasia, sino la atención
adecuada, humana y profesional aplicando los cuidados paliativos. Tampoco dicen
que la práctica en países como Holanda es que esa figura que empieza a
aplicarse a casos extremos termina utilizándose en muchísimo otros casos:
personas que no pueden dar su consentimiento, pacientes psiquiátricos, niños
recién nacidos, personas con “infelicidad senil” …
2. Nos
dicen que se hace por compasión, cuando en realidad lo
más humano no es provocar la muerte, sino acoger al enfermo, sostenerlo en
estos momentos de dificultad, rodearlo de afecto y atención y poner los medios
necesarios para aliviar el sufrimiento y “suprimir el dolor y no al paciente”.
3. Nos
dicen que es indigno vivir con sufrimientos y sin calidad de vida. Pero:
¿Con qué baremos se mide la calidad de vida? ¿En qué momento se puede llegar a
afirmar que ya carece de valor o que no merece la pena ser vivida? ¿Se puede
decir que un ser humano pierde su dignidad por sufrir?
4. Nos
dicen que es una decisión fruto de la libertad, cuando
en realidad quien lo pide es porque tiene la voluntad debilitada. Se supone que
el que nadie es capaz de ir contra una tendencia natural como el amor a uno
mismo sin tener la voluntad profundamente dañada. Además, ¿tienen libertad para
decidir matarse los que están en depresión, los enfermos dependientes, los
discapacitados psíquicos o los pacientes en coma?
¿Qué dice
la Medicina?
1. El
juramento hipocrático, que ha sido el referente moral de los médicos
a lo largo de la historia, dice explícitamente: “jamás daré a nadie medicamento
mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo”.
2. La
Asociación Médica Mundial (AMM), que representa a las
organizaciones médicas colegiales de todo el mundo, afirmaba en su resolución
adoptada en octubre de 2019 en su septuagésima asamblea general: «La AMM se
opone firmemente a la eutanasia y al suicidio con ayuda médica… Ningún médico
debe ser obligado a participar en eutanasia o suicidio con ayuda médica».
3. El
objetivo único de la medicina no es curar al enfermo, a veces es sólo calmar
sus dolores. Un analgésico puede permitir la vida normal sin propiamente
curar. La salud no implica un perfecto bienestar, a menudo se puede desarrollar
la actividad diaria con alguna molestia. La medicina debe buscar el bienestar
adecuado para poder desarrollar las actividades diarias, sin pretender la
utopía de su plenitud. La actitud de la medicina ante la enfermedad ha de ser
«curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre».
¿Por qué
defender a la persona que sufre?
1. Porque
todo ser humano tiene una dignidad infinita. No
depende de la edad, ni de la raza, ni de la salud. Existe una dignidad que es
objetiva y es propia de todo ser humano. Cada persona es un fin en sí mismo,
nunca un medio, por ello requiere todo el esfuerzo que sea necesario para
cuidarla y atenderla, el ser humano no puede ser tratado como un objeto inútil
o como una carga que produce gastos a la sociedad e incomodidades a la familia.
2. Porque
todo ser humano en situación de fragilidad ha de ser especialmente defendido. Las
personas frágiles no por eso son menos valiosas, tampoco son menos valiosas las
personas con depresión, ni las que están en coma, ni las que tienen
enfermedades psíquicas. Como no pueden defenderse por ellos mismos somos los
demás los que debemos hacerlo.
3. Porque
ninguna persona debe ser tratada como una carga. El
enfermo ha de ser visto como una persona a la que hay que atender y cuidar, no
como un problema que hay que eliminar lo antes posible. El que sufre ha de
sentirse acogido y querido por la sociedad y por la familia, lo contrario sería
hacer que se sienta inútil y excluido del grupo. A cualquier sociedad le es muy
fácil inducir a alguien a matarse, basta que lo haga sentirse excluido del
grupo, así lo demuestra el antropólogo Marcel Mauss cuando estudia la eficacia
de las maldiciones del jefe de la tribu: el maldito moría a las pocas semanas
porque el sentimiento de ser excluido del grupo bastaba para hacerle
languidecer.
¿Por qué no
puedo decidir que me quiten la vida?
1. Porque
la vida no es mía. La vida no depende de mí, no es algo que yo me
haya fabricado, es algo que he recibido, me ha sido donada… Si es algo que me
han prestado no puedo hacer con ella lo que yo quiera.
2. Porque
si me equivoco en esta decisión ya no puedo rectificar. Si me
analizo compruebo que muchas veces tomo decisiones equivocadas, meto la
pata
continuamente y tengo que rectificar. Si decidiera suicidarme podría tomar la
decisión errónea de la que no puedo desquitarme después. Cualquiera de nosotros
en un mal momento podría tomar una decisión irreversible.
3. Porque
con mi decisión incito a los demás a que me imiten. El
que se quita la vida, al atentar contra sí, atenta también contra el otro
porque se pone como ejemplo y lo incita a cometer el mismo acto. Con su acto,
el que pide la eutanasia está diciendo a los demás que la vida no merece ser
vivida y que destruirse es una liberación y este mensaje puede hacer mucho daño
a personas que pasan por malos momentos.
¿Qué
tenemos que hacer para que todo enfermo tenga una muerte digna?
1.
Permitirle morir sin que sufra inútilmente, pudiendo
recibir los cuidados médicos paliativos. La medicina paliativa ayuda a que los
enfermos pasen los últimos momentos conscientes, sin dolor, con los síntomas
controlados, de modo que transcurran con dignidad, rodeados de las personas que
aman y si fuera posible, considerando su estado clínico y las atenciones que
pudiera precisar, en su propio domicilio.
2. Aplicar
cuando sea necesario la sedación paliativa. Se
utiliza para aliviar el sufrimiento del enfermo en situaciones de enfermedad
incurable, avanzada e irreversible, con un pronóstico de vida limitado o bien
en situación de agonía. Esta sedación consiste en disminuir el nivel de
conciencia con ayuda de medicamentos de modo que el enfermo no perciba dolor,
sufrimiento o angustia intratables. En estos casos el médico debe saber
administrar la medicación de modo que sea suficiente para sedar sin provocar intencionadamente
la muerte.
3.
Permitirle morir a su tiempo natural, sin que se acorte o se
prolongue de forma innecesaria la vida. No se admite la obstinación
terapéutica, que consiste en el empeño de aplicar los tratamientos o
procedimientos de cualquier naturaleza que ya no proporcionan beneficios al
enfermo y solo sirven para prolongar penosamente su agonía, impidiendo que la
naturaleza siga su curso natural.
4.
Permitirle morir rodeado del cariño de la familia y los amigos. Podemos
aliviar el dolor, la angustia y la soledad del enfermo con la cooperación del
personal sanitario, su familia y su entorno. El enfermo ha de poder morir con
la posibilidad de haber sido informado adecuadamente, eligiendo, si se puede,
el lugar y participando en todas las decisiones importantes que le afecten;
además ha de tener la ayuda espiritual que precise.