Los bancos ya no son lo que fueron. ¿Lo serán algún día? Lo dudo, ya que su modelo va a cambiar mucho en los próximos 5 años…
Evolución del Deutsche Bank mes a mes, donde se aprecia el rebote de las últimas semanas (las S son ampliaciones de capital (SPLITS)):
Societe Generale:
Banco Santander:
Las S son los splits que han ido haciendo para pagar el dividendo, vía ampliaciones de capital y tal…, lo que provoca muchas más acciones a repartir dividendo… Ya sabes, la forma de decir que se mantiene el dividendo, pero se hace con ampliaciones de capital y se entra en un bucle de vendo derechos para cobrar dividendo, y supongo que es el banco el que suscribe la ampliación y lo deja como autocartera…, para venderlas luego. Bonito!!!
Unicrédito:
No te saco los otros bancos italianos que acojonan más… Estamos en un nuevo modelo de negocio, donde la mayoría de los accionistas bancarios no se han enterado todavía… Y en el IBEX, el peso de la banca es inmenso… y lastra formidablemente a los fondos de inversión y de pensiones españoles…
Seguimos con los mismos problemas en los bancos, fruto de que es un mercado muy maduro y que debe seguir reduciéndose su número, sus sucursales, sus empleados…, pero que cuenta con demasiada mora, con demasiada deuda pública en sus cuentas, con demasiados problemas y una supervisión del BCE y un nuevo Fondo de Garantía de Depósitos que se debe dotar próximamente… Se comerán algo de las reservas con las prejubilaciones y tendrán que seguir ampliando capital para cumplir con los requerimientos de capital impuestos por el regulador…
Aristóbulo de Juan lo conoce al dedillo:
Los problemas de la Unión Bancaria Europea
El tratamiento de la crisis se orienta a resolver los problemas de las entidades una vez que han aparecido, en lugar de evitar que se produzcan. Hay que vigilar la pérdida de valor de los activos, que es la causa real de las convulsiones financieras
La unión bancaria supone un importante paso en el fortalecimiento de la Unión Europea. Pendiente de cuajar un Fondo de Garantía de Depósitos, ya opera un mecanismo único de supervisión (MUS) y otro de resolución (MUR). Pero sería ilusorio relajarse esperando que las nuevas instituciones aporten soluciones inmediatas. Ni en la Eurozona, ni en España. Tardarán años. Porque su maduración será necesariamente lenta y también porque despegan cuando aún colea la crisis financiera. Recordemos que las medidas desencadenadas por esta crisis se han centrado en dos pilares: elevadas exigencias de capital y una política monetaria del BCE fuertemente expansiva en volúmenes y poco exigente en tipos de interés y plazos.
Pero el énfasis dado a las exigencias de capital parece orientado a tratar los problemas una vez se hayan producido. Tal vezpost mortem. Pero no orientado a evitar que se produzcan. Básicamente, porque no se refuerza la vigilancia de la pérdida de valor de los activos, verdadera causa de la insolvencia y de las crisis bancarias. Vigilancia ya diluida hace una década por las normas internacionales de contabilidad.
Es más, las exigencias regulatorias de capital validan componentes de escasa calidad y conceptualmente muy discutibles, por ser onerosos o exigibles o por carecer de sustancia económica o de liquidez. Son buenos ejemplos los activos fiscales diferidos (que siguen incluso preocupando en Fráncfort) y determinados títulos híbridos, como los llamados cocos, muy gravosos y de futuro incierto.
La política monetaria del BCE pretende combatir la deflación y promover el crédito y el empleo. A mí me recuerda al redescuento, clásico préstamo de última instancia. Solo que este se concedía a entidades solventes, a plazos muy cortos y a tipos de interés muy altos. Hasta la fecha, la política del BCE apenas está logrando cumplir sus objetivos. Sin embargo, se intensifica ahora indefinidamente para ganar tiempo. A riesgo de generar serios problemas: distorsiona el negocio bancario; propicia la creación de burbujas de activos llamadas probablemente a estallar; debilita el sentido del riesgo; puede ocultar graves problemas subyacentes,y puede agotar el arsenal para posibles nuevas crisis.
Por otra parte, el énfasis en aquellos dos pilares posterga la vigilancia de áreas clave: la precaria rentabilidad recurrente; la opacidad de activos malos, que puede hacer ficticios los niveles “contables” de capital y de resultados; el desequilibrio de los balances, con fuertes sobreapalancamientos dependientes de mercados mayoristas inestables, y la ineficiencia. Tanto es así que entidades con estos problemas suelen ser calificadas como sanas si cumplen “contablemente” las exigencias de capital.
Para mí, la supervisión es más importante que la regulación. La cual puede resultar tolerante, ambigua o no aplicada. Por tanto, debería enfatizarse también la “medicina preventiva”, reforzando la vigilancia de las áreas postergadas. Se trata de que los problemas de descapitalización se capten prontamente, a tiempo de aplicar medidas correctivas eficaces.
Pero resulta que el MUS o la supervisión única presenta problemas. Primero, los derivados de las inevitables diferencias de experiencia, cultura y praxis entre los equipos supervisores conjuntos. Según declaraciones de la presidenta del MUS, 50 de las 150 regulaciones heterogéneas existentes en la Eurozona no parecen susceptibles de convergencia. Su aplicación quedaría probablemente al criterio desigual de los reguladores nacionales, influidos con frecuencia por factores políticos, irrenunciables para algunos. El MUS puede verse abocado a buscar un denominador común alineado con las normativas menos rigurosas y llegar así a formular diagnósticos optimistas y tardíos. Preocupante.
Particularmente inquietante es que las nuevas inspecciones pastoreadas por el MUS raramente cuantifiquen los ajustes. Y que los escasos requerimientos emitidos se refieran principalmente a temas de procedimiento. De hecho, directrices recientes de Fráncfort tratan de evitar tales cuantificaciones, de reducir al mínimo la duración de las inspecciones y centrarlas en el control de procesos informativos.
El MUS viene así a abundar en el ya generalizado abandono de un mecanismo clave para una buena supervisión: la revisión de los expedientes de crédito para detectar la capacidad de pago del deudor, con independencia de la morosidad formal, indicador fácil de maquillar. Se considera que este mecanismo resulta demasiado caro, olvidando que nada acaba resultando más caro que la ausencia de una buena supervisión. Sobre este mecanismo clave prevalecen otros menos fiables, que le sustituyen. Son los modelos matemáticos y los stress tests, ejercicios teóricos frecuentemente fracasados, que parten de información del pasado, proporcionada además por las propias entidades, sin la debida verificación. Se ignora que cuando una entidad tiene problemas serios procura ocultarlos. A veces, como bien sabemos, con la tolerancia del supervisor.
También prevalece ahora, como gran panacea, el refuerzo de la buena gobernanza. Concepto encomiable, pero lento y de difícil control, porque presupone la creación de una nueva cultura colectiva, todavía inexistente. Por ejemplo, el MUS supervisa ya la composición y el mecanismo de debate de los consejos de administración. Pero simultáneamente ocurren cosas: se toman decisiones fuera de los órganos de gobierno; se manipulan los mercados; se sobrevaloran activos; subsisten políticas llamativas de retribución de directivos, y consejeros teóricamente “independientes” pueden no serlo, cuando su remuneración es excesiva.
Pasemos al MUR o mecanismo de resolución. Con independencia de lo compleja e inmadura que resulta todavía su toma de decisiones, los defectuosos diagnósticos pueden retrasar, obstaculizar o incluso impedir el tratamiento pronto y eficaz de la insolvencia.
Tenemos recientemente sorpresas llamativas: Banco Espírito Santo (con pérdidas de 6.800 millones de euros), Monte dei Paschi di Siena (con morosidad “declarada” del 40%) y Deutsche Bank (con pérdidas de 6.900 millones de euros en un solo año, 2015). Pues bien, lo súbito y tardío de la afloración de estas situaciones parece indicar que no habían sido detectadas a tiempo por el MUS, ni por los supervisores nacionales, a pesar de la nueva regulación y de los nuevos instrumentos de supervisión. ¿Dónde estaban los modelos, los stress tests y la “famosa” revisión de activos de 2014? Tampoco habrían sido sometidas oportunamente estas situaciones a la atención del MUR o de los mecanismos preexistentes, que podrían haber adoptado tratamientos desiguales entre países.
En conclusión, un diagnóstico y un tratamiento tardío o equivocado de la insolvencia encarecería fuertemente las soluciones, que serían sufragadas por los propios sistemas financieros y el bail-in de los acreedores… sin excluir incluso a los contribuyentes. Por la creciente dimensión de los problemas. Y porque la cobertura conjunta de las pérdidas por los países tendrá un límite de 55 billones de euros y no entrará en vigor hasta 2019.
Ahora, la pregunta clave: a pesar del nuevo arsenal europeo de normas, instrumentos e instituciones, ¿qué ocurriría si se produjera una nueva crisis bancaria antes de que los mecanismos unificados alcancen su madurez y sean aplicados con eficacia?
Abrazos:
PD1: La banca italiana como mal ejemplo. Sus tres problemas (posiblemente la española está parecida):
Es terrorífico, venga a comprar deuda pública, para ganar lo que no gana en su negocio tradicional de dar préstamos (igual que en España):
Y con una mora descomunal que ha tratado de corregir creando un “banco malo” de 5.000 míseros millones de euros…
PD2: Las rentabilidades negativas de los bonos públicos, afectan porque no van a durar toda la vida en signo negativo. Vendrán fuertes rebotes, como los que hubo el año pasado, que dejará temblando a más de un banco…:
Y encima, la impresión de dinero nuevo, los estímulos del BCE, no generan inflación, que es lo que Draghi quería… Tampoco genera crecimiento…
PD3: Además, para mayores problemas, los EEUU andan subiendo tipos de interés ya que su inflación subyacente se le empieza a ver el pelo…
PD4: Y tenemos a Grecia que no reduce su déficit público y que tiene un descomunal vencimiento en julio:
PD5: En España se ha hecho un esfuerzo en reducir las oficinas, pero parece insuficiente. Sigue habiendo demasiadas… Según el BBVA:
Y se hizo un esfuerzo en ajustar el ratio credit to deposit que pasó de una cifra increíble del 160% hasta el 113% actual. Impresionante!!!, no la reducción, sino el haber alcanzado un 160%, menudo nivel de apalancamiento, encima consentido por el BdeE… ¿Qué pensaba la banca en los años de bonanza? Menudos cacho memos fueron. Y aún ahora, que tenga la media de la banca la barbaridad de un 1,113 veces concedidos créditos sobre depositantes, es una aberración, es de locos este brutal apalancamiento… No me extraña que no sacaran mora, y que todavía la estén ocultando por donde puedan… No me extraña que no se concedan más préstamos hasta que no volvamos a unos niveles inferiores…
Si piensan que reforzando el capital con más ampliaciones y cocos se soluciona van de cráneo… Dudo mucho que los inversores acepten más tonterías… Los banqueros confían en el gobierno de turno y en la idea establecida de que la banca no puede quebrar, hasta que quiebra… Se ha generado un mal precedente en estos años de saneamiento, ya que volverán a las andadas, o se pensarán que esto es Jauja, que sus riesgos los asumen los ciudadanos y tal…, hasta que no sea así…
PD6: El 40% de la población mantiene con sus impuestos al 60% restante. Como yo soy del 40% me jode… Soy muy poco generoso, muy poco solidario… Si viera que no se despilfarra, que no hubiera corrupción, que no hubiera duplicidades, que mi dinero se va a Cataluña para declararse independiente…, no trago y me cabreo, perdón, me indigno, que yo soy de los indignados… Por cierto, el otro día me echaron en cara que si yo era de ultraderecha. Le dije que no, que creía que esos habían desaparecido hace unos 30 años, pero que, en cualquier caso, nunca había sido amigo suyo. Mi familia era monárquica en época de Franco. Mi padre votó a Suarez, a la UCD, ya que pensó que lo iban a hacer mejor que los otros, AP o PSOE. Yo nunca voté a Aznar, nunca me hizo mucha gracia. Por supuesto que soy de derechas y me temo que sí, que hace 4 años y medio voté a Rajoy y todavía me escuece la mano… Hace unos meses ya no lo hice, no pude… A ver ahora…
Pues no, debería estar contento por ser de los del 40%, menuda cacho suerte tengo. Soy un afortunado por tener un trabajo, por hacer lo que me gusta…, con la cantidad de gente que las pasa canutas… Y sí, tengo que ser más solidario, debo quizás dar algo más a Cáritas, o al menos aceptar que, con mi esfuerzo impositivo, estemos ayudando a un montón de gente…, espero.