26 abril 2016

ralentización del crecimiento

De nuevo las autoridades económicos ponen en solfa el crecimiento de las economías… ¿Nos llevara al temido estancamiento? Quizás ya lo estemos…

Crecimiento mundial demasiado lento por demasiado tiempo

El crecimiento mundial continúa, pero a un ritmo cada vez más decepcionante, lo que deja a la economía mundial más expuesta a riesgos negativos. El crecimiento ha sido demasiado lento por demasiado tiempo.
La nueva edición de Perspectivas de la economía mundial (informe WEO) publicada hoy prevé un leve repunte del crecimiento este año, del 3,1% al 3,2%, seguido de un crecimiento del 3,5% en 2017. Nuestras proyecciones, no obstante, siguen siendo cada vez menos optimistas con el correr del tiempo.
El deterioro de los pronósticos refleja una desaceleración generalizada en todos los países. Esta desaceleración se origina en la persistencia de tendencias ya destacadas en ediciones anteriores del informe WEO. Como siempre, existe una diversidad considerable en los resultados dentro de cada grupo.
No obstante, el escenario central proyectado en el informe WEO parece ahora menos probable que otros posibles resultados menos favorables. A fin de apuntalar el crecimiento mundial y protegerse contra los riesgos a la baja relacionados con ese escenario de base, proponemos una estrategia de tres pilares basada en políticas monetarias, fiscales y estructurales.
¿Cuáles son los riesgos que más nos preocupan? Los más destacados son los financieros y otros riesgos no económicos que se presentan a continuación.
Desde el pasado verano, presenciamos dos rondas diferentes de turbulencias financieras internacionales. Provocaron ventas masivas y abruptas de activos de riesgo, mayor aversión al riesgo, fuertes aumentos de los diferenciales soberanos de los mercados emergentes y caídas pronunciadas de los precios del petróleo y otras materias primas. Los mercados se recuperaron casi totalmente en ambas ocasiones, pero puede decirse que los inversores tuvieron una reacción mayor de la que los fundamentos económicos habrían justificado, en la fase descendente y en la ascendente. Existe el riesgo de que nuevos episodios de volatilidad afecten a la economía en general. Como se describe en la nueva edición del Informe sobre la estabilidad financiera mundial (informe GFSR, por sus siglas en inglés), estos vaivenes económicos son manifestaciones de una tendencia constante de endurecimiento de las condiciones financieras mundiales. Entre los factores detrás de esta tendencia se encuentra el aumento de las salidas netas de capitales de los mercados emergentes. Aunque hasta ahora la mayoría ha logrado afrontarlos, como se describe en esta edición del informe WEO, podrían aparecer nuevas tensiones.
La persistencia de la inestabilidad y la violencia en algunos países, como Siria, continúa erosionando sus economías, empujando a millones de refugiados a desplazarse a los países vecinos y a Europa. Estamos ante una catástrofe humanitaria que ha desafiado la capacidad de la Unión Europea de preservar la apertura de sus fronteras internas y, al aumentar la incidencia del terrorismo, las tensiones no han hecho más que escalar. Unidas a otras presiones de índole económica han provocado una marea creciente de nacionalismo proteccionista. Una manifestación de este fenómeno es la posibilidad real de que el Reino Unido abandone la Unión Europea, perjudicando así una amplia variedad de relaciones comerciales y de inversión. Al mismo tiempo, en toda Europa, el consenso político que una vez brindó impulso al proyecto europeo está flaqueando. En otros países avanzados como Estados Unidos, igual que en Europa, una reacción contraria a la integración económica transfronteriza amenaza con detener e incluso revertir la tendencia constante, presente desde la posguerra, de aumentar la apertura comercial. Desafortunadamente, eso no es todo. Varias economías de mercados emergentes enfrentan graves contracciones debido a pugnas políticas internas o tensiones geopolíticas y varios países de bajo ingreso sufren sequías e inundaciones asociadas con el fenómeno de El Niño. Los costos de estas perturbaciones podrían sufrir una escalada.
Estos riesgos podrían facilitar el deterioro de un resultado de base que es más frágil debido a la desaceleración del crecimiento:
Cuanto más débil sea el crecimiento, mayor es la posibilidad de que los riesgos mencionados, en caso de concretarse, arrastren a la economía mundial a niveles de paralización, en que la demanda sea insuficiente para evitar un equilibro deflacionario de bajo crecimiento que algunos economistas denominan estancamiento secular.
En muchos países, la falta de crecimiento de los salarios y el aumento de la desigualdad generaron una percepción generalizada de que el crecimiento económico benefició de forma desproporcionada a las élites móviles y a los dueños del capital, dejando a muchos otros atrás. El bajo nivel de crecimiento exacerba el giro hacia políticas nacionalistas y proteccionistas.
En suma, un nivel más bajo de crecimiento significa un menor margen para el error.
En esta coyuntura, las autoridades económicas deben concentrarse en dos tareas. La primera es reforzar el resultado de base mediante el fortalecimiento del crecimiento. Esto es valioso de por sí, por supuesto, pero también brinda una garantía importante contra los riesgos a la baja. La segunda tarea es hacer planes de contingencia para un futuro posible en que dichos riesgos se concreten de todas formas. Para ambas tareas, la aplicación de políticas eficaces requiere una estrategia de tres pilares.
Continuar con políticas monetarias acomodaticias es apropiado cuando persisten las presiones deflacionarias, de por sí peligrosas, y las brechas negativas del producto. Pero la política monetaria debe ser apuntalada por los otros dos pilares, las políticas fiscales y estructurales.
En el caso de varios países, la inversión en infraestructura parece una posibilidad interesante, tanto desde una perspectiva a corto como a largo plazo, dadas las bajas tasas pasivas reales que sus gobiernos tienen ante sí. El apoyo fiscal a la investigación y el desarrollo puede ser particularmente lucrativo, como se constata en el informe más reciente del Monitor Fiscal. La aplicación de reformas tributarias equilibradas puede dirigir la política fiscal en sentidos más favorables para el crecimiento y, al mismo tiempo, apuntalar la demanda agregada, la participación en la fuerza laboral y la cohesión social.
Como se explica en esta última edición del informe WEO, una variedad de reformas estructurales puestas en práctica en la secuencia correcta pueden impulsar el producto potencial, especialmente si van acompañadas de un apoyo fiscal complementario. En particular, las reformas del mercado de productos orientadas a fomentar la competencia, como las implementadas con éxito considerable en Canadá, España y los Países Bajos hace dos décadas, y en Italia en la década de 2000, pueden favorecer la expansión en el corto plazo. Por último, como se describe en detalle en el informe GFSR, es esencial seguir fortaleciendo el sector financiero para crear un contexto en que las políticas monetarias, fiscales y estructurales puedan tener el máximo efecto.
Sin embargo, las autoridades económicas no deben pasar por alto la necesidad de prepararse para posibles resultados adversos. Deben identificar programas de políticas fiscales y estructurales que se refuercen mutuamente y que puedan poner en práctica conjuntamente en el futuro si los riesgos a la baja llegaran a materializarse. Además, seguir fomentando la cooperación internacional para mejorar el funcionamiento del sistema monetario y la estabilidad de las finanzas mundiales es vital para afianzar la capacidad de resistencia económica a nivel mundial. Esta labor ha avanzado considerablemente después de la crisis financiera mundial, pero todavía queda mucho por hacer.
Dadas estas posibilidades de que la situación se deteriore, el débil panorama actual exige una respuesta inmediata y proactiva. Repito: ya no queda mucho margen para el error. Pero si las autoridades nacionales reconocen claramente los riesgos que enfrentan y actúan de forma conjunta para prepararse a afrontarlos, podrán apuntalar la confianza, fomentar el crecimiento y protegerse de forma más eficaz contra el riesgo de que la recuperación fracase.
Abrazos,
PD1: Y en los mercados, nos encontraremos con bajos rendimientos…
La evolución de las previsiones del crecimiento mundial desde 2011 ha seguido siempre el mismo patrón. Según pasan los trimestres las revisiones a la baja se suceden. Esta misma semana el FMI ha vuelto a rebajar las previsiones de crecimiento global para este y el próximo año. El estancamiento secular es una realidad de la que difícilmente podremos salir en los próximos años.
Aunque no hay un peligro de recesión global, el elevado nivel de deuda acumulado y la sobreinversión en muchos sectores, limitan el crecimiento de los próximos años. Adicionalmente, la política ultralaxa de los bancos centrales con tipos nulos o incluso negativos y liquidez a raudales evitan que las empresas ineficientes, o incluso inviables, se reestructuren reconociéndose las pérdidas. Se mantienen vivas empresas que en condiciones normales de liquidez y de tipos de interés no sobrevivirían. El ejemplo más extremo de esta política es China, donde se obliga a los bancos a cambiar créditos fallidos por capital en las compañías prestatarias, de tal forma que ni se reconocen las pérdidas, ni se reestructura la empresa. Como consecuencia, sectores que han vivido una sobreinversión exagerada en los últimos años no se reestructuran, provocando que se mantenga la sobrecapacidad y, por tanto, generando una presión a la baja sobre los precios e impidiendo que las empresas que estarían en capacidad de invertir realmente inviertan.
Con bajas tasas de crecimiento económico y tipos en mínimos, las mejoras de los beneficios empresariales serán limitadas. En consecuencia, las revalorizaciones de las cotizaciones de las empresas cotizadas también serán limitadas.
Así, las rentabilidades a las que pueden aspirar los inversores en los próximos años son sensiblemente inferiores a las obtenidas en el pasado. Los tipos negativos hacen que los inversores más conservadores, acostumbrados a la existencia de rentabilidades sin riesgo incluso por encima de la inflación, se sientan totalmente frustrados. Con las letras del Tesoro en rentabilidad negativa y los bancos centrales cobrando a las entidades financieras por sus depósitos, para el ahorrador conservador  se ha acabado la opción de lograr rentabilidad sin asumir riesgo.
Con más de la mitad de los bonos soberanos europeos ofreciendo rentabilidades negativas, y el BCE adquiriendo 80.000 millones de euros al mes en bonos, ya no sólo públicos sino también de empresas con una calificación de grado de inversión, los retornos esperados de las inversiones en renta fija son cada vez inferiores. Aunque sea poco racional, incluso algunos bonos corporativos ofrecen ya rentabilidades negativas. El inversor que adquiera esos bonos recibirá a vencimiento menos de lo invertido. El BCE está comprando bonos con los que tiene la certeza de que va a perder dinero.
Para los inversores más tolerantes al riesgo, las rentabilidades medias esperadas en los próximos años también serán inferiores a las obtenidas en los últimos años. A pesar de asistir a oscilaciones de las bolsas superiores al 10% o incluso al 20%, tanto al alza como a la baja, la expectativa de bajo crecimiento económico global y escaso crecimiento de los beneficios, motivan que las revalorizaciones esperadas de las cotizaciones tampoco puedan ser elevadas. La publicación de los resultados trimestrales será cada vez más determinante para la evolución de la cotización de cada compañía. La discriminación entre unas compañías y otras se impone.
En un mundo de bajo crecimiento, baja inflación y bajos tipos de interés, los retornos esperados de las inversiones necesariamente serán inferiores que en el pasado, asumiendo el mismo nivel de riesgo.
PD2: Esta ha sido la evolución de las economías:
Hemos pasado de un liderazgo económico total de EEUU, con una España que aparecía entre los de más peso…
A una situación bien distinta ahora, con nuevos y fuertes actores… Y el futuro será escrito por otros…
PD3: Creer que todos somos buenos provoca en los mismos cristianos una fe que corre el riesgo de quedarse en signos externos, signos que no cambian al mismo cristiano; en ese tutum revolutum en el que hasta el que vive desordenadamente puede ser feliz. Los mismos cristianos creen que es lícito hacer las cosas de los paganos.
Hoy no es extraño encontrarse con curas que hablan de un Dios que despliega su misericordia al margen de una conciencia pecadora (“no digas nada… no corrijas… no sea que se enfaden, se vayan y no vuelvan”). Hay que cuidar mucho la propia conciencia de cada uno, y no engañarse uno mismo con lo que hacemos…