Hay dudas de lo que va a pasar en EEUU. ¿Quién ganará las elecciones? ¿Aceptará Trump una derrota? La política casi nunca mueve los mercados, pero esta vez creo que sí que va a haber más vaivenes…
A menos
de cuarenta días de las elecciones presidenciales estadounidenses
el foco de los inversores se centrará, cada vez más, en el
análisis de los distintos posibles resultados electorales y sus consecuencias.
En condiciones
normales el análisis sobre el impacto de las elecciones en sectores y
empresas, en función de las políticas anunciadas en campaña por cada candidato,
se realiza sobre dos posibles escenarios: triunfo del candidato
republicano o victoria del candidato demócrata.
En esta
ocasión el escenario es sensiblemente más
complicado. Dadas las declaraciones de uno y otro lado, la
probabilidad de que el día posterior a las elecciones el candidato perdedor
reconozca el triunfo del teórico ganador de las elecciones es mínima. Hace
menos de un mes Hillary Clinton instaba a Biden a no aceptar la derrota si
el recuento le daba como perdedor por un reducido margen (ver vídeo).
Mencionaba que los abogados del partido demócrata ya están trabajando en dicha
eventualidad. Ayer mismo, Trump ponía en duda un traspaso pacífico de poderes y daba casi por
seguro la necesaria intervención del Tribunal Supremo para
determinar quién es el vencedor último de las elecciones.
La
disputa del voto por correo hará, previsiblemente, que no
se sepa con certeza el ganador hasta pasadas unas cuantas semanas desde
el día electoral. La probabilidad de impugnación, solicitud de nuevos recuentos
e incluso la no aceptación del resultado por el partido perdedor es muy
elevada.
Sólo se
han vivido dos situaciones similares en la historia de las
elecciones presidenciales estadounidenses. La primera tuvo lugar en 1876,
cuando sólo se reconoció al ganador apenas dos días antes de la fecha
de toma de posesión. La segunda ocasión, más cercana en el tiempo,
aconteció en el año 2000 cuando se impugnó el recuento
de votos en Florida y no se conoció el ganador hasta mediados de
diciembre, tras una decisión del Tribunal Supremo. En aquella
ocasión, la incertidumbre sobre si el presidente finalmente
sería Al Gore o Bush provocó una caída del 11% en el S&P.
A
diferencia del año 2000, cuando sólo hubo discusión en el
recuento de votos de un estado (Florida), ahora la controversia puede
producirse en un elevado número de estados, prolongando en el
tiempo la incertidumbre. Es muy factible que el ganador con el recuento inicial
de los votos presenciales sea un candidato y, finalmente, tras el recuento del
discutido voto por correo, el ganador final sea el candidato contrario.
Si nada
lo remedia, EE.UU. va camino de enfrentarse a una crisis institucional
sin precedentes. Teniendo en cuenta que la bolsa americana se
encuentra cerca de los máximos históricos, muy apoyada por el sector
tecnológico, un periodo de incertidumbre prolongado tras las
elecciones previsiblemente provocaría retrocesos como ocurrió
en el año 2000 hasta que se conoció el ganador (Bush) y el perdedor (Al Gore)
reconoció la derrota.
De
igual modo, al igual que el año 2000, si el Tribunal Supremo
determina un ganador y el candidato perdedor acepta la derrota antes del 20 de
enero, fecha de la toma de posesión del nuevo mandato, la calma debería volver
a los inversores. La probabilidad de un aumento considerable de la
volatilidad en los próximos meses es elevada.
Abrazos,
PD1: Siete claves para vivir. Sólo siete, no está mal.