13 febrero 2013

6 febrero 2013 habrá quitas, y en breves...

Va a haber quitas de deuda. Y estas van a empezar por las CC.AA. Es imposible que pretendamos mantener el FLA (pagar a las CC.AA. lo que ellos no se consiguen financiar, fundamentalmente vencimientos de bonos y gastos corrientes (embajadas y demás zandanjas…)) sine die. Toda maldad tiene un punto final. Quien suscribió esos bonos patriotas, esos bonos autonómicos, no van a cobrar lo que pusieron. Poca vergüenza nos quedaría si se están aplicando quitas sobre todos los productos trampa (preferentes) y no se hace sobre estos bonos… No queda otra, cobrarán menos de lo que pusieron los bonistas también…, y los que tienen deuda pública ídem de ídem… Tiempo al tiempo.

El aval "tácito" de la deuda autonómica

Las Letras del Tesoro a un año apenas ofrecen una rentabilidad del 1,4%, mientras que emisiones de diversas comunidades autónomas con vencimiento inferior a un año ofrecen tipos superiores al 5% a los actuales precios de mercado.  Lógicamente dicha diferencia de rentabilidad se basa en el mayor riesgo asumido al invertir en bonos de determinadas CC.AA. en lugar de hacerlo en deuda del Tesoro. A mayor riesgo, mayor rentabilidad. Obvio, o así debería ser.

Quien desea correr el mínimo riesgo posible de insolvencia del emisor invierte en deuda del Tesoro. Como contrapartida a dicha seguridad, la rentabilidad recibida es muy reducida. Por el contrario, el que invierte en bonos autonómicos recibe una mayor rentabilidad como contraprestación al mayor riesgo asumido. Si los bonos autonómicos contaran con un aval formal del Estado, su rentabilidad sería inferior y más cercana a la rentabilidad ofrecida por la deuda del Tesoro.

Una de las constantes de esta crisis financiera ha sido aplazar la solución de los problemas: refinanciar cuantas veces sea necesario antes de reducir la deuda vía reestructuración de la misma. En la reordenación del sector financiero en curso, los bancos (cajas) con necesidad de ayudas estatales finalmente han tenido que reconocer las pérdidas implícitas de todos aquellos créditos refinanciados ligados al sector promotor y constructor. En este caso, las refinanciaciones sólo han servido para demorar el reconocimiento de las pérdidas y aumentar la deuda acumulada al sumar a la deuda inicial los intereses de las consecutivas refinanciaciones.

Ahora el Estado se encuentra ante una difícil disyuntiva respecto a qué hacer con la deuda autonómica. Un elevado número de CC.AA., ante la imposibilidad de emitir bonos en los mercados financieros a tipos sostenibles, solicitan al Estado Central, a través del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), recursos para hacer frente al déficit de sus cuentas públicas y para poder cubrir los vencimientos de sus bonos emitidos con anterioridad. Así, a modo de ejemplo, de los más de nueve mil millones de euros solicitados por la Generalitat catalana, 7.684 millones irían destinados a afrontar los vencimientos de deuda de este año.

Si el Estado accede a las peticiones de recursos de las distintas CC.AA. y les "refinancia" a través del FLA las cantidades necesarias para afrontar los vencimientos de deuda, estará otorgando un aval "tácito" a los bonos autonómicos. Los tenedores de dichos bonos habrán obtenido una rentabilidad sensiblemente superior a la obtenida por los tenedores de deuda del Tesoro sin haber asumido el riesgo inherente a su inversión.

Este año vencen más de 14 mil millones de euros de CC.AA., el año que viene más de 24 mil millones de euros. Todas las emisiones autonómicas ofrecen rentabilidades sensiblemente superiores a las que se pueden obtener en emisiones del Tesoro a los mismos plazos. Si el Estado facilita los recursos a las CC.AA. para hacer frente a sus vencimientos de deuda financiera estará lanzando al mercado una señal muy peligrosa. De hecho, estará explicitando un aval tácito a dichas emisiones. Entonces, ¿por qué no vender la deuda del Tesoro y comprar deuda autonómica? La respuesta es sencilla porque el aval tácito del Estado a los bonos autonómicos es una práctica insostenible en el tiempo.

Cuando existe un exceso de deuda como ocurre en la actualidad, es casi inevitable la reestructuración de la misma de una forma o de otra. Los acreedores de la mayoría de empresas en concurso, entre ellas las inmobiliarias, ya han padecido quitas. Los tenedores de subordinadas y preferentes de los bancos (cajas) con ayudas públicas también han sufrido o sufrirán "reestructuración" de sus posiciones.

Si el Estado va a acabar haciendo frente a los vencimientos de la deuda de todas las CC.AA. cuando éstas no sean capaces de afrontarlos por sí mismas, más vale que se reestructure ya dicha deuda, cambiando a los titulares deuda autonómica por deuda del Estado a un tipo de interés inferior. Al menos se reduciría la carga financiera conjunta. De no ser así, se estará rescatando a los bonistas de la deuda autonómica con dinero público. No es sostenible en el tiempo que la mayor rentabilidad percibida no esté asociada a un mayor riesgo.

Abrazos,

PD1: Esperanza Aguirre dixit: "Uno de los efectos más nocivos y perversos de la acumulación de casos de corrupción que vivimos es la desmoralización de la sociedad". Qué tufillo más malo estos días... Hasta "Espe" no habla contundentemente como suele... Ningún político de derechas protesta contra la corrupción..., cuando toda la sociedad de derechas está asqueada y alucinada de ver lo que pasa y de ver como lo enguarran de nuevo. Son todo excusas. ¡Qué mal huele! ¡Tufazo! Verdaderamente, el caso "Bárcenas" es muy sobre-cogedor. He oído en la radio esta mañana que el caso de Bárcenas acabará como todos los de corrupción política: en sobre, sé y miento. Están esperando a que dentro de unas semanas no hable nadie de la corrupción, por cansancio, por hartura… Hablar no hablaremos, pero recordarlo, siempre, no se nos olvidará… Y lo que ellos tenían que hacer es hacer algo, que excusándose de la corrupción no se genera empleo, ¡caramba!

PD2: Qué final de año más horrible, por todos lados se mete tijera el personal… El consumo se debilita. Las ventas minoristas dic'12: UE (-2% anual), Zona Euro (-3,4%), Alemania (-4,7%), España (-12,3%) Nadie quiere gastar demasiado mientras siga la incertidumbre.

PD3: Este hombre habla de los riesgos actuales:

Riesgo de dilución monetaria. Consiste en obtener un retorno de la inversión inferior a la inflación, de tal forma que no se consigue mantener el valor adquisitivo del patrimonio invertido. La inflación europea se sitúa en el 2,2% y la española en el 3%, mientras que la rentabilidad de las Letras del Tesoro a un año se sitúa por debajo del 1,5% y la rentabilidad de los depósitos bancarios se ha limitado, acabando la guerra de depósitos. Así, quien desee evitar el riesgo de dilución monetaria, ha de realizar inversiones que llevan aparejados otros riesgos como la iliquidez, o el riesgo de valoración.

Riesgo de solvencia. El emisor puede no hacer frente a sus compromisos a vencimiento. La quiebra de Lehman Brothers y de los bancos islandeses puso de manifiesto este riesgo. Numerosos productos estructurados estaban construidos sobre bonos de dichas entidades. Los tenedores de dichos productos corrían un riesgo de solvencia, del que, en muchos casos, no eran conscientes. El riesgo emisor siempre existirá, pero siempre hay emisores más solventes que otros. A mayor solvencia, menor rentabilidad. Se entiende que la mayor solvencia la ofrecen los Tesoros, aunque actualmente algunas empresas privadas emitan a tipos inferiores al Tesoro. Ninguna de las emisiones de los distintos Tesoros europeos a un año de plazo cubre el nivel de la inflación. Quien desee la máxima solvencia incurre en riesgo de dilución monetaria.

Riesgo de iliquidez. Ante la reciente limitación de la rentabilidad de los depósitos, empiezan a ofrecerse productos financieros a tres y cinco años. En la práctica totalidad se cubre el riesgo de dilución monetaria (antes de impuestos), pero a costa de una elevada iliquidez, o de fuertes penalizaciones en caso de rescate anticipado cuando éste es posible. Se solventa el riesgo de dilución monetaria a cambio de riesgo de iliquidez.

Riesgo de valoración. Los inversores suelen ser muy sensibles a este riesgo. Cualquier activo, de renta fija o renta variable, que cotice diariamente, tiene un riesgo de valoración plasmado en la oscilación de la cotización diaria. El riesgo de valoración suele estar contrapuesto al riesgo de iliquidez. Durante la actual crisis el único activo que en todo momento ha contado con la liquidez suficiente como para vender en cualquier momento ha sido la renta variable, a costa de un riesgo de valoración. Quien desee evitar el riesgo de iliquidez y a su vez le preocupe el riesgo de dilución monetaria deberá asumir el riesgo de valoración de la inversión.

Riesgo divisa. En los momentos de mayor duda sobre la supervivencia del euro, los inversores más preocupados por dicho riesgo, invirtieron en otras divisas. Cubierto el riesgo euro, aparece el riesgo de variación del tipo de cambio. Desde los mínimos de julio pasado, el dólar se ha depreciado más de un 10% respecto al euro. Otra vez aparece el riesgo de valoración.

Riesgo ruptura del euro. El activo que ha servido como refugio ante esta eventualidad ha sido el bono alemán a diez años, que en apenas un año y medio ha pasado de ofrecer rentabilidades del 3,4% al 1,16% en el momento de máximo estrés respecto al euro. Quien haya adquirido bonos alemanes a diez años, ha de saber que si la rentabilidad vuelve a niveles del 2,75%, la pérdida en valoración será superior al 10%.

PD4: Esta postdata‏…

¿Por qué escribo la postdata? No lo hago porque me crea mejor que nadie, líbreme Dios. Lo hago porque quiero trasmitir mis sensaciones, mis pensamientos, lo que hago y siento. Por si te vale. Yo creo que lo más importante es que la gente se convierta, que se vuelva a cercar a Dios y le trate. Se pierden muchas cosas buenas. ¡Cuántas veces te he dicho que se puede vivir en el cielo aquí en la Tierra! No trato de que vivas el carisma de mi vocación. No hace falta ser de la Obra, de los Kikos, Carismático, de Shöenstat, o de lo que quieras para salvarte. No pretendo hacer proselitismo, no. Lo que me encantaría es que encuentres a Dios, que le trates y le quieras como yo lo hago. Si es bueno para mí, creo que debe ser bueno para el resto. Sería un avaro si me dejara a Dios para mí sólo. No, lo quiero compartir para que te conviertas y lo acabes encontrando, para que disfrutes como yo disfruto de Él. Desde que me convertí hace 10 años me encuentro mejor persona, más realizado.